Talking to the moon [Larry Stylinson]

3

28 de noviembre
10:37

Sábado.

Otro aburrido sábado.

Tenía un día entero por delante para hacer cualquier cosa, pero mi pereza no me lo permitía por lo que decidí quedarme en la cama durmiendo.

Pero recordé a ese chico.

Tenía ganas de verlo, otra vez.

Pensé en visitarlo así que se me fue la pereza de repente.

Quería disculparme, porque creo que le traí malos recuerdos cuándo le pregunté sobre su cumpleaños, y se que lo acabo de conocer, pero me preocupa que por mi culpa se sienta mal.

Decidí ir a dar un paseo por la enorme ciudad y luego volver a encontrarme con el vecino.

Si es que estaba ahí.

Y, ¿que mejor manera hay para empezar el día que no sea con un café?

Por lo que decidí ir a ducharme, y luego de prepararme salí de casa dirigiéndome al Starbucks de Doncaster.

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Entré en el centro comercial de la ciudad y luego de pasar por delante de muchas tiendas, me paré al sentir un dulce aroma de café.

Giré mi cabeza hacia mi derecha y vi el sitio que buscaba.

Me dirigí hacia allí y me esperé en la cola.

Mientras esperaba iba fijándome en todos los detalles de las paredes, todas decoradas con unos tonos verde y azul.

Son realmente hermosas.

Cuando llegó mi turno, alcé la cabeza para ver quien me atendía y pedí un Caramel Macchiatto.

Salí de el Starbucks y di una vuelta por el centro.

Vi una tienda de música, me pareció interesante e iba a entrar pero me acordé de un libro que leí donde unos chicos se enamoraban en una tienda como esa y...

Mejor no cuento el final.

Retuve mis ganas de entrar ahí porque sabia que si empezaba a relacionarlo todo lo que veía con la historia, terminaría llorando.

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Estaba volviendo a casa, pero vi una floristería con unas flores hermosas que nunca había visto.

Entré para verlas y tomarles fotos.

No tengo la mínima idea de porque, pero tengo la galería del móvil llena de flores.

Escuche a una dependienta decirme:
-Necesitas ayuda?

Vi que iba tomada de la mano con un chico, más o menos de mi estatura.

Supuse que eran pareja pero preferí no decir nada porque siempre la termino cagando.

Me quedé en blanco, como siempre, ya es una cosa normal en mí porque nunca me entero de lo que me dicen y termino riendo o asintiendo para disimular.

Su voz, su voz aguda me recordó a la de él. Mi vecino.

Entonces pensé en él. Pensé en la disculpa que quería darle y mi vista se desvió hacia un ramo de rosas blancas que habían en una estantería.