Parte 2/3

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Esa misma noche el menor se dirigió al rustico sótano, acompañado solo de una vela y algo de comida que brindar al castaño, su visión era mejor gracias a la tenue luz de la misma. 

Durante su camino revivió su pasado doloroso antes de cumplir sus 10 años, lleno de abusos y maltratos por parte de esos sucios noxianos, así es, sin excepción alguna todos eran iguales. Hasta él.

Al golpear la celda del castaño que dormía, este emitió un ruido de disgusto con su boca.

—¿Qué ocurre?—gruño Talon con su voz rasposa por estar despierto tan tarde por la noche.

—Te traje algo de comer—Respondió murmurante para no despertar a la pelirroja.

Talon negó varias veces antes de que Kayn le ordenará comer, y sin más remedio comió con un poco de recelo al ser observado fijamente una vez más con sus cristales azulados. Debido a eso o a razones ocultas se comportaba de manera arisca cada que el menor lo visitaba en medio de la noche en el transcurso de la siguiente semana.

—De verdad no entiendo—comentó Kayn sentado frente al castaño que seguía manteniendo la distancia desde la esquina donde casi ni se notaba su existencia.

—¿Por qué apareces de la nada y te insinúas así?—El rostro confundido del pelinegro cambió a uno adolorido.

—Tu ya no eres el Talon que conocí...—su voz sonaba débil y al terminar de decir eso dio vuelta intentando marcharse lo más rápido posible. 

El castaño rápidamente gateó hacía el pelinegro para lograr tomarlo de la muñeca y llevarlo al suelo junto a él. 

Encogido de hombros, con las mejillas ruborizadas, sin saber donde esconderse ante la vergüenza Kayn se mantuvo en silencio. Desde esa posición podía observar mejor las facciones del hombre que estaba sobre él atrapándolo aun más en confusión. 

Sus ojos marrones lo miraban con intensidad, Kayn intentaba mantenerse lo más alejado posible, no habían hecho nada más que mirarse uno al otro, y sin embargo, sus respiraciones estaban agitadas mezclándose una con la otra. La tentación era clara y el castaño era débil en ese momento, tras varios meses entrenando para esa misión no tenía tiempo para si mismo o para contratar una de esas rameras que abundan en las esquinas de Noxus. 

Con su juicio nublado arremetió los labios del pelinegro que, más que enojado estaba sorprendido, sus finos labios eran torpes al intentar seguir el ritmo del castaño. Llevó sus manos a los hombros del contrario para alejarlo y así poder respirar un poco.

—¿Qué haces? —Titubeo el Kayn calmando su respiración de a poco.

—¿No has escuchado que en la guerra cualquier hoyo es trinchera?—Se burló con una voz que provocaba fascinación en el menor.

Kayn se quedó pensativo unos segundos intentando comprender el comentario y cuando por fin lo hizo su cara enrojeció a más no poder y como pudo se alejó del castaño. 

Kayn lo miraba con una sonrisa fingida para luego salir corriendo con su rostro aun enrojecido y la sensación de su corazón estrujándole el pecho. No podía ver nada más que el camino a su habitación, a pesar de que sus piernas temblaban hizo un esfuerzo sobre humano para llegar, no escuchaba nada ni a nadie pues sentía sus orejas palpitar a la par de sus latidos.

No lo entendía, apenas lo conocía y lo hacía sentir así, era algo imposible.

—¿Qué te pasa Kayn?— Preguntó el arma apoyado en la pared. Al no haber respuesta por boca del pelinegro, el Darkin rebuscó en los recuerdos del menor encontrándose con la escena.

Doble Filo Talon x Kayn PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora