Volver a vernos

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Volver a vernos.
Capítulo doce.

"Nuevos planes"

—Entonces… ¿Cómo estas, bebé?—preguntó Kendall, con una enorme sonrisa en los labios. Era la primera vez que veía su rostro después de más de un año.

Lamentablemente, solo la estaba viendo a través de una pantalla. Por fin, había conseguido que nuestros horarios coincidieran, y aquí estábamos, hablando frente a un ordenador. No me había dado cuenta de lo mucho que extrañaba a mi mejor amiga, hasta el momento.

—Bien, supongo. Tengo muchas cosas que contarte por cierto. ¿No puedes venir a visitarme?—preguntó, haciendo puchero con los labios.

—Hablando de eso, no puedes creer lo que te voy a decir. Mis padres nos dieron permiso a mí y a Tyler para pasar año nuevo separado de ellos. —dio un pequeño salto en su propio sitio— ¿Qué te parece…si te visito en Nueva York?

— ¡Estaría genial!—exclamé—Tyler y tu pueden quedarse conmigo y Jordan, tenemos mucho espacio.

—De acuerdo, lo hablaré con Ty. Por cierto, él está soltero y…

Viré mis ojos, ya imaginándome por donde quería llevar la conversación Kendall.

— ¿Sigues con tu sueño frustrado de convertirme en tu cuñada? Sabes que las cosas entre Tyler y yo no funcionaron, no funcionaran y no funcionan.

—De acuerdo, de acuerdo. —se levantó de su silla y comenzó a sacar ropa de su armario.

Nos habíamos pasado todo el resto de nuestra sesión de skype hablando sobre lo que debería usar esa noche para una cita. Kendall dijo que el chico era muy lindo, y que parecía ser muy buena persona. Ella realmente esperaba que sea así, no había tenido mucha suerte en el amor según ella. Estaba harta de los patanes que solo buscaran un simple acoston.

— ¿____________?—preguntó Clarisa desde la sala del departamento de ellos.

Cerré el ordenador de Thom y lo dejé en el aparador. Estaba esperando a Thom desde hace más de una hora.

—En la cocina—respondí.

Clarisa entró en la cocina con un rostro preocupado, era raro verla preocupada, porque ella la mayoría del tiempo tenía una enorme sonrisa en sus labios, dando pequeños saltos de aquí para allá.

— ¿Qué pasa?

— ¿Has visto a Thom? Lo estoy llamando a su teléfono pero no me atiende, normalmente eso me preocuparía si no fuera porque él me ignora el cincuenta por ciento del tiempo. ¿Puedes llamarlo?

Asintío con la cabeza, y busqué mi celular en el bolsillo de mis jeans. Tenía a Thom en marcación rápida así que fue rápido ponerlo en línea. Pero después de varias tonadas, me llevo directamente a la casilla de voz. Lo intenté cinco veces más, pero seguía pasando lo mismo

—Ya me estoy empezando a preocupar, él siempre te atiende a ti. —dijo Clarisa, sentándose en la silla de la cocina.

—Debe de estar en clases—comenté.

—No tiene ninguna hasta mañana—Clarisa suspiró—Tenemos que buscarlo, ______________, él es realmente lo único que tengo. ¿Puedes ayudarme?

—Claro que sí. Tú ve a buscarlo a la casa de los miembros de su banda, recorrére toda la universidad si es necesario.

Clarisa solo asintió con la cabeza, se colocó su abrigo y salió del departamento rápidamente. Reuní mis cosas de la cocina, y recogí mi maleta de la universidad que estaba en la sala del departamento, cuando la puerta de la habitación de Thom se abrió.

— ¿Se te perdió tu novio?—preguntó Piero, burlonamente.

— ¿Acaso estabas espiando, Piero?—pregunté levantando una ceja, interrogándolo.

—Obviamente, no. Eso es lo malo de las madrigueras, las paredes son muy delgadas. Se escucha todo.

Solté un suspiro frustrado y colgué mi mochila sobre mi hombro. No quería pelear en este momento con Piero sobre haber llamado una vez más este lugar una madriguera.

—Puedo ayudarte a buscarlo—ofreció.

—No, gracias. Sé usar mis piernas, voy a estar bien—respondí a la defensiva.

—No necesitas buscarlo, probablemente se está acostando con cualquier chica fácil en un lugar público, ya sabes—bromeó.

—No, en realidad no sé. Thom no es esa clase de chico, a diferencia de…otras personas. Que al parecer, no les molesta tener sexo en una azotea.