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El bus se detuvo una cuadra antes de la ubicación exacta, al bajar el viento frío sacudió sus mechones rubios, se escondió de este en su chalina marrón, miró al cielo; encontrándose con nubes grises sobre su cabeza, anunciando la lluvia que se aproximaba. Se regañó por no haber llevado un paraguas, pero luego, se dijo a sí mismo que posiblemente se quede en el departamento de Jungkook.

La emoción y los nervios aumentaron en su estómago, sonrojándome un poco aquel recuerdo de lo que iba a hacer. Seguir, por primera vez, el camino que le llevaría a su felicidad, aquel camino que necesitaba desde hace mucho.

Habían pasado años, ahora por fin volvía al sendero principal.

Camino con las manos en los bolsillos pensando en las mil y un palabras que quería decir, las mil y un palabras que podrían describir su gran amor por Jungkook. Mil y un palabras que había callado.

Las acomodaba en pilares, buscando las correctas para describir aquel sentir. Él era bueno con las palabras y la labia, había adquirido aquel don después de pasar tantos años en tribunales, pero ahora parecía que no podía hacer algo coherente, su lengua parecía enredarse y su cerebro vaciarse.

Suspiro antes de entrar al edificio, tomaría las escaleras para así pensar todo correctamente y elaborar una confesión decente. Por lo qué la ubicación decía; Jungkook vivía en el quinto piso, sería muy bueno para él subir escaleras y bueno para sus nervios.

Escalón tras escalón se repetía lo mismo.

—Jungkook, te amo.—Susurraba mordiéndose los labios.

Quería agregar más palabras a aquello, hacerlo tan cursi; digno de una película romántica. Quería hacerlo tan romántico, quería que las palabras se quedaran en sus suspiros y resaltaran en el rubor de sus mejillas.

Después de quien sabe cuantos escalones, se encontraba en un pasillo largo, unas cuantas puertas asomándose, miró en su celular y dio con la indicación que le decía que era la puerta cincuenta y cinco. Suspiro una vez más antes de caminar directo hacia la puerta, sus manos sudaban y su corazón latía contra sus orejas.

Estaba tan nervioso que podría reírse como desquiciado.

Ya parado frente a la puerta, soltó un último suspiro y se llenó de valor antes de tocar el timbre.

Espero unos cuantos segundos, la puerta se abría frente a sus ojos y su corazón latía aún más sobre sus orejas.

Y su corazón se cayó a sus pies al ver a quien estaba detrás de la puerta.

La mujer que le había atendido a Seulgi cuando hizo su reserva en el salón de tatuajes de Jungkook, Soojin, si mal no recuerda.

Y podría ser alguno de sus malentendidos, pero, ella estaba parada frente a él con una camisa de Jungkook puesta; una negra, el cabello atado en un moño desordenado y con unos pequeños pantaloncillos. Se veía bastante cómoda, sin maquillaje y con ropa holgada; una de esas prendas de Jungkook. Lucia como si ella viviese allí.

Recordó también, aquella vez en la que ella le habló dulcemente a Jungkook.

Y las cosas se hicieron un manojo de tristeza dentro de él.

Cayendo pieza tras pieza. Ilusión tras ilusión.

Una vez más.

Y no era de sorprenderse que Jungkook tuviese a alguien más, cuando había cambiado tanto todos estos años.

Y no era de sorprenderse qué tal vez buscara una forma de buscar la última revancha de su pasado roto.

Y no era de sorprenderse que ahora quisiera caer de rodillas para llorar.

Una vez más.

—¿Hola?—Preguntó Soojin.

Al parecer Jimin había estado sumergido en su miseria, tanto, que no había escuchado el primer saludo de Soojin.

Levantó su mirada de sus pies y trató de sonreír, pero le costaba tanto, al verla a ella frente suyo; tan bonita.

—H-hola.—Tosió para aclararse la garganta.—Uh ¿Está Jungkook?

—Nop. En una media hora llegará ¿Quien lo busca?

—A-ah, un conocido.—Extendió la bolsa de papel que traía consigo, dentro de ella la chaqueta de Jungkook.—Quería entregarle esto, lo olvido.

Soojin tomó la bolsa observando dentro de ella, sonrió de medio lado y levantó la mirada, asintiendo.—Se la daré ¿No quieres pasar a esperarlo? Llegará pronto.

—O-oh, no, no quiero incomodarlos.—Sonrió. Bueno, trato.—Buenas tardes.

Hizo una pequeña reverencia y se dio la vuelta, no mirando atrás, ni por un segundo. Su corazón caería más en pedazos.

Volvió a tomar las escaleras para irse de aquel edificio, así podría secar sus lágrimas sin que nadie le viese y sin que nadie le tuviese lastima. En el tercer piso se detuvo, respirando entrecortadamente contra las barandas, sosteniéndose de ellas; llorando y rompiéndose, aún más. Su corazón dolía, era un sentimiento familiar.

Pero bueno, se merecía aquel desquite.

Merecía que Jungkook le haya besado las mejillas y la nariz diciéndole que lo había extrañado, merecía que su corazón se haya agitado tanto cuando Jungkook lo abrazó a media noche contra su pecho. Merecía que lo haya ilusionado tanto. Después de todo, en un pasado lejano, Jimin había hecho lo mismo.

Aquel dolor en su corazón era su karma, el karma por haber herido a Jungkook.

Un karma que le estaba pateando muy duro.

Limpio sus lágrimas y puso su mejor cara seria antes de salir del edificio, no se permitiría llorar en vía pública; para eso tenía la esquina de su habitación.

Tomó un taxi, así llegaría más rápido a su casa y podría hundirse en su tristeza. El camino parecía largo, demasiado, cada luz roja y cada parada era un clavo añadido a su corazón.

Dolía mucho.

Quiso reírse de sí mismo en el taxi, reírse por creer que después de todo este tiempo Jungkook seguiría disponible. Lo había dejado ir en una noche que no pudo confesarle sus sentimientos y no iba a volver, no después de tanto tiempo.

Pero su corazón latía tanto al pensar en él. Era imposible no ponerse de esa forma, porque lo amaba. Nunca lo había dejado de hacer.

El camino largo se terminó al estar frente a su edificio, pago lo que debía y bajó arrastrando sus pies, estaba cansado, física y anímicamente. Lo planeado nunca le salía de buena forma.

Subió en el ascensor mirando sus pies conteniendo las lágrimas, estando frente a su puerta las contuvo un poco más y al entrar se rompió en llanto. Lloro sin importarle nada, siendo algo ruidoso y sorbiendo su nariz.

—¿Jimin?

Levantó la mirada y se rompió más en llanto. Buscando consuelo en los brazos de su mejor amiga, fue caminando hacia ella para abrazarla y llorar en su pecho. Buscaba consuelo a su corazón roto, uno que él haba roto.

—¿Qué pasa? ¿Te pasó algo?—Preguntó Seulgi acariciando su espalda.

—J-jungkook.—Sollozó.

—¿Te hizo algo? ¿Que pasó?

—T-tiene novia.—Susurro.—Y-yo quería confesarle mis sentimientos, p-pero él...ya tiene a a-alguien más.

—¿Enserio? Minnie...lo siento.

—Me merezco que se haya vengado de mi, pero...—Sollozo una vez más.—M-me duele mucho.

Seulgi lo abrazó más contra sus brazos, dándole refugio entre ellos y dejando que Jimin llorase en su pecho.

Era un ciclo que se volvía a repetir. Una y otra vez.

Más de lo que fue ♥︎; kookmin au [Más que eso II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora