03 | Amante Celestial

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Créditos de la imagen a @140wwwei art. De twitter.

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Llenándose de valor, decidió ir al mundo humano en la puesta de sol, sin tener la certeza de que él estaría ahí. No obstante, ya en el bosque se volvió un manojo de nervios, sus latidos no dejaban de acelerar y miles de preguntas no paraban de acumularse en su cabeza, arruinando su perfecta manicura por la ansiedad que sentía si el demonio no asistía a su encuentro.

Todas sus dudas se esfumaron cuando se hizo presente ante él.

—¡Viniste! —Sin querer exclamó sorprendido, con una resplandeciente sonrisa que contagió al pelirosa.

—Por supuesto que lo haría. —Le dijo mientras se acercaba al ángel. —¿Creíste que mentía?

El menor bajó su azulada mirada hacia el verde césped, dándole a entender a Sukuna lo que sospechaba, este suspiró y con su pulgar e índice levantó con delicadeza el mentón de su ángel.

—Es verdad que tenemos la habilidad de engañar con facilidad, por esa misma razón cuando decimos la verdad tiene más peso que cualquiera. —El color de los cardenales y el azul del mar mediterráneo se mezclaban con una intensidad desbordante, abrumándolo por el deseo con la que lo miraban esas inquietantes iris. —Y cuando queremos algo lo hacemos con más fuerza que ningún otro.

Megumi se sentía muy tímido a su lado, inexperto, aquella maldición lo hacía estremecer con sus palabras tan directas, tenía una personalidad avazayante. Sukuna era consciente de ello y le parecía divertido avergonzándolo.

—Y bien, ¿Qué buscas de mí? —Preguntó mientras lo arrinconaba contra un gran roble, provocando que el inocente ángel se exaltara.

—¿Qué? —Murmuró con voz ahogada.

—Yo te dije que estoy aquí porque me gustas. —Si bien ya conocía lo directo que era la maldición, el comentario le tomó por sorpresa, haciéndolo sonrojar nuevamente. —¿Cuál es tu razón, Megumi?

El nombrado no sabía que contestar, los nervios no lo dejaban pensar y evitaba mirarlo a toda costa, Sukuna volvió a tomarlo del mentón, le disgustaba que sus preciosos ojos miraran a otra dirección que no fuera su rostro.

Megumi apoyó su mano derecha en el fuerte pecho contrario, lentamente tomó la valentía de alzar la vista y, con esos desbordantes iris que parecían el cielo nocturno en una noche estrellada, le respondió.

—Porque me gusta estar contigo.

En un par de días de conocerse, aquel tierno ángel ya había hecho a su corazón latir, con su pureza logró hacerlo sonrojar, un ser de luz había hecho sentir a un impetuoso demonio maldito. Él le sonrió amablemente.

—Si me miras así haré lo que sea por ti. —Tomó su mano y dejando un casto beso en ella.

Para Megumi era un misterio, quería conocer más de él, era atrevido pero a la vez tan dulce.

—¿Deseas que vayamos nuevamente al pueblo? —Preguntó, permitiéndose el posar sus manos en la delicada cintura celestial, a lo que su acompañante sólo asintió. —Entonces no perdamos el tiempo, quiero aprovechar cada segundo a tu lado.

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𝐃𝐚𝐧𝐜𝐢𝐧𝐠 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐀 𝐂𝐮𝐫𝐬𝐞; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora