Las energías que salían de la sala de ensayos era asfixiante; contenía la combinación perfecta y equilibrada de enojo, diversión, orgullo y determinación. Los chicos aún trataban de seguirle el ritmo a Jaemin ya que desde que regresaron del café el peliazul tenía una mala cara y podían ver perfectamente como al cantar dejaba ir la ira acumulada.Había unas reglas simples entre ellos, y la más importante e inquebrantable era: nunca tratar de interrumpir a su vocalista mientras pasaba por un momento así. Por parte les favorecía su actitud, había dejado de confundirse y ahora iba con todo. Parecía como si estuviera tratando de ganarle a alguien.
— ¡El idiota volvió antes! ¡Tuvo el descaro de robarme mi dinero y ponerme un estúpido apodo!— Sungchan rió por lo bajo debido a la actitud infantil que estaba presenciando, pero su risa fue cortada velozmente al notar como Jaemin giró su cabeza y le miró como si quisiera matarlo.
— ¿Ya pudiste besar profundamente a tu bello Romeo?—El baterista preguntó con burla, dejándose llevar por la diversión del momento sin siquiera pensar en lo que estaba a punto de ocurrir.
Cinco segundos después, se pudo apreciar cómo un micrófono salió volando acompañado de diversos insultos y luego unas baquetas golpeaban perfectamente la cabeza de Jaemin; dejándole probablemente una marca.
Los muchachos obligaron a Jaemin y a Chenle a dejar sus instrumentos a un lado y los regañaron por un buen rato. No podían permitir que su vocalista o su baterista se lesionaran solo a semanas de la primera prueba.
—Ya fue mucho por hoy, vayamos a descansar.— Renjun suspiró encendiendo un cigarrillo y dándole una profunda calada a este; recibiendo un golpe en la nuca por parte de Jisung.—Perdón, perdón. Para la próxima no lo hago, principito.—
Se despidieron rápidamente y cada uno se fue a su hogar, el peliazul casi rogándole al baterista para que le dejara dormir con él. Sabía perfectamente que su padre iba a llegar temprano ese día y lo último que necesitaba era tener que escucharlo reprochándole sobre su pasión.
Jaemin entró a su hogar en silencio, tratando de evitar la interacción con cualquier persona que estuviese en ese momento. Disfrutó el contacto de su cuerpo contra la cama pero su paz duró poco ya que en la habitación de al lado su hermano decidió ponerse a tocar el violín incontables veces sin parar, colmando completamente la poca paciencia que quedaba en el peliazul.
—Mátenme de una vez, por favor. Que este estúpido día termine.— Se dirigió hasta donde el sonido provenía, dando tres toques a la puerta antes de entrar sin siquiera esperar por la contestación del otro.— Niki, hermanito hermoso de mi alma. ¿Podrías bajar un poco el volumen o seguir mañana? Realmente no tuve un buen día y necesito descansar.
Ahí lo notó, cómo la mirada del rubio se ensombrecía aún más y sus manos caían de forma pesada a su lado. Debía admitirlo, hace un tiempo la relación con su hermano menor dejó de ser buena, no sabía exactamente cuándo sucedió pero aunque intentase acercarse siempre era rechazado.
Aún existía una chispa de esperanza en el corazón de Jaemin. Quizás si lo intentara con más fuerza o motivación podría volver a tener confianza con su hermanito, lo extrañaba demasiado; pero la realidad era otra y le tocaba aceptarla.
— Jaemin, ¿acaso no puedes ver que tu hermano está practicando? Deberías ser más como él y no pasar tus días desperdiciando el tiempo en algo tan ridículo como una banda, tu futuro es importante y mi hijo mayor no puede ser un desastre, tiene que ser un ejemplo.— Cada mínimo músculo del peliazul se tensó y solo quiso reventar su cabeza contra la pared o tomar las cuerdas del violín y ahorcarse con ellas.
No mencionó nada más, sus oídos fueron cubiertos por el tan conocido pitido que se formaba a su alrededor cada vez que su padre abría la boca y abandonó la habitación para dirigirse a la suya. Pudo sentir pisadas detrás de él, pero las ignoró lo mejor que pudo y trabó la puerta.
— Por fin, un poco de paz.— Se dejó caer en su cómoda y tibia cama, sintiéndose protegido por el pequeño peluche que reposaba a su lado. Una sonrisita tímida se dibujó en su rostro mientras tomaba su celular, recibiendo a los minutos un mensaje de un número desconocido que le hizo arrojar el aparato a la otra punta del cuarto y así terminar durmiéndose con esas palabras rondando por su mente.
"Te veo en unos días, bomboncito. No mueras de aburrimiento por mientras." - Jeno.
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𝗬𝗨̄𝗚𝗘𝗡 | 𝗡𝗢𝗠𝗜𝗡.
FanfictionJaemin y Jeno se odian a muerte, si los dejaran solos en una habitación probablemente se ahogarían con sus micrófonos y se reventarían las guitarras eléctricas en la cabeza. Pero, ¿qué pasaría si los dos muchachos compiten junto con sus compañeros...