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Entre sus delgados dedos yacía aquella constante de sus días; un cigarro mentolado consumiéndose, siendo un fiel compañero para aquellos días en los que los nervios le comían desde el dedo pequeño del pie hasta el último mechón de sus cabellos. También el cigarro hacía aquel trabajo de darle calor a su cuerpo en una noche fría como aquella. También, le mantenía distraído sobre la gran magnitud de su presencia en la galería y sobre a quien iba a ver desde aquella vez en el lujoso restaurante.

Donde su beso había sido rechazado de forma algo cruel. Crudeza y crueldad que se merecía, claro, se había dicho aquello constantemente que él se merecía aquel dolor por las espinas que clavó en las palmas de Jungkook cuando eran ya muy jóvenes.

Se repetía cual canción todas las noches, que ese dolor era la pesadez de sus acciones del pasado.

Pero merecido o no, le quitaba el aire de los pulmones.

Suspiro llevando una vez más el cigarro a sus labios, tratando de pensar las cosas fríamente y el cómo iba a llevar todo. Lo vería hoy, feliz por sus logros, muy guapo con un traje elegante ceñido a su cuerpo, posiblemente con su muy linda novia; sonriéndose el uno al otro mientras se sostienen de las manos. Y el pensamiento de aquello rompió en él, estrellándose contra todo lo que había por el pasó.

Pero bien, tenía que hacer la mejor cara. Estar feliz—y lo estaba, estaba muy feliz por Jungkook y sus logros, por ser un hombre que se ha superado día tras día, no podía describir lo feliz que estaba—y tener buena pinta.

Tenía que lucir como si no hubiese estado llorando todas las noches a las tres y media de la mañana porque su cama se sentía tan fría sin la presencia de Jungkook.

Dio una última calada antes de tirar el cigarro al piso y apagarlo con su zapato. Acomodó su saco y peinó sus cabellos rubios, antes de girarse para entrar a la galería un taxi se detuvo frente a él. Dio un paso hacia atrás y dejó que la persona que venía dentro del taxi saliese.

Sorprendiéndose por la persona que están tras la puerta.

—¿Ian?—Preguntó con el ceño fruncido. De todas las personas que esperaba en la exposición Ian era la que menos esperaba y su menos favorita opción.

Pero ahí estaba, con el costoso traje, un reloj sobre su muñeca, el pelo bien peinado hacia atrás y una sonrisa sobre su rostro. El sueño de cualquier persona con dos dedos frente a ella, quien no daría todo de sí por tener a Ian como Jimin lo tenía. Una ilusión ante todos, claro, pues aquella sonrisa había sido la causante de muchas noches en vela, noches preguntándose qué es lo que había mal en él, que era lo malo para que su novio prefiriese a otras personas sobre encima de él.

Tal vez aquello, ahora que lo piensa, era parte de su karma. Un karma cosechado por sus jóvenes manos, manos magulladas y ensangrentadas.

—Jimin, no pensé verte tan rápido.—Dijo.—¿Vamos?

—¿Qué haces aquí?

—No te oigo tan contento de que esté acá.—Rió suavemente.

—No es eso...—Susurro.—Solo que no espere verte por acá.

—Ah si, un colega me platicó sobre la exposición y cómo creí que estarías aquí vine, no nos hemos visto en mucho tiempo.—Tomó la mano de Jimin, acariciandola suavemente con su pulgar.

—Me he sentido algo mal, es por eso.

Y en su suave mentira había mucha verdad, estaba mal por el corazón roto que tenía.

—Espero que estes mejor.—Dijo, levantando su mano y acariciando la mejilla de Jimin.

Aquel era un acto que posiblemente en el pasado hubiese plantado una enorme y boba sonrisa sobre el rostro de Jimin. Pero ya no. Ya no cuando las mariposas se habían extinto por aquellas frías manos.

Más de lo que fue ♥︎; kookmin au [Más que eso II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora