― ¡Mamá! ¡Mamá! ―un coro de voces resonaba en aquella inmensa casa llegando hasta el jardín en donde Shinji se encontraba pintando el recuerdo de un campo de flores azules y una lluvia en medio de una aurora boreal. Detuvo su trabajo y su mirada se dirigió hacia un par de niños que corrían hacia él con rostros alegres y traviesos ―. ¡Mamá hora de cuento! ―dijeron los dos pequeños, una niña y un niño saltando a los brazos de Shinji quien los recibió de forma amorosa.
Seis años atrás antes del nacimiento de los mellizos la naturaleza de lobo de Shinji fue revelada por el propio Kaworu, así como su verdura identidad y la relación de ambos que se reanudaba debido al lazo que compartían y que hizo que Shinji, el príncipe del clan de los lobos negros, volviera a nacer para, en esta vida, rencontrarse con su pareja que aguardo por él más de doscientos años.
Shinji termino la carrera y Kaworu le pidió matrimonio unos meses después. La boda tomó por sorpresa a todos aun así las felicitaciones no se hicieron esperar. Ambos viajaron al pueblo de Shinji para pedir su mano a su madre. Kaworu era muy tradicionalista y se negaba a proseguir sin la correcta bendición de su suegra. Esta se las otorgo sin duda alguna y deseando para ambos siempre lo mejor, no le importo su orientación sexual de su hijo solo quería su felicidad y al verlo a los ojos y el brillo de mirada al contemplar a Kaworu reconoció a dos almas gemelas.
La boda se celebró tres meses luego de eso, fue una pequeña reunión lejos de toda extravagancia y no es que Kaworu no deseara otorgarle una boda de ensueño al amor de su vida, su fortuna bastaba y sobraba para cumplir cualquier capricho de su pareja, pero Shinji quería algo sencillo en su amado pueblo rodeado de los campos y las flores y tantas cosas hermosas que no podían ser remplazadas ni por todo el dinero del mundo.
El padre de Kaworu se presentó y no porque este hubiese querido tenerlo presente sino porque fue el propio Shinji quien lo visito incluso lo invito a su boda aun cuando una parte de él creía en la posibilidad que no se presentase, pero contra todo pronóstico lo hizo y llego con un inmenso arreglo de flores y luciendo más arrepentido que nunca. Kaworu me mantuvo imperturbable, solo Shinji lo recibió con respeto perdonando de corazón el daño que alguna vez le hicieron. Pero era otra vida y Shinji no quería seguir arrastrando viejas rencillas.
Y así como su boda fue un acontecimiento que lleno de alegría a muchos su embarazo fue algo que causo sorpresa hasta al más crédulo. Para empezar ambos eran machos así que se suponía que engendrar era absolutamente imposible incluso si eran lobos eso no era algo que sucediera con frecuencia así que tanto el clan Nagisa se alegró y sorprendió al mismo tiempo. Al final se descubrió la razón de ese mágico milagro y su explicación llegó a tener sentido. Cuando una pareja se forma y el lazo entre ambos se establece existía cierta fase de la luna en donde la pareja recesiva adaptaba su fisionomía para poder concebir. Al hacer una investigación exhaustiva en los registros más antiguos se supo de la existencia de una luna que era llamada "La luna de la fertilidad" que hacía que incluso los machos lograran adaptar su cuerpo para poder ser fecundados y dar a luz, a esos machos se los llamada donceles y eran tan extraños y fascinantes como la misma luna a quien debían su cambio, al parecer era una especie de fenómeno ocurrido una vez cada 500 años y que por azares del destino coincidió justo en la noche de bodas de la pareja.
El cuerpo de Shinji cambio, sus caderas se hicieron más anchas para llevar el embarazo sin problemas y sus pechos se llenaron de leche. Kaworu al verlo pensó que la maternidad resalto su belleza volviéndolo irresistible.
Nueve meses transcurrieron y el día del parto llegó, fueron bendecidos con una varón y una niña ambos con los ojos de su madre y el hermoso cabello de plata de su padre y conforme fueron creciendo las personalidades de ambos no podían ser más distintas a pesar de que eran idénticos, el niño a quien llamaron Hoshi poseía el carácter dulce y tímido de su madre, pero cuando la situación lo ameritaba se llenaba de un gran valor, por su parte la niña de nombre Hokuto era como su padre, era sumamente lista y llena de picardía.
―No corran o pueden tropezar ―dijo Shinji dándoles besos y suspendiendo su trabajo para poder pasar tiempo con sus hijos. Ahora Shinji era un famoso artista que vendía sus hermosos paisajes a precios que sobrepasaban los miles de dólares.
―Hora del cuento ―pidieron los niños con entusiasmo ―. Lo prometiste mamá,
―Es cierto ―sus manos acariciaron sus caritas y los miro con ternura maternal, sus hijos eran tan hermosos y su corazón se llenó de dicha ―. ¿Qué cuento debería narrarles?
― ¡La historia de amor del rey lobo! ―dijo Hokuto.
― ¿Qué no se llamaba "Al oeste bailan las flores"? ―interrumpe su hermano.
El rostro de Shinji enrojeció.
― ¿Qui-Quien les conto esa historia?
― ¡Fue papá! ―dijeron ambos en coro con esas enormes sonrisas ya características.
― ¿Yo que? ―en ese instante llegó Kaworu con un ramo de flores para su esposo, siempre que podía se escabullía de la oficina y retornaba a su hogar junto a su esposo e hijos para poder disfrutar de ellos tanto como le fuera posible.
― ¡Papá! ―dijeron los mellizos saltando a sus brazos y dándole besos en el rostro.
―Pequeños diablillos ―dijo Kaworu jugando con ellos ―. ¿Se portaron bien? ¿Obedecieron a mamá?
―Fuimos buenos padre ―dijeron los niños ―. Fuimos buenos y ahora queremos oír nuestro cuento.
―Entonces he llegado justo a tiempo y permitan que sea yo quien les cuente ―al ver a su amado esposo le guiño el ojo ―, Omitiendo por supuesto las partes inapropiadas, pero antes... ―le otorgo a su esposo el ramo de flores ―. Esto es para ti cariño.
El azul de los cielos, de los mares y la belleza de los ojos de Shinji.
"¿Cuál es tu deseo?" ―le pregunto aquella vez.
"Estar contigo para siempre".
FIN
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Al oeste bailan las flores
FanfictionA veces basta tan solo con cerrar los ojos y volverlo a revivir. Incluso cuando sabe que no es más que un sueño no puede evitar sentirlo tan real y posible, cómo si pudiese ser capaz de oler la fragancia de las flores que crecían cerca de aquel lago...