Epílogo

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Las olas retumbaban con fuerza en la orilla de la arena, mientras que los pies de Jimin se hundían en la arena mojada cada vez que este corría en un intento pretendido por evitar que el agua llagara hasta él. En el fondo, Jimin no estaba huyendo del agua realmente y si esta llegaba hasta él, no se molestaría en absoluto, pues, todo era una fachada para que Jungkook no terminara por regañarle como a un niño pequeño por mojarse a cada rato en el mar. Él no era un niño pequeño ya, ni siquiera era tan joven como cuando huyó del Reino que los vio crecer a ambos, pero, aun así, Jungkook se seguía preocupando por él incluso más que en aquel entonces. No lo malinterpreten, Jungkook se sentía feliz de ver a Jimin corretear con tanta alegría cerca al mar manteniendo su espíritu de niño y adoraba aún más cuando el rubio se sumergía en el cuerpo de agua como si siempre hubiera pertenecido a este, sin embargo, el estar tanto tiempo ahí, solía causarle uno que otro resfriado y a Jungkook no le gustaba verle pasar un mal rato por ello.

Después de tantos años juntos en aquel pedazo de casa a la orilla del mar, Jungkook había aprendido que para Jimin, no importaba estar enfermo unos cuantos días si eso significaba disfrutar al máximo su tiempo en el agua. Jungkook siempre terminaba soltando suspiros cada vez que Jimin terminaba por enfermarse, pero suponía que era su karma por hacer al rubio preocuparse cada vez que se iba a las zonas rocosas a pasar horas y horas en búsqueda de caracoles y cangrejos con los cuales mantenía conversaciones profundas sobre la vida. Sin el invernadero ahí en un principio, habían creado nuevos pasatiempos a parte de las plantas, aunque por supuesto, en cuanto pudieron establecerse más en su nuevo hogar, también decidieron armar un pequeño huerto entre ambos en el terreno sólido que quedaba en la parte trasera de su casa. Había tomado unos cuantos años construirla por completo, pero canjeando joyas y reliquias, pudieron conseguir hacer algo bastante cómodo y decente para ambos. Claro que no era tan grande como el castillo, pero tenía al menos más de una habitación, donde cocinar, donde ir al baño y por supuesto, su adorado huerto, el cual habían construido paso a paso trayendo semillas, plantas y abono del pueblo que quedaba junto a la playa.

Jimin hundió sus pies en la orilla del agua una vez más y mirándola soltó un suspiro profundo para despedirse de ella por ese día, percatándose que Jungkook había vuelto de ver a los cangrejos. Jimin corrió sobre sus pies hasta llegar a Jungkook e igual de emocionado como cada vez que este volvía, se abalanzó sobre el rodeando su cuerpo para luego llenarle de besos todo el rostro. El efecto y la respuesta fue instantánea, pues en cuestión de segundos, Jungkook abrazó al rubio haciéndolo girar en el aire mientras que le devolvía con la misma emoción el centenar de besos. El reencuentro duraba unos minutos bastante largos los días que no estaban todo el rato junto al otro, pero definitivamente valía cada segundo el expresar cuanto habían extrañado al otro, así fuera por haber estado separados horas o tan solo unos cuantos minutos.

—Tengo algo para tí —Jungkook dijo separándose y extendiendo algo hacia él— Ten.

Jimin sonrió al notar el regalo y soltando una carcajada, tomó el collar con la caracola en el medio y lo dejó visible en su cuello. Jimin estaba fascinado y en realidad, no se reía por qué le pareciera gracioso el regalo o el gesto, si no que, le causaba bastante gracia que él tenía lo mismo guardado para ese día. Jimin corrió sobre la madera de su hogar hasta llegar a las tablas de su habitación que hacían de mesa de noche y tomando el collar de caracola que también había hecho, volvió a correr hasta Jungkook y lo extendió sobre sus manos. Jungkook no pudo evitar reír también por la coincidencia y lo puso alrededor de su cuello con una gran sonrisa en el rostro. Después de años juntos, supuso que aquel tipo de sincronía era algo bastante normal.

—Está precioso, gracias.

—El tuyo también —respondió Jimin—. Ah, no puedo creer que hayan pasado doce años desde que llegamos aquí. Me siento un poco viejo.

—Pues, déjame decirte que lo años te sientan muy bien —Jungkook silbó al aire— Estás mucho más guapo que cuando vivíamos en aquel lugar innombrable, además que los años te han enseñado aquellas cosas que... —volvió a silbar en el aire para después escanear con la mirada a Jimin—. Solo diré que, espero que jamás las hagas con alguien que no sea yo, al menos no mientras esté vivo.

Jimin rodó los ojos por la broma, aunque luego rio bajito sin poder ocultar que le había dado gracia.

—Tonto.

—Pues así te has enamorado de mí.

—Pues así me he enamorado de ti.

Jimin soltó un sonoro suspiro como si enamorarse de Jungkook fuera algún tipo desgracia. Jungkook le dio un golpecito en el hombro por su broma, pero luego ambos comenzaron a reír una vez más. Muy pocas personas entendían el sentido del humor que ambos compartían, pero para ellos, era suficiente con que el otro lo hiciera.

—También he ido ayer al pueblo en búsqueda el dibujo anual —dijo— No has fisgoneado entre las cosas mientras no estaba para verlo ¿verdad?

Jimin negó efusivamente con la cabeza, aunque la verdad, había intentado hacerlo, pero no hallo el escondite de Jungkook y se resignó a verlo junto a él ese día. Jungkook le dijo a Jimin que cerrara los ojos y mientras este lo hacía, buscó la bolsa de tela escondida entre las tablas de las paredes y sacó el dibujo que ambos se habían hecho días anteriores.

Hace doce años descubrieron aquel pequeño pueblo luego de pasar tres años seguidos huyendo de lugar en lugar para no ser encontrados. Y desde entonces, aquel día marcaba tradiciones y aniversarios importantes para ambos. La primera tradición era el retrato, la cual se dio porque el mismo día en que llegaron, un transeúnte del lugar les ofreció dibujarles a ambos y desde entonces cada vez que la fecha de aniversario de su llegada a ese lugar se acercaba, las dos iban de la playa al pueblo para ser dibujados y archivar su crecimiento juntos. La segunda tradición llegó cuando ese mismo día, su suerte se alineó con los astros y consiguieron comprar un pedazo de arena frente al mar y con ello, lograron pasar oficialmente su primera noche en su hogar y juntando la poca comida que tenían, lograron hacer una cena que, aunque cada año que pasaba tenían para más, ese día volvían a repetirla una vez más. La tercera y la más importante de todas para ambos, fue cuando esa misma noche, en su pedazo de arena, sin techo o paredes reales y con apenas unas ramas y unas palmeras que hacían de fachada, Jimin y Jungkook se hicieron una promesa simbólica el uno al otro de estar siempre junto al otro. Era un hecho que no podrían casarte de manera legítima, sin embargo, con aquella ceremonia que había constado de la unión de sus manos y la revelación de sus votos de amor con la luna y el mar de testigo, fue suficiente para que ambos sintieran que habían dado aquel paso y aunque ninguna persona en el mundo llegara a reconocerlo ante una ley, para ellos aquel simbolismo fue suficiente. De ahí, cada año, Jimin conseguía un regalo para Jungkook y Jungkook conseguía uno para Jimin, coincidiendo la mayoría de veces los dos con el mismo.

Al comienzo, su hogar se trataba de una cuántas palmeras y ramas sujetas una sobre otra, un par de cambios de ropa y su dibujo anual, pero luego, la cosa fue escalando a una carpa de procedencia desconocida que intercambiaron por unos cuantos kilos de pescado a un hombre que parecía todo menos un comerciante de verdad. Años más tarde, decidieron vender gran parte de sus joyas y construir la que durante mucho tiempo fue su hogar.

Su vida fue bastante cómoda y estaba llena de felicidad. Incluso, algunas personas en aquel extraño pueblo sospechaban de lo suyo, pero ninguno los juzgó al respecto. Era extraño, muy extraño, pero aquel pueblo era una peculiaridad en el mundo, en donde solo llegaban casos peculiares, todos demasiados sumergidos en sus pequeños mundos propios y ocupados de su propia felicidad como para tomarse el tiempo de pensar en la vida de los demás.

「✿」

Originalmente esto tenía un final más triste, pero soy débil y la verdad se me ha ablandado el corazón por Jimin y no quise que sufriera más:(

BEAUTIFUL ミ KOOKMIN MINI FICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora