Capítulo 6

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 Aphelios podía observar desde la obscuridad del lugar lo que los hombres hablaban y la forma en que veían a donde los Vastaya movían los cargamentos que les eran otorgados.

Una vez caída la noche se acercó hasta donde el joven de pelirrojos cabellos quien se preparaba para ir a su casa.

—Hoy fue un buen día ¿verdad? — Sett observaba de reojo a Phel, quien simplemente se quedaba en silencio al escuchar el comentario.

—Sett, quédate un momento. — Habló el hombre de traje, el que hacía trabajar a las bestias en ese lugar.

—¿Qué necesita de mí? — El pelirrojo mostró una mueca de fastidio, hablar con ese hombre no era la mejor forma de terminar el día laboral.

—Oh, no seas tan rudo... tengo algunas propuestas que hacerte ¿Quieres subir de puesto? Ya sabes. Esto te dará mayores ganancias, un mejor rango.

Sett observó con una clara desconfianza al hombre, no todos los días le ofrecían buenas cosas, mucho menos ese hombre de tan mala sangre.

—¿Qué quieres a cambio? O mejor dicho ¿Qué tipo de trabajo me harás hacer ahora?

—¿Yo? No, nada... pero mi amigo sí.

De entre las sombras un hombre salió, también tenía un traje y se veía que tenía un rostro duro.

Las orejas de Sett bajaron un poco, todo eso no olía para nada bien.

—Él será tu nuevo dueño. — Añadió el actual dueño.

—Eso no es posible, no puedes venderme como si fuera un esclavo, si el comité de criaturas vastayanas se entera, te harán pagar muy caro.

—No te preocupes... yo de eso me encargo, a partir de ahora trabajas para él.

—Te aseguro que tendrás el mejor trabajo de todos. — El sujeto se acercó para indicarle al pelirrojo que le siguiera, aunque claramente él no lo hizo.

—¿Qué clase de trabajo?

—A partir de ahora tendrás que ser uno de los que harán algunos de los trabajos sucios por mí.

—No puedes obligarme a hacer algo que no quiero, ni a aceptar tus propuestas.

—Oh, tendrás que aceptarlo, Sett... No queremos que tu pobre y enferma Mami llegase a sufrir las consecuencias de tus negaciones.

Sett mostró los colmillos. —No te atreverías. —

—Oh, bueno, eso depende de tus respuestas, sabes que yo lo conozco todo, sus nombres, su casa, ocupaciones... y sabes también que conmigo no se puede jugar, siempre todo lo digo en serio. — Advirtió, aunque el nuevo comprador parecía un poco sorprendido por ello, cualquiera tuviera miedo de ponerse frente a frente como una bestia como lo era Sett.

A partir de ese momento Sett se convirtió en lo que sería un recaudador de impuestos, el matón en manos de un humano metido en todos esos trabajos sucios.

—Parece que esto te gusta. — Aphelios hablaba con Sett mientras este terminaba de medirse uno de los trajes que habían preparado para él.

—Bueno... no puedo negarlo, me queda muy bien vestir elegante.

—¿Qué dirá tu madre de todo este cambio?

—Ella se enterará de la verdad... bueno, algo así.

—¿Algo así?

—Ella sabrá de mi ascenso... pero no exactamente de mis nuevas funciones.

—Estoy seguro de que de todas maneras va a enterarse de todo lo demás. Las mujeres tienen una buena intuición.

Aphelios recordaba la convivencia diaria con Alune, incluso cuando comía alguna golosina a escondidas de su melliza, ella se enteraba rápidamente de las cosas, aún si no hubiera tenido testigos.

—Si, mi mamá es muy lista, pero sé fingir muy bien.

—Cómo sea... a partir de ahora las posibilidades de que algo ocurra a tu vida son mayores, así que no tomaré un descanso. — Aphelios apareció entre sus manos el pergamino con el que trabajaba, aunque la lista de nombres, junto al de Sett, no aparecía ahora.

—Pierdes tu tiempo, ángel... no moriré, ni ahora, ni pronto... tengo una larga y buena vida por delante. — Murmuró acomodando también suavemente su cabello para que nada saliera de su control.

Un poco más y comenzaría a recibir las ordenes de ese hombre.

—Hoy tendrás tu primer trabajo como recaudador. — El hombre de traje sonrió al ver que Sett tenía la apariencia que le había solicitado, parecía incluso un hombre de negocios.

—Sí.

—Ve a buscar este hombre, me debe dinero y ha hecho en verdad mucha lentitud a la hora del cobro, tráeme mi dinero, Bestia... y si lo consigues puedo traerte beneficios a ti también.

Sett asintió y con solo aquella foto que le mostraba asintió, ya se aseguraría de poder usar su poder bestial para encontrar a su víctima.

— La última vez se le vió fue a los rededores de este lugar, atrápalo, y tráelo si se niega a pagarte, no lo golpees, no lo mates tampoco. —

Sett asintió y comenzó su labor, durante la fría y obscura noche rastreó a la que sería su primera víctima, al menos por ahora, estaba feliz de algún modo, hacer este tipo de cosas era mucho mejor que todo el trabajo pesado que debía de realizar en los campos de cultivos o las minas en donde lo tenía trabajando el otro sujeto.

—Una vez más luces emocionado.

—Estoy emocionado, estoy prácticamente cazando a una persona.

—Estás actuando como un cachorro...

—No, solo estoy mostrando emoción.

Aphelios se cruzó de brazos mientras veía a Sett recargado en una pared cercana mientras observaba a lo lejos un grupo de personas que se comenzaban a reunir en uno de los puntos, probablemente se encontraban en la compraventa de estupefacientes.

— Llamas más la atención estando de esta manera. — Aphelios Sonrió mientras se cruzaba de brazos, Soraka apareció de la nada mientras observaba aquella zona y lo que hacían el ángel de la muerte como el humano por el que velaban.
—¿Qué se supone que están haciendo? — Murmuró en un susurró para Aphelios.
—Sett tiene un nuevo trabajo, debe de cobrar las deudas del otro.

—Su madre pidió en sus oraciones que le diera paciencia para poder hacer un buen trabajo ahora que había subido de puesto, su madre cree que ahora es algún tipo de guardaespaldas, pero no está feliz con eso. Teme por su cachorro. — La ángel abrazó su báculo mientras observaba junto a Phel al joven.

—Sett es todo menos un cachorro. — añadió Phel mientras suspiraba pesado, cuando dio un vistazo al joven se sorprendió de no ver al pelirrojo, ese chico, siempre actuando tan impulsivo.

Cuando menos acordó ya se encontraba yendo a donde la reunión de humanos en donde estaba también la presa de esa noche.

—Oh, cielos... Detenlo, Aphelios. Yendo así con toda la confianza del mundo harán que lo maten.

—¿Detenerlo? Eso es lo que estoy esperando.

Angelus MortisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora