CAPITULO 1: Mi primer día como sirvienta de una mansión

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La chica de cabello rosa se encontraba sobre su cama, pensativa mientras observaba el techo. Habían pasado 6 años desde que Ikuto se marchó en un viaje para buscar a su padre. ¿Cómo le habría ido? Pensaba ella. Sentía cierta frustración si se ponía a pensar que en todo ese tiempo no le había llamado tan si quiera una vez. ¿Por qué habría de hacerlo? Pensó la peli rosa. Después de todo ella había elegido a Tadase, era normal. Tadase estaba cada vez más ocupado, sumergido en los estudios desde que se fue a Viena, la llamaba casi diario, pero no era lo mismo.

—Amu-chan—le llamó Mikki—, ¿no te vas a dormir? ¿No era mañana cuando ibas a tu entrevista de trabajo?

—Es por eso que no puedo dormir—dijo la chica de ojos color ámbar mientras se acurrucaba de lado-, no he podido encontrar trabajo desde hace mucho tiempo, estoy desesperada, si no me contratan no podré pagar la universidad, mis padres ya tienen suficientes gastos con Ami, desde que Papá tuvo ese accidente, las cosas se pusieron muy difíciles.

Mucha cosas habían pasado durante eso tres años, su padre había tenido un grave accidente y había quedado paralítico, fue un grave golpe para Amu. Las consecuencias económicas fueron devastadoras. Su madre tuvo que mudarse de ciudad para conseguir un buen trabajo y mantener a sus hijas, su padre se fue con ella, por lo cual Amu estaba sola en casa.

—¡Animo Amu-chan!—exclamó con ánimo Ran agitando sus pompones—, ¡Te van a contratar!

Al siguiente día, Amu no escuchó el despertador, por lo cual se levantó muy tarde y al ver la hora en el reloj se sobresaltó, agarró una rebanada de pan tostado y salió disparada con un papel en su mano. En pánico veía la dirección del lugar.

—Yo no veo nada—decía Amu desesperada—, esta es la calle, ¡No hay ninguna casa aquí!

—Allá—dijo Mikki apuntando con su pequeño dedo, la boquita abierta y el rostro sorprendido.

Era una mansión detrás de la reja, enorme hasta donde los ojos alcanzaban a llegar. Ella tocó el timbre y una voz salió de la caja pegada a la pared.

—¿Sí?

—S-soy Hinamori Amu—tartamudeo nerviosa—, vengo aquí por el trabajo de mucama, llegué algo tarde pero, espero que todavía me puedan entrevistar.

La puerta se abrió inmediatamente y Amu llegó a la puerta principal tras caminar varios minutos. Una doncella abrió la puerta, con delantal y todo, le dijo que la acompañara. La mansión era espectacular por dentro, por un momento Amu pensó que podrían vivir cientos de personas ahí si se deseaba. Los techos eran altos y candelabros colgaban de los techos, uno podía ver su reflejo en los mosaicos del piso y numerosas figurillas costosas se hallaban por doquier.

La sirvienta abrió una gran puerta con manijas doradas y en el interior había una oficina elegante, detrás del escritorio una silla volteada de espaldas y cuando esta se giró, Amu no podía creer lo que veían sus ojos.

—Ikuto...-murmuró perpleja, casi petrificada, no tenía palabras en su boca.

—¡Ikuto!—exclamaron las tres charas al uni-sono.

El joven de ojos color zafiro y cabellos azules le miró ligeramente sorprendido.

—Nunca creí que nos encontraríamos en estas circunstancias—le sonrió el chico con un gesto felino y observándola con sus ojos penetrantes agregó con una sonrisa traviesa—, a pesar de que han pasado algunos años sigues teniendo el busto plano.

Las mejillas de Amu se encendieron como farolillos y justo cuando estaba a punto de reclamar furiosa, se calmó.

—¿Qué haces aquí?—preguntó ella incrédula, controlándose.

Ikuto es mi Amo ( Amuto ) ( Shugo Chara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora