—Apártate —gruñe una voz a mi espalda.
Sorprendido, me giro hacia el hombre que hace cola detrás de mí.
—Perdona —digo—. ¿Querías pasar?
—No. Quiero que los imbéciles del mostrador se den prisa, que voy a perder el vuelo —responde con desprecio, y huelo el alcohol que emana de él—. Qué asco de gente.
Me giro hacia delante. Estupendo, un borracho en la cola de facturación. Lo que me faltaba. El aeropuerto de Heathrow está a reventar. El mal tiempo ha retrasado la mayoría de los vuelos y, si soy sincero, no me importaría que retrasaran el mío también. Así podría dar media vuelta, volver al hotel y dormir una semana.
Oigo que el hombre se gira y empieza a quejarse con los que tiene detrás. Pongo los ojos en blanco. ¿Acaso hace falta ser tan maleducado?
Me paso los siguientes minutos escuchándolo despotricar, bufar y refunfuñar hasta que no puedo más. Me doy la vuelta para mirarlo.
—Van lo más rápido que pueden. No hace falta ponerse así —le suelto.
—¿Cómo dices? —grita mientras dirige su ira hacia mí.
—Ser educado no cuesta nada —digo entre dientes.
—¿Qué ser educado no cuesta nada? —chilla—. ¿Qué eres? ¿Profesor? ¿O es que te gusta tocar los huevos?
Lo fulmino con la mirada. Se va a enterar. Me he pasado las últimas cuarenta y ocho horas en el infierno. He cruzado medio planeta para ir a una boda a la que también ha asistido mi ex, que se ha pasado todo el tiempo en brazos de su nueva novia. Ahora mismo podría arrancarle la cabeza a alguien.
Que no me toque las narices.
Vuelvo la vista al frente. Me hierve la sangre.
Le da una patada a mi maleta. Me giro.
—Ya vale —le espeto.
Me mira a los ojos y me estremezco al notar su aliento.
—Haré lo que me salga de los cojones.
Veo que llegan los de seguridad. No le quitan ojo. El personal ha visto lo que está pasando aquí y han pedido refuerzos. Finjo una sonrisa.
—Deja de darle patadas a mi maleta, por favor —le pido con amabilidad.
—Le daré patadas a lo que me salga de los cojones.
Levanta la maleta y la tira.
—Pero ¿se puede saber qué te pasa? —chillo.
—Eh —grita el hombre que tenemos detrás—. Deja sus cosas. ¡Seguridad!
Don ebriedad y alteración del orden público le pega un puñetazo a mi salvador y se enzarzan en una pelea.
Los guardias llegan corriendo de todos los rincones y me apartan mientras el tío se pone a lanzar puñetazos y gritar palabrotas. No necesitaba esto precisamente hoy.
Cuando al fin lo tienen bajo control, se lo llevan esposado. Un guardia muy amable recoge mi maleta.
—Lo lamento mucho. Acompáñeme —dice mientras desengancha la cuerda dela fila.
—Gracias. —Sonrío avergonzado a los de la fila. No me gusta saltarme la cola, pero, llegados a este punto, me da igual—. Qué bien.
Lo sigo tímidamente hasta el mostrador. Allí, un chico levanta la vista y sonríe de oreja a oreja.
—Hola.
—Hola.
—¿Estás bien? —me pregunta.
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The Scale [Emiliaco]
FanfictionBienvenido a bordo del mejor viaje de tu vida, Joaquin. Agárrate, vienen turbulencias. El champán y el servicio fueron impecables. Y el hombre sentado a mi lado fue incluso mejor. Íbamos a Nueva York e hicimos escala en Boston. Disfrutamos de una no...