Capítulo 2

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He buscado por tierra y mar

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He buscado por tierra y mar.

He buscado hasta dónde ningún hombre ha llegado.

He buscado sin parar, sin detenerme, sin titubear.

He buscado durante noches y días.

He buscado una solución para ella.

Mi hermana.

Mi melliza.

La otra mitad de mi alma.

No existe una solución. Nadie, ni un solo ser en esta tierra sabe cómo lidiar con la magia oscura. Incluso buscando por debajo de las piedras, no he logrado encontrar ni una sola pista.

Ni siquiera una esperanza.

Y mientras tanto, ella sufre.

La escucho gritar a lo lejos, dentro de aquella pequeña cabaña que construí para ella, con la ayuda de mi abuelo. Había hecho todo lo posible por adaptarla a sus gustos y necesidades, pero por más que lo intenté, se veía más como una prisión que como un hogar.

Sé que su cuerpo apenas y resiste.

Sé que su mente es la más afectada.

Sé que Eleanna está en peligro cada día que pasa.

Y he buscado. Los dioses saben que he buscado.

No existe un calmante, un brebaje que la haga sentir mejor.

No existe una cura.

¿La peor parte? No puedo estar a su lado.

La última vez casi me asesina cuando su magia se descontroló. Y eso no me hubiera importado.

Pero...

Su mirada...

Tenía tanto remordimiento en su mirada.

¿Cómo podría quedarme a su lado si cada vez que perdiera el control se torturaría a sí misma?

¿Cómo podría estar junto a ella si apenas viera algún pequeño rasguño en mí, se culparía una y otra vez?

¿Cómo podría ser su apoyo si ella me empujaba lejos cada vez?

No. No podía.

Era mejor buscar una solución. En eso habíamos quedado Nathan y yo. Él, al tener cierta inmunidad sobre la magia oscura, se quedaría a su lado. Y yo debía enfocarme en la investigación. No necesitaba ni siquiera una cura completa, con solo aliviar al menos un poco sus malestares...

Si tan solo pudiera encontrar alguna respuesta.

—Deberías dejar de torturarte a ti mismo —me interrumpe Aria, trayendo consigo una taza de té.

Dejo a un lado la pequeña libreta en la anoto todos mis pensamientos. Había comenzado a escribir una especie de diario, como una muestra de avances. Sin embargo, seguía varado justo como en el primer día.

La maldición de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora