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Maxine

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Maxine

Me encontraba pasmada.

Estaba shockeada, completamente anonadada por lo que estaba pasando.

Olivia... ¿me estaba besando?

Mi cerebro luchó por procesar la información. La situación era tan repentina como inesperada. Mi cuerpo se encontraba paralizado; me veía incapaz de hablar, de realizar algún movimiento. No podía, tan siquiera, cerrar los ojos; en cambio, los tenía tan abiertos que parecían querer salirse de sus orbes.

¿Por qué me estaba besando de repente? ¿Por que la electricidad se había arruinado en una feria pública? ¿Por qué estaba solo en estado de shock, sin responder de alguna forma?

Olivia estaba moviendo sus labios sobre los míos, sosteniéndome de las mejillas con delicadeza, intentando hacerme reaccionar. Mientras tanto, yo solo estaba allí, con la boca entreabierta por la sorpresa, y las manos muy lejos de ella.

La eleve pareció de llegar de repente, porque todas las luces se encendieron, y la Rueda comenzó a dar vueltas de nuevo. Aún así, yo seguía sin poder moverme. ¿Debía corresponderle el beso? Pero si lo hacía, ¿qué pensaría Capri sobre esto? Y... ¿por qué en aquel extraño momento, lo primero que me venía a la cabeza era el semblante decepcionado de Capri?

Ah, claro, porque tenía un amor platónico con ella, y porque era la persona en la que mis pensamientos se desviaban todas las horas del día. Si fuese Capri quien estuviese en mi situación, ¿le correspondería el beso? ¿La alejaría y jamás volvería a hablarle? ¿Sería yo el primer pensamiento en su cabeza? Yo sabía que Capri no era una blanca y tierna oveja, también sabía que Olivia podía llegar a ser su tipo de chica, así como era, abierta, efusiva, directa. Me parecía obvio que ella sí la besaría sin dudarlo.

Entonces, ¿por qué no simplemente dejaba de pensar tanto, y la besaba? Olivia era muy apuesta, eso era un hecho que no podía negarse, y era agradable, lo que lo hacía doblemente mejor.

Entonces, tomé un resoplido de valor, y la tomé de las mejillas de igual forma, correspondiendo su beso.

Llegué a notar la forma en la que la comisura de sus labios se elevaba en una sonrisa antes de cerrar los ojos. Nuestros labios se encontraron moviéndose en armonía en un tierno beso. La mano de Olivia se fue a mi nuca, buscando intensificar la situación, y yo la dejé. Probé sus labios, disfrutando el leve sabor a algodón de azúcar que su boca me ofrecía.

Ella besaba bien, muy bien, y mis mejillas se sentían cada vez más calientes en lo que procesaba lo que estaba pasando.

Por mi mente, pasó como una rápida ráfaga el primer beso que había compartido con Capri, aquella noche cuando había ido a buscarla en la fiesta. La había dejado en casa, y justo allí, en el umbral de su puerta principal, se había lanzado sobre mí, uniendo nuestros labios por primera vez. Había sido una tortura y una fantasía luego de eso; había toqueteado mis labios con la yema de mis dedos miles de veces, recordando la textura de los suyos, la calidez de su boca, la forma tan deliciosa en que besaba. Era inolvidable. Ella era inolvidable, y también insuperable.

Deseos prohibidos [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora