capítulo extra II

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Volver a vernos.
Capítulo extra II.

{Jake}

Siempre he odiado ser el nuevo. En absolutamente todo.

Apesta. Y apesta aún más, cuando ya no tengo a mi hermano gemelo acompañándome en todo. Realmente lo hace.

Pero es momento de salir de la cueva, porque la vida continua, y estoy seguro que Jack hubiera sido el primera en empujarme fuera de mi habitación, diciéndome algo como: “Haz algo productivo por tu vida, bastardo”. Así que hago esto por él.

Empiezo la universidad por él.

Abro la puerta de la que parece ser mi futura habitación por los años que me quede aquí. Un chico está recostado en su cama, y apenas me ve se levanta de esta.

—No sabía que mi nuevo compañero iba a venir tan pronto, soy Paul. —dice dándome un abrazo de hombres.

—Jake—le digo.

Sonríe y se vuelve a tirar sobre su cama de una plaza y media.

La habitación es decente, digo, no se puede pedir mucho en una residencia pero esto es más que aceptable. Dos camas, una mesa de noche para cada uno y dos escritorios. Las paredes pintadas de un azul gastado.

Dejo mi maleta encima de la cama y Paul, desparece de un segundo a otro con su teléfono al oído.

Eso me hace recordar que tengo que llamar a __________. O ella probablemente me va a ahorcar. Así que busco mi teléfono en mi bolsillo, y salgo a hablar fuera de la habitación. No me gusta estar en espacios cerrados.

Bajo las escaleras corriendo, mientras busco en mi teléfono el número de ella.

No miro por donde camino, y derribo a una chica contra el suelo. La chica cae al suelo, al mismo tiempo que Sunny atiende la llamada.

¿Sunny o desconocida que se está muriendo en el suelo por mi culpa?

Decido por ambas, y me agacho en uno de los escalones para ayudar a la chica, mientras Sunny empieza a hablar por el teléfono en altavoz.

—O te voy a matar por esto—se queja la chica en el suelo, —vas a morir.

— ¿Qué estás diciendo, Jake?—dice Sunny por el teléfono.

—Lo siento, no te vi en camino—le digo a la chica, tratando de ver si hay sangre por algún lado.

—Por supuesto que no lo hiciste, descerebrado. Vas a morir, lo juro—me amenaza.

Y no puedo evitar reírme.

— ¿Jake? ¿Estás ahí?—dice Sunny nuevamente por el altavoz.

—Eh…te llamo luego, Sunny, tengo un desastre que arreglar—le digo y escucho su risa antes de cortar la llamada.

— ¿Me acabas de llamar desastre?—se queja la chica, y se sienta sobre el escalón. —Me has dañado la espalda, descerebrado.

—Lo siento—es lo único que digo.

Me quedo totalmente sorprendido al verla.

Su cabello rosa es lo primero que miro, no es un rosa fosforescente pero tampoco es uno pastel. El color encaja perfectamente con el color de su piel. Sus ojos son de un color verde, y estos me están examinando también. Delineados y con unas largas pestañas enmarcándolos.

Parece del tipo de chicas que tiene una banda de rock o…una groupie.

— ¿Qué me miras, descerebrado? ¿Acaso te gusto?—me pregunta ella levantándose del suelo.

—Sí—respondo sin darme cuenta.

La chica se ríe, y su mirada ahora me examina divertida.

—Me rompes la espalda, y luego te me confiesas. Sí que eres un caso. Pero lo siento, me suelen gustar los chicos que son capaces de bajar escaleras y usar un teléfono. Lo siento.

La chica está a punto de seguir su camino por las escaleras, pero tomo su brazo reteniéndola.

—Me gustaría tener tu número—le digo.

Ella se ríe y pasa su mano libre por su cabello llamativo.

— ¿Y qué? ¿Crees que soy un genio o algo por el estilo? No concedo deseos. Así que vas a tener que buscarlo tú mismo.

—De acuerdo. Entonces esperaré por otra chica que suba y le pediré su número así de sencillo. Apuesto que ella valorara mis pocas habilidades caminando y mensajeando al mismo tiempo.

—Tendrá que ser una chica tonta para darte su número—me responde ella.

— ¿Desde cuándo te consideras tonta?—le pregunto, y la hago reír.

—De acuerdo, tendrás mi número. Pero no me acoses, al último chico que se lo di lo termino haciendo. Ahora está en un hospital.

Asiento con la cabeza y la chica me da un pequeño pedazo de papel rasgado donde acaba de escribir dígitos.

—La que va a estar acosándome al final de la semana vas a ser tú. —le digo.

—Ya veremos, ya veremos.

Sigue su camino y esta vez no la retengo.

Y por primera vez desde que Jack no está aquí, sonreí. Pero una sonrisa verdadera, con mucha esperanza.

Quien diría que la chica de cabello rosa que acabo de conocer hace menos de una hora, me daría una razón más para seguir avanzando con mi vida.

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