La nobleza los miraba con admiración y respeto.
La duquesa los llamaba bastardas.
El hijo las llamaba angeles.
Los Emperadores quedaron cautivados con su belleza y su extraña forma de ser.
El duque los amaba más que a su propia vida.
Personas de san...
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Silvia solo miro a la nada sin decir nada, mientras Aristia apretó los labios.
— Ese hombre es alguien malo, te hace daño... No te acerques a el hermanita.— la abrazo, Ayla se confundió aún más.
— ¿Y Cassis?— la mayor desvió el tema en busca de su hermano, el cual estaba recargado en un árbol mirando desde cerca jugar a los otros menores y los invitados del duque.
Oriana miraba con admiración a Jennete la cual portaba las hermosa joyas imperiales que eran igual de raras como sus ojos naranjas o amarillos de sus hermanos.
— Parecen un diamante como los que usa la abuela— murmuró acariciando su mejilla.
— Gra...gracias.
— ¡Jennete! ¿Dónde has dejado tu anillo?— la preocupación se notaba en su cara.
— Yo... No lo sé kiel— sus ojos se llenaron de lágrimas.
— Papá estará molesto.— murmuró aún más asustado.
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— Le diré a mi hermano que ayude a buscarlo— Oriana limpio su vestido por el fresco pasto que se pegó en el.
Camino al albino.
— Hermano, Kiel perdió el anillo de Jennie. ¿Puedes ayudarlos?— Cassis suspiró.
— No es tan sencillo, deja que ellos lo hagan— la cargó— Al parecer ya terminó su plática con mi madre Duque.
Roger camino a ellos con una leve sonrisa falsa, pues por dentro estaba un mar de emociones negativas.
— Hijo.— trato de tocar su hombro pero el se hizo a un lado rápidamente.
— Ya que terminó de hablar con mi madre, se está retirando para siempre como hace seis años ¿No es así?— sonrió— su visita es molesta para todos en este lugar.
— Cassis, les e echo mucho daño a ti y a tus hermanos, se que ahora mismo estás furioso y nunca me perdonarás pero...
— Aquí no Alfirace, mi hermana menor no debe de escuchar tus ridículas palabras— ambos miraron a la rubia quien al sentirlo sonrió amablemente.
