Capitulo 2

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La mañana apareció, cosa que indicaba a Sett que era hora nuevamente de ir al trabajo, se removió inquieto en su cama mientras trataba de pelear en contra los gallos cantores que se escuchaban a unos metros de su casa.

Dándose por vencido se levantó con pesar, talló suavemente sus ojos con el revés de su mano antes de comenzar a realizar  su rutina diaria de ejercicios, una serie de abdominales y una más de lagartijas para iniciar bien el día, procedió a tomar un baño para realizar el aseo completo de su cuerpo y poco después ya estaba vestido y listo para bajar a desayunar, su madre seguramente ya se encontraba allá, pues podía escuchar el sonido de los trastos moviéndose de un lado a otro.

Aphelios desde temprana hora apareció entre la habitación del joven, se preguntaba cual es la manera en la que iba a terminar el pelirrojo que tantos errores le causaba a su pergamino del destino, era tan activo y ni se dio cuenta en que momento de sus pensamientos salió del baño para poder vestirse y secarse correctamente, Phel desvió un poco la mirada para evitar ver el cuerpo desnudo de aquel joven antes de decidirse a salir de la habitación para dar un paseo en la casa y así saber un poco más del entorno del joven a quien pronto guiaría al más allá.

Una vez más sus pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar que las dos personas que vivían en la casa se saludaban de forma energética.

—Buenos días, Mami.

—Hola cariño.— La mujer acercó su rostro al contrario para besar suavemente la mejilla de su hijo. —¿Ya estás listo para ir al trabajo?— 

—Estoy listo.

—Bueno, ven, vamos a desayunar para que puedas irte, no quiero que vayas con el estomago vacío.

Ambos se sentaron a comer luego de un poco de charla y dentro de poco Sett ya se despedía de su madre para poder retirarse.

—Que el espíritu de Jonia te guíen, hijo mio.— La mujer besó suavemente las mejillas de su hijo y él respondió de la misma forma.

—Gracias, Má... 

—Ve con cuidado, prepararé carne como te gusta para cuando vuelvas.

—Eres la mejor.— Sett sonrió y al sentir que su madre alzaba la mano para acariciar sus mejillas él tomó la delicada mano de la fémina para sentir mejor de su tacto y finalizó con un pequeño beso en la palma que antes tocaba su mejilla.

—Ten cuidado, mi pequeño cachorro... ¿sabes? me sorprende que aún no me llamen al trabajo, supongo que tienen manos suficientes para cubrir mi puesto.

—Eso es porque hace poco enfermaste y te mandaron a casa, Mami... quizá por eso no lo han echo, seguro quieren que descanses para que vuelvas mucho mejor que antes.—

 Sett tomó camino y Aphelios se quedó un momento más ahí de pie viendo a la mujer despedir con tanto amor y cariño a su hijo, le recordaba a Alune cuando él debía partir a algún lado y ella debía quedarse en casa o en el hospital por su enfermedad.

"—Lo siento tanto, pronto tendré que dejarte sola...—" Aphelios habló  en un murmuro, era claro que la mujer no le escucharía aún cuando hablase con gritos.

En medió de polvo, Aphelios desapareció, para hacerlo de nuevo esta vez a escasos metros de su victima, pronto hubieron llegado a la zona en donde  los seres trabajaban las tierras para los humanos. Dejó sus cosas en un lugar seguro y siguió adelante con sus trabajos establecidos.

—¿Por qué llegaste tan tarde, Sett?—  Murmuró uno de los jefes del lugar.

El pelirrojo masculló enfadado pero no respondió de forma grosera.

Angelus MortisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora