Capitulo 8

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Desde las penumbras, Aphelios observaba con claro aburrimiento la forma en que Sett amenazaba a uno de los hombres en la mesa apartada de un bar, se estaba volviendo una rutina.

Ir a la casa de aquel hombre extraño, recibir las indicaciones y el perfil de sus deudores, cazarlos, encararlos y si se negaban a tomar las responsabilidades de pago entonces Sett podía divertirse. Hasta ahora no había matado a nadie; indicaciones mismas de aquel hombre que lo había contratado. Aphelios añoraba tanto el momento en que pudiera recolectar las almas de aquellos que se cruzaban en el camino del pelirrojo.

A su lado, su compañero hizo su aparición.

—¡Woow! parece que llegué en el momento preciso. ¡Dale, con la silla!— Kayn se estaba volviendo admirador de las golpizas que Sett le daba a las victimas y casi siempre terminaba escabulléndose entre él y Aphelios para poder divertirse con esas palizas.

—¿Por qué te parece tan divertido todo esto?— Phel se cruzó de brazos e hizo un gesto del dolor cuando un diente humano salió volando.

—Por favor, Aphelios. no seas una doncella, además... es la única forma en que se harán responsables de devolver el dinero del humano ese de traje.— Hizo un gesto al aire, como si él también estuviera golpeando algo. —Pero, piensa también que en una de esas peleas alguien puede matar a Sett ¿No es eso lo que estás esperando?—

Aphelios solo pudo callar  mientras volvía a invocar su pergamino para poder verificar, como cada día, el nombre de Sett aún estaba cambiante en cuanto a la forma de muerte que tendría. —Esto solo es un dolor de cabeza.—

Sett había dejado ya en el suelo al hombre, amaba poder ver sus caras de sufrimiento en sus momentos débiles, sobre todo si se trataba de humanos inútiles; finalmente podía demostrar quien era  el más fuerte en realidad. — Me llevaré esto por haber echo que me ensuciara las manos.—  se burlaba mientras tomaba la cartera de aquel tipo, solo tomó el dinero y se marchó, no sin antes lanzarle de vuelta el objeto de cuero.

Mientras salía, el pelirrojo contaba el dinero para poder asegurarse de tener una buena paga esa noche, podría comprarle a su madre un precioso vestido que había visto en una tienda cercana. —Ese era el ultimo de la noche.— Informó para Aphelios, pero no lo veía cerca, se detuvo a buscarlo con la mirada, al verle acercarse con el otro espíritu sonrió. —Oh, ya me estaba preocupando, pensé que mi Ángel me había abandonado.—

Kayn reía, ya comenzaba tanto él como Aphelios a acostumbrarse a ser llamados de esa manera por ese sujeto.

—No, solo estábamos poniéndonos al día.—Aphelios se colocó a un lado de su victima mientras observaba el dinero que era guardado en su chaqueta.

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Al llegar  a la cas del hombre de traje, Sett entregó la lista en su escritorio, a'si como las cantidades de dinero que había recolectado de cada uno conforme sus nombres aparecían.

—¿Todo esto fue la ganancia del día de hoy?

—Así es... 

—Perfecto, pero no terminan de saldar sus deudas,  supongo que terminarás yendo de nuevo a visitar a nuestros amigos, más adelante. Buen trabajo, tu paga está en el lugar de siempre, ya puedes irte.

Sett avanzó, fue a donde se supone era la sala principal de aquella gran casa, el hombre o cualquiera de las personas que le ayudaban solía dejarle su pago y un poco de propina en una mesita central, de esa forma él lo recogía y podía marcharse sin más.

—Es hermoso y satisfactorio el tintineo de las brillantes monedas... creo que este trabajo no es tan malo como pensé al principio.

—Piensas eso porque te está cegando el dinero ¿No tienes otra forma sana de vivir la vida? 

—Oye, no puedes decirme eso cuando tu estás muerto... espera ¿O es por eso que me lo dices? ¿Es porque quieres que viva algo que tu no puedes ahora?— Soltó una risa nasal. —Eso es hasta cierto punto triste.—

—No es triste nada como eso, es hasta divertido...— Kayn se mofaba. —No es triste porque él termino siendo un ángel de la muerte ya que atentó contra su propia vida ¿no es así?—

Aphelios desvió la mirada, no le apetecía hablar de eso con alguien como Sett, ver sus ganas de vivir y permanecer en ese podrido mundo le causaba de algún modo repulsión y envidia a partes iguales. —Quizá para ti parezca gracioso y de cobardes, pero cuando no tienes más motivaciones en la vida entonces no te avergüenza y no te duele llevar a cabo tus acciones.

Sett silbó un momento ante la nueva información que obtenía de sus amiguitos ahí presentes. —Siempre he pensado que las personas que tienen un final como ese son las más valientes... nadie podría hacerse daño al punto de privar su vida.—

Aphelios se ruborizó un poco al escuchar aquellos pensamientos, pero no respondió más a ellos, cambiaría de tema. —A este paso no podré jamás terminar con mi lista.—

—Oh, no te pongas triste... yo llevo días sin recoger alguna, he estado vagando solamente haciendo travesuras.— y nuevamente reía, sin embargo. una especie de agujero se abrió del suelo y una mano esquelética tomó el pie del chico de larga trenza y lo jaló dentro. —No, no. Solo estaba romeando.— Murmuraba, pero pronto fue absorbido y el piso sellado nuevamente.

—¿Tu amigo estará bien?— Murmuró Sett, aún perplejo por lo que había sucedido y alarmado al ver a Phel tan tranquilo siguiendo con el camino.

—Sí, solo fue llevado a una junta de emergencia, quizá solo le den un sermón o lo castiguen con más almas que recaudar.— Alzó los hombros suavemente para indicar con ello que le restaba importancia 

—Eso si dio miedo.— El vastaya volvió a caminar, evadiendo la zona donde se había formado aquel agujero, no quería que algo fuera a salir de ahí y lo llevase a las profundidades del infierno o algo similar.

Pronto pudieron volver a casa, Jolie estaba sentada  en un sofá de la sala mientras bebía un poco de té que había preparado.

—Hola má... ¿qué haces despierta?— Susurró Sett, ofreciendo un beso en su cabecita para proceder a ir directo al baño a lavar sus manos.

—Estaba esperándote, cariño...— murmuró ella mientras limpiaba sus labios con una servilleta. —Rezaba para que nada te ocurriera y  volvieras con bien.—

Cuando Sett salió del baño se sentó frente a ella para degustar una de las galletas. —Pero tú debes de descansar, no es bueno que estés desvelándote tanto... ven, te llevaré a tu habitación para que duermas.— Susurró, pero recibiendo una negación a la propuesta. 

—Está bien, cachorrito... yo iré por mi cuenta propia, tú ve a bañarte y a descansar.— se levantó con cuidado para recoger los trastos utilizados. — buenas noches.— susurró, acercándose a besar suavemente  una de sus mejillas.

—Descansa má...

Aphelios observó fijamente aquel intercambio, pero pronto desapareció entre la obscuridad de las sombras, se sentó en el tejado, recibiendo gustosamente la luz de la luna en su rostro. —Oh, Alune... me pregunto si podré algún día volver a verte en realidad, no tienes idea de cuanto te echo de menos.— hablaba al aire.

—Ella también te extraña, pero no duda en que podrás trabajar duro y con todo tu esfuerzo podrán reunirse de nuevo.— Soraka había aparecido junto al ángel de la muerte, se sentó a su lado y acarició un poco su cabello a modo de consuelo.

Angelus MortisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora