『 16 』

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Sus piernas quemaban y sus pulmones ardían. Dos, tres, cuatro cuadras y él seguía corriendo. Tal vez ha hasta pasó su casa pero la culpa lo empezaba a comer. "¿Cómo pude decirle eso?, pensó, pero después el enojo llegó, "él me escuchó a escondidas, así que se lo merece".

Vayamos unos 10 minutos atrás.

Sunoo y Jake estaban pasmados por la aparición de aquel chico pues no tan solo estaba escondido, sino de alguna forma Sunoo se había confesado a Ni-Ki de una forma indirecta pero que obviamente todos sabían que era para él.

—¿Me dará mi pelota o no?

La voz del pequeño niño sacó del trance a las tres personas que, después de entregar el balón, se formó un momento algo incómodo. Sunoo no sabía cómo actuar, se encontraba nervioso e incómodo.

Ni-Ki por su parte se sentía feliz, pues por fin había encontrado a esa persona, quería conocerlo más. Antes de poder decir algo, el castaño habló.

—¡¿Qué estabas haciendo ahí?!— Ni-Ki dio un paso adelante para poder hablar mejor, pero Sunoo retrocedió.— ¡¿Acaso no sabes respetar conversaciones ajenas?! ¡Eres un sin vergüenza sin corazón!

Sunoo se echó a correr a toda velocidad que sus piernas podrían permitirle, escuchaba como su amigo pelirrojo lo llamaba desde atrás para intentar frenarlo pero no pudo. Esquivó niños, puestos de helado, globos y cruzó calles. Sentía falta de oxígeno así que bajó su velocidad, estaba muy lejos como para que lo alcanzaran.

—¿Ahora qué le diré a la mamá de Sunoo?— Estaba preocupado por su amigo, era la primera vez que lo escuchaba hablar así y la primera vez en verlo correr tan rápido.— Ni-Ki, ¿por qué?

—Tenía curiosidad, no estaba cansando por los macarons.— un sentimiento de culpa llenó su ser, tal vez ya había echado a perder todo.— No pensé que reaccionaría así.

Jake lo miró con desaprobación pues si Sunoo le mandaba anonimato era para que ni descubriera quien era el de los regalos, él sabía que el menor diría quien era cuando estuviera listo. Ni-Ki también lo sabía, era obvio.

—Lo llamaré y no se te ocurra decir algo.

Marcó el número del menor y esperó un poco. Mientras tanto el rubio tomó asiento y se hundió en sus pensamientos, quería disculparse.

Un tono, dos tonos.

—¿Hyung?

—¡Sunnie! por favor dime dónde estás.

—Me perdí

Los sollozos de Sunoo se escuchaban detrás de teléfono, coches y tal vez motos igual. Jake suponía que seguiría cerca, quería creerlo.

—¿No ves algo familiar?

—Reconozco esto, es la universidad donde mi hermana estudió.— Eso le daba tranquilidad a Jake.— Supongo que me quedaré aquí.

—Iré por ti, no te muevas, por favor.— Sunoo respondió con un "de acuerdo" y colgó.

Jake empezó a caminar cuando Ni-Ki lo detuvo. Lo miró con reproche y supo lo que iba a decir.

—¿Dónde está?

—En la universidad de su hermana, pero-

—Iré contigo.

—¿Tu crees que le gustará eso?— bajó la cabeza y suspiró, negó con la cabeza.— Entonces quédate aquí.

Siguió con su caminata y tomó un taxi. Ni-Ki se quedó parado, presentía que algo iba a salir mal, y no exactamente entre él y Sunoo.

Macarons; SunKiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora