4.- Osiris

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"Yo te amaba,

Decidiste ser Osiris, dejando a Isis sola y abatida,

El Nilo se ha secado porque tu aliento se apagó,

Sangra Kemet en evidente desasosiego,

Mis manos aún teñidas de tu sangre, aúllan por venganza,

Las alas del halcón cercenadas por manos impías,

Maltratadas renacerán como los juncos del Nilo,

Que Ra te lleve a tu destino mientras los vivos lloramos tu remembranza".

En palacio, ocurría una agitación, los sollozos de la esposa principal y secundarias semejaba a una marea inestable que derrumbaría los cimientos del mismo. La madre del difunto faraón enloquecida de dolor salió hasta las afueras de la Casa Jeneret para tomar la tierra y rogar a Geb que insuflara de nuevo el aliento de vida en su amado hijo. A palabras del mensajero que llegó cubierto de sangre y polvo, muchos más aparte del soberano perdieron la vida entre propios como algunos parientes de sangre real y enemigos.

El pánico se apoderó ante las mismas, se temía que también el príncipe heredero haya muerto, otro heredero varón aparte de él como candidato elegible para el trono no había cerca, sólo príncipes maduros y ancianos que eran sacerdotes, gobernadores de nomos que tardarían días en saber la realidad y en ese lapso los invasores podrían atacar el reino ante la muerte del faraón.

Ante la confusión, el mensajero aclaró que el heredero vivía al igual que el general Shura. Aún así, la incertidumbre perduraría hasta que el nuevo señor de las dos tierras, apareciera sin un rasguño.

Los despojos del enemigos eran contabilizados mientras una pequeña compañía escoltaba a Shura que pálido y en shock traía con cuidado el cuerpo inerte de su señor quién luego de ser llevado como rehén ante el rey enemigo, alzó la mirada orgulloso, escupió a los pies de su rival quién con desprecio ordenó que lo golpearan para finalmente en un acto cobarde, rematarlo con cinco hachas ceremoniales. Aquella narración salió de boca del mensajero del rey rival quién luego de contar, fue torturado y su lengua cortada para dársela de comida a las alimañas del desierto.

Apestaba a sangre y desazón el campo de batalla, un campo de batalla que era el escenario del ascenso de un nuevo faraón que sin importarle las reverencias de sus nuevos súbditos, se abalanzó sobre su hermano cuyo rostro sin perder su expresión digna había sido limpiado por las lágrimas de sus hombres.

-Debí morir yo-Shura cayó de rodillas a un lado de Aioria quién desconsolado rodeaba el cuerpo de su hermano-él me ofreció todo y yo no pude defenderlo. ¡ Perdón!

-Yo no quería ser faraón así, no de esta manera brutal. No con la sangre de mi hermano en mis manos otorgándome la corona del Alto y Bajo Egipto.

El casco de guerra usado por Aioros, estaba en manos del auriga cuyo torso y rostro presentaba rasguños quien azorado dirigía plegarias fúnebres en memoria del faraón caído. Aioros dejó aquel símbolo una vez que se vio rodeado de rapaces enemigos, en manos de su auriga para lanzarse sobre ellos quienes bajo órdenes del rey rival, lo capturaron y ataron sin opción a que sus hombres acudieran a su auxilio.

-Mi señor-se dirigió a Aioria que apretujaba contra su pecho al cadáver del hermano amado-mi valiente rey me encomendó entregar su khepresh a sus manos...

-Lo devolverás a su madre-dijo con el rostro bañado en lágrimas-no me siento capaz de tomarlo.

Impotentes, los sobrevivientes comenzaron a recoger pertrechos y a sus compañeros muertos a los que envolvían en sábanas de las tiendas mientras se preparaba un carro con su litera para el caído faraón. Los lamentos quedarían para después.

Trascendente Amor [ AiorosxShura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora