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El día del baile por fin había llegado y Jungkook estaba completamente nervioso, aunque por supuesto, nadie en el aquel gran salón sospechaba siquiera un poco que su nerviosismo provenía de planes muchos más grandes que estar de pie junto a Lady Astrid mientras que se deleitaba por la hermosa música que llegaba a sus oídos de manera escurridiza e inevitable.

Ese mismo día por la mañana, Jungkook se había encontrado con Jimin en el invernadero después de que ambos tomaran el desayuno junto al Rey. Durante toda la comida, su padre, el Rey, Jeon Hekook o como quieran que le llamasen todos, no hizo más que hablar del compromiso que estaba por celebrarse. Pues claro, el pobre hombre no tenía ni la mínima idea de lo que había pasado el día anterior en el invernadero entre su hijo y el Duke, lo seguros que estaban ambos chicos de querer estar junto al otro sin importar lo que pasase y mucho menos tenía idea alguna de lo que pasaría en unas horas cuando cayera la noche y todos estuvieran demasiado sumergidos en el efecto del agua ardiente y el vino como para percatarse a tiempo de la ausencia de alguno. Jungkook quería decirle a su padre que no había elegido ninguna chica y que tampoco pensaba hacerlo, pero, evitó hacerlo cuando Jimin le aseguró que aquello sería una mala idea. Jimin tomó las riendas del asunto y le indico a Jungkook que debía decir, así que siguiendo la orden disfrazada de consejo que le dio su adorado Jimin, Jungkook le anunció a su padre que había elegido a una de las hermanas para volverla su esposa.

Sin duda alguna, el que le haya dicho a su padre que había caído por una mujer, había cambiado su actitud recelosa y sofocante de los últimos días. Pues, el hombre ya no lo cuestionaba cada momento que iba en búsqueda de Jimin.

Era absurdo y un poco tonto para un Rey creerle de una manera tan fácil, según Jungkook. Después de todo, imaginaba que su padre tendría una capacidad para intuir las mentiras mucho más desarrollada que el resto. Pues, era el Rey y se suponía debería saberlo todo. Pero fue ahí en ese momento, que Jungkook fue completamente consiente que la ignorancia y el prejuicio de una persona podían ir más allá que cualquier lógica, pues, aunque parecía absurdo que se olvidara de Jimin en apenas un día, resultaba mejor creer en algo absurdo e imposible que creer en la verdad. Una verdad que claro estaba, no era para nada del agrado del Rey.

En medio del salón, la música retumbaba melódicamente en sus oídos mientras saboreaba el sabor a vino de uva en su boca, solo un poco para no parecer extraño, pero no demasiado como para embriagarse y no estar en todos sus sentidos a la hora de huir. El calor se hacía presente haciéndolo sentir un poco exhausto y sumándole que había pasado la madrugada anterior reuniendo cosas de valor en el castillo, Jungkook comenzaba a sentirse un poco soñoliento. Lady Astrid llamó su atención moviendo de un lado a otro el abanico que llevaba en sus manos, dirigiendo la corriente de aire que este producía hasta Jungkook para hacerle sentir un poco mejor. Fue solo por cuestión de segundos, pero Jungkook se sintió algo culpable por haber anunciado un compromiso con ella que no estaba dispuesto a llevar a cabo.

Sintiéndose culpable y sofocado, Jungkook decidió salir del salón a tomar un poco de aire. Sus pies retumbaban sobre el adornado piso y su figura era alumbrada por las imponentes luces que provenían de las lámparas de velas que colgaban en el techo. Pronto, las luces de las lámparas se desvanecieron por completo y solo quedó lugar para la luz de luna y el ruido de la música fue opacado por el ruido de los grillos del jardín. Jungkook inhaló aire profundamente cuando se sintió alejado de todo el bullicio y por fin, hubo paz y tranquilidad.

Su mirada se fijó en el estanque frente a él, tan calmado, tranquilo y sin preocupaciones, que Jungkook le causaba un poco de celos no ser igual de relajado.

Jungkook se quedó en silencio en su lugar, meditando como sería su nueva vida ahora que estuviera lejos del castillo. Le resultaría nostálgico algunas veces, por supuesto que lo haría. Sin embargo, sentir un poco de nostalgia de vez en cuando, era un precio bastante aceptable para pasar el resto de su vida en compañía de la persona que más atesoraba en el mundo entero. Su mirada cayó nuevamente en el gran salón y como si se tratara de un radar, encontró a Jimin en medio de la multitud sin hacer esfuerzo alguno. Para Jungkook, Jimin siempre destacaba ante el resto del mundo, no importaba que tan interesante, ruidoso o bullicioso fuera el resto a su alrededor, sus ojos siempre terminaban en Jimin y únicamente en Jimin.

BEAUTIFUL ミ KOOKMIN MINI FICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora