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Volver a vernos.
Capítulo cinco.

"A él ya no le importa mas"

___________.

Técnicamente, acababa de huir como un pequeño cachorrito pequeño asustado. No lo había visto en tanto tiempo, y él sol verlo aquí, causo algo en mí, algo que no voy a ser capaz de explicar. El tan solo verlo, trajo a mi muchos recuerdos, que solo causaban que mi corazón se apretara. Porque me dolía solo escuchar su nombre en mi mente, y verlo...no estaba preparada para eso.

Cerré la puerta de la habitación de Thom, él no espero ni siquiera un segundo cuando me encerró en sus brazos, solté un sollozo mientras el pasaba su mano acariciando suavemente mi cabeza.

— ¿Qué pasa, ángel? Habla conmigo, por favor. —me rogó, sin soltarme ni un segundo.

— ¿Recuerdas cuando te conté que había perdido a la persona que más amaba, porque había sido una persona totalmente insensible, y le había hecho tanto daño que probablemente, esa persona me odiaba ahora?

— ¿Es él?—preguntó.

Solo asentí con la cabeza.

—Yo no creo que él te odié.

—No entiendes...

—No, sí entiendo. Pero si dices que te amaba tanto como tú lo explicas, aunque sea por el daño más grande del mundo, ángel, el amor no se olvida de la noche a la mañana. Por lo menos no uno verdadero.

— ¿Qué se supone que tengo que hacer?—pregunto.

—Explicarle. Decirle lo arrepentida que estas, y la falta que te hace. Decirle que no has dejado de pensar en él, desde que te dejó. Ángel, no creo que él chico sea tan idiota como para rechazarte. Yo no lo haría.

—Te amo, Thom. —susurré en su oído.

—Yo también te amo.

Me separé de sus brazos, y limpie las lágrimas que habían caído por mi rostro. Traté de controlar mis respiraciones agitadas, mi corazón parecía que se iba a salir de mi pecho.

—Es decirle todo ahora, o perderlo para siempre. —dijo Thom, mientras recogía una maleta de su armario.

—De acuerdo. —dije y salí de la habitación.

Llegué hasta la cocina, pero solo me encontré con Clarisa quien estaba dando brincos por la habitación con sus audífonos puestos, bailando mientras recogía el servicio utilizado la noche anterior.

— ¿Dónde está él?

Ella se quitó uno de los audífonos, y me indicó con la mano arriba. Estaba en la azotea de la inspiración de Thom. Salí del departamento, repasando en mi cabeza lo que iba a decir, como le iba a explicar lo mucho que lo amaba aun. Humo, venía de una parte de la planta, y dudaba mucho que algo se esté quemando. Piero estaba llevándose un cigarrillo a la boca cuando entré, y me detuve al ver que tenía compañía con él.

—Entonces... ¿Quién es ella? Porque no creo que haya llorado de la emoción al ver al mariscal de campo de la universidad de Washington. —dijo la castaña riéndose.

Piero tomó una gran calada de su cigarrillo, para después botarlo todo de una sola exhalada. Siempre había detestado el olor a cigarro, generalmente porque me recordaba mucho a Phil. Cuando no tenía dinero para marihuana, se fumaba todo lo que encontraba. Ese olor era sinónimo de desastre para mí.

—Probablemente—le respondió el riendo.

— ¿No sé supone que no deberías de estar fumando? El entrenador te va a matar si se entera.

— ¿Tú le vas a decir?—preguntó él, acercándose más a ella.

—Por supuesto que no. —dijo.

Piero botó todo el humo en la cara de la castaña, riéndose, para después decir

—Me alegro.

— ¿Crees que podamos hacer algo divertido esta noche en la habitación? Puedo controlarme y no gritar mucho.

—Sabes que eso es imposible cuando estás conmigo, pero ya veremos. Me importa una mierda si te escuchan, les estamos regalando créditos. Y además, no es que departamento sea algo aceptable. Es lo más parecido que he estado de un basurero.

—Y la castaña está completamente loca.

Piero volvió a reír, llevándose de nuevo el cigarro a la boca.

—Entonces... ¿ella no es nadie?—preguntó la chica, sentándose a horcajadas sobre las piernas de Piero, mientras enredaba sus largas piernas a la cintura de él.

—Nadie que conozca. Nadie importante. —le aclaró él, tomando firmemente su mentón, para darle un largo beso en los labios.

No sabía si mi corazón podría estar más roto de lo que estaba. Pero estaba segura que mi mundo se acababa de romper en este segundo.

Thom estaba equivocado. Porque la verdad es que ya lo había perdido...para siempre.

Porque a este Piero que estaba enfrente de mí yo tampoco lo conocía.

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