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Jimin era todo menos tonto. Por lo que dedujo rápidamente que las razones por las que Jungkook decía no poder verlo cada vez que le pedía encontrarse a solas, no eran más que excusas.

Al principio, Jimin lo entendió e incluso trató de convencerse a sí mismo que tal vez, que Jungkook dejara de pasar tanto tiempo con él y comenzara a pasar más tiempo con aquellas señoritas, era lo mejor para ambos.

Sin embargo, no había pasado siquiera un día cuando Jimin sentía que su corazón se rompería de solo ver a Jungkook tan felizmente paseando por los jardines de la mano de alguien más. Y solo fue cuestión de un par de días más para sentirse miserable, dudando sí, siquiera podría sobrevivir la semana entera con un Jungkook que además de estar todo el rato coqueteando con mujeres, también le ignoraba casi por completo.

La primera de las cinco chicas en acercarse a Jungkook fue el ombligo de las hermanas, la tercera hija del Rey de más allá del vacío, Lady Ana. Una jovencita alrededor de un metro y setenta y cinco de estatura y un cabello rubio y ondulado que caiga más abajo de sus caderas en perfectas ondas doradas. Era hermosa, Jimin debía admitirlo. Pero Jungkook no mostró interés alguno pese a su encanto. Probablemente nadie más que Jimin lo había notado, pero el joven sabía que a Jungkook le había disgustado la desperada jugada de Lady Ana por acercarse a él y lo ansiosa que lucía por ser la ganadora. Por lo que Jimin sabía, que Lady Ana siquiera era una opción para ser la futura esposa de Jungkook.

La segunda en acercarse fue la mayor de todas, Lady Aleida. Con unos ojos casi tan verdes como el pasto y el cabello del color de las mandarinas, parecía decidida a ser ella la ganadora del corazón de Jungkook. A Jungkook le gustaba la determinación en las personas, por lo que Jimin dudó por un momento y se abrió la posibilidad de que estos dos tuvieran un poco más de interacción a comparación de Jungkook y Lady Ana. Sin embargo, su determinación era tanta que hasta llegó a hablar mal de sus hermanas para quedar ella como la mejor opción. Hecho que, disgusto de sobremanera a Jungkook. La lealtad era importante para él y alguien que hablaba mal a espaldas de alguien solo por conveniencia, no era una opción para estar a su lado. Por lo que, también fue descartada.

La tercera fue la menor de todas. Lady Assia. Tenía un cabello igual de rubio que Ana y unos ojos igual de verdes que Aleida. Sonreía todo el tiempo y parecía estar hipnotizada por la belleza de Jungkook. Sin embargo, Jimin sabía que la chica fue un descarte inmediato. Apenas tenía catorce años recién cumplidos y Jungkook veía como atrocidad el que quisieran casar a una muchacha tan joven. A su edad, Jungkook apenas se había atrevido a besar a alguien por primera vez y no volvió a hacerlo hasta meses después por vergüenza. Por lo que veía absurdo que una chica que recién había dejado de tener trece años fuera obligada a cosas más íntimas que un simple beso de un segundo. Era simplemente inaceptable para él. De la cuarta en intentarlo, Lady Alaska, no había mucho que decir. Además de ser el cuarto intento, también era la cuarta de las hermanas y no parecía tener ningún interés por casarse con Jungkook o con ningún chico. Jimin la había pillado mirando a las demás chicas del castillo con un brillo en sus ojos que no relucían ni un poco al momento de ver a ningún chico. Además, que no dejaba de hacerle insinuaciones sutiles a las hermanas de Jungkook. Alaska se acercó a Jungkook por compromiso y apariencias, pero en cuanto tuvieron privacidad, le dejo en claro que no quería estar en matrimonio con él o con alguien a quien no le tuviera aprecio alguno, por lo que, fue un claro descarte. Jimin tenía que admitir que, de todas las hermanas, ella era sin duda alguna su favorita.

La quinta en intentarlo fue Lady Astrid, la segunda de las hermanas y la más tranquila de todas. Físicamente ella y Alaska compartían un parecido impresionante, los mismos ojos afilados del color de los zafiros, las mismas facciones delicadas y la misma curvatura en el puente de sus labios, misma estatura y misma complexión. Ambas poseían un cabello casi tan oscuro como el color del carbón y si no fuera porque Alaska llevaba unos rizos sin tocados que llegaban a su cintura y Astrid en su lugar prefería llevar su cabello lacio sujeto en un semirrecogido perfectamente adornado, Jimin podría haber jurado que eran gemelas o algo así.

BEAUTIFUL ミ KOOKMIN MINI FICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora