El hipogrifo

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Me encanto salir del castillo después del almuerzo. La lluvia del día anterior había terminado, el cielo era de un gris pálido, y la hierba estaba mullida y húmeda bajo mis pies cuando nos pusimos de camino hacia nuestra primera clase de Cuidado de criaturas mágicas.
Ron y Hermione no se dirigían la palabra. Harry y yo caminábamos en medio de ellos en silencio, mientras descendiamos por el césped hacia la cabaña de Hagrid, en el límite del bosque prohibido. Solo cuando vi delante mía tres espaldas familiares, me di cuenta que tenía que compartir esas clases con los Slytherin. Malfoy decía algo animadamente a Crabbe y Goyle, que se reían a carcajadas. Yo creía saber de que hablaban.
Hagrid aguardaba a sus alumnos en la puerta de la cabaña. Estaba impaciente por empezar, cubierto con su abrigó de piel de topo, y con Fang, el perro jabaliero, a sus pies

-¡ Vamos daos prisa!- grito a medida que se aproximaban sus alumnos.
-¡ Hoy tengo algo especial para  vosotros! ¡ Una gran lección! ¿ Ya está todo el mundo? ¡ Buen, seguidme!

Durante un desagradable instante, temí que Hagrid nos condujera al bosque prohibido, en donde tenía muchos recuerdos desagradables de los anteriores cursos...el peor...las arañas.
Sin embargo, Hagrid anduvo por el límite de los árboles y cinco minutos después se hallaron ante un prado donde no había nada

-¡ Acercaos todos a la cerca! - grito- aseguraros de que tenéis buena visión. Lo primero que tenéis que hacer es abrir los libros...

- ¿ De qué modo? - dijo la voz fría y arrastrada de Draco Malfoy justo a mi espalda, girando me para enfrentarlo.

- sola mente tienes que ser agradable con el- pase la mano por el lomo del libro, abriéndolo al instante - ¿ Crees que puedas serlo? O...- puse una voz melosa acercándome más a él- ¿ Es una tarifa demasiado difícil para el gran Draco Malfoy?- arqueando una ceja y con una pequeña risa, doy media vuelta para seguir prestando atención a la clase. Dejando a Draco con la boca abierta pero lo más sorprendente, una pequeña sonrisa queriendo asomar por sus labios.

- podría serlo- le oigo hablar haciendo que su voz sonara algo más profunda - pero eso tú ya lo sabes - sus amiguitos se empezaron a reír, haciendo que me guiara mirándoles mal.

- yo...pensé que os haría gracia - dijo Hagrid con voz dubitativa

- ¡ Ah, que gracia nos hace ...!- continúo Malfoy - realmente ingenioso, hacernos comprar libros que quieren comernos las manos !

- cierra la boca, Malfoy- le dijo Harry en voz baja. Hagrid se había quedado algo triste yo en verdad quería que su primera clase fuera un éxito.

- Bien, pues- dijo Hagrid, que parecía haber perdido el hilo- Así que ... Ya tenéis los libros y...y... Ahora os hacen falta las criaturas mágicas. Si, así que iré por ella. Esperad un momento...

Se alejó de nosotros, penetro en el bosque y se perdió de nuestras vistas.

- Dios mío, este lugar está en decadencia- dijo Malfoy en voz alta- estás clases idiotas .. a mi padre le dará un patatús cuando se lo cuente

- cierra la boca Malfoy- repitió Harry.

-cuidado, Potter, hay un dementor detrás de ti.

-¡ Uuuuuh! - grito lavander Brown, señalando hacia la otra parte del prado.

Trotando en nuestra dirección, se acercaban una docena de criaturas, las más extrañas que había visto  tenían el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza de águila gigante. El pico era del color del acero y los ojos de un naranja brillante.
Cada animal llevaba un collar en el cuello de cuero grueso, atado a una larga cadena. Hagrid sostenía el entreno de todas las cadenas en sus grandes manos

Evangeline Grindelwald y el prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora