07||𝙇𝙞𝙩𝙪𝙧𝙜𝙞𝙖

289 44 91
                                    

"Pasaban, la miraban
La miraban sin ver na'
Solita en el infierno
En el infierno está atrapa'..."

—TOKIO, JAPÓN DICIEMBRE, 2020

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—TOKIO, JAPÓN
DICIEMBRE, 2020

El tener una vida en brazos era una sensación demasiado extraña cuando no estabas acostumbrado, para el antiguo Hinata era cosa sencilla; él había ayudado a su madre con los cuidados de Natsu y ya sabía cómo debía cuidar a un bebé, pero ahora eran al doble.

Sus mellizos necesitaban mucha, pero mucha atención, así que no dudo en aceptar la propuesta de Kageyama y tener una niñera que le ayudará a cuidarlos. Mitsuya se portó muy amable al darle más vacaciones de lo esperado para dedicarse a sus hijos, lo cierto es que en dos meses había hecho mucho. Sus niños eran demasiado hermosos; tenían el cabello rizado y azabache como el de su esposo, pero sus ojos eran marrones como los suyos.

—Amo que tengan tus ojos. —dijo Tobio.

— ¿Por qué? —Preguntó.

—Desde que nos conocimos he tenido cierta fascinación por ellos, siempre están llenos de determinación. No olvido el día en que nos vimos por primera vez, tus ojos ardían con un fuego arrasador, estabas dispuesto a derrotarme.

—Sigo estándolo —interrumpió al azabache—. Aún estoy dispuesto a derrotarte.

— ¿En qué se basará este nuevo reto? —Preguntó.

—No lo sé, podemos ver a quien prefieren nuestros hijos —se encogió de hombros como si no le diera importancia.

—Es obvio que ellos te prefieren a ti, eres su padre después de todo.

—También tú eres su padre.

—Estoy tan feliz —dijo de repente cambiando de tema—. Son nuestros hijos, tuyos, míos. Son bellísimos. Hikaru y Hiroko.

—Sí, son muy preciosos —susurró—. ¿Iras a entrenar? Iwaizumi- san debe estar molesto porque no has asistido mucho.

—Ellos comprenden, saben que somos padres primerizos y necesitaras ayuda. —mencionó tranquilo.

—No es necesario, no puedes faltar a tus entrenamientos, si sigues haciéndolo te meterás en problemas. —Tobio suspiró derrotado.

—Kikyo- san no podrá venir hoy.

—No es necesario que venga, llamare a Kenma, es capaz de dejar el trabajo y venir hasta acá. —sugirió con una sonrisa.

—De acuerdo, confío en Kenma y sé que podrá ayudarte en lo que necesites.

—Pues claro, es mi mejor amigo.

—Quizás debas llamar también a Suga- san, amenazo con derrumbar la casa si no lo llamábamos un día de estos. —Shouyo empezó a reírse y Tobio sintió que podía vivir de sólo escuchar esa risa—. Hace mucho que no sonreías.

「𝔈𝔩 𝔪𝔞𝔩 𝔮𝔲𝔢𝔯𝔢𝔯」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora