iv. plataform ¾

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iv

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iv. CHAPTER FOUR
❝ plataforma 9 ¾❞

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SI RAVEN DIJERA QUE no estaba nerviosa, se trataría de una vil mentira, especialmente al ver como sus manos se aferraban al carrito mientras caminaban por la estación o al ver  como sus ojos estaban más tormentosos de lo normal. La pelinegra podía sentir el latido de su corazón retumbar con velocidad, un leve sudor pasar por su nuca y sus labios rojos y algo dañados por morderlos, en la búsqueda de calmar su ansiedad.

Había atravesado aquella extraña pared a gran velocidad y con los ojos cerrados, temerosa de chocar con el muro y terminar desmayada en su inicio de clases. Raven debía de admitir que todo era tan mágico y alegre a su alrededor que se permitió respirar hondo mientras observaba el tren delante de ella y todas las familias despidiendo a sus hijos.

Raven se permitió sentir.

Abrió los ojos lentamente, luego de tenerlos cerrados por unos segundos, y se dejó ir.

La gente que pasaba a su lado la miraba con fascinación, al notar sus ojos azules más brillantes de lo normal. Como si fueran dos de las estrellas más iluminadas en el cielo, o una tormenta de relámpagos en plena oscuridad. Pero Raven ni siquiera notaba las miradas de curiosidad, ella admiraba el espectáculo delante de sus ojos.

La plataforma estaba cubierta por miles de ondas que vibraban ligeramente, como si fuera el agua del mar dispersa en el aire o como el viento soplando en una tarde de primavera. Solo que las ondas no eran agua ni aire, no era ni magia ni un truco, era energía. La mas pura y verdadera energía que existía, las emociones y las almas de los presentes.

Las ondas variaban en gran escala, encontrándose con tonos muy fríos o cálidos, con vibraciones muy sonoras o leves, con emociones negativas o positivas. Todas y cada de ellas desprendían de sus portadores, como si fueran rayos de luz que emitían sus cuerpos.

Raven sonrió.

El lugar estaba tan vivo, que sentía que podía flotar.

— ¿Qué haces? — preguntó una voz detrás de ella. Raven se sobresaltó.

— Observo — se encogió de hombros, y Lily la miró con sospecha.

— Vamos, ya hay que subir — tomó su mano y la dirigió hacia la entrada del tren.

Las ondas se evaporaron y los ojos de Raven volvieron a su brillo normal.

Rápidamente dejaron sus baúles en la parte trasera del tren, junto con los demás estudiantes. Raven resopló viendo como todos parecían tan desesperados por entrar a los compartimientos, chocándose entre ellos y ocasionando que algunos se cayeran. Lily al notar como su amiga fruncía el ceño con incredulidad, se rió y le tomó nuevamente la mano para caminar en el tren.

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