—Contesta, contesta —grita Aarón.
—¿Qué hago? —digo. Las manos me tiemblan de los nervios.
—Contesta, venga —me insta Molly mientras coge el móvil.
—No contestes —tartamudeo mientras intento quitárselo. Ella lo mueve de un lado al otro.
—Venga, va, contesta —me apremia.
Se lo arrebató de las manos y lo observó mientras vibra.
—No voy a contestar.
Aarón me quita el teléfono y contesta por mí.
—Hola —dice, poniendo voz de chica, y me lo pasa.
—¿Qué haces? —exclamo articulando solo con los labios.
—Hola, Joaquin —susurra Emilio con voz de terciopelo.
Abro un montón los ojos al ver las caras de asombro de mis amigos. Aarón se santigua como si estuviera en la iglesia y hace como que reza.
—Hola.
—¿Dónde estás? —pregunta.
—En un bar.
Miro a mi alrededor mientras me tapo la otra oreja con la mano para oírlo mejor. No le voy a decir dónde estoy exactamente porque voy hecho un asco. Contengo la respiración mientras escucho.
—Quiero verte.
Me muerdo el labio inferior. Me he quedado paralizado de los nervios. Molly me da un golpe en el brazo para sacarme del trance.
—Ya te he dicho que tengo novio —insisto—. No puedo verte.
—Madre mía —le dice Aarón a Molly solo con los labios mientras se tira del pelo.
—Y yo ya te he dicho que rompas con él.
—¿Quién te has creído que eres? —tartamudeo.
Aarón y Molly escuchan con atención.
—Sal a la calle, que no te oigo bien —brama.
Salgo fuera. Todo está en silencio.
—Mucho mejor —dice.
Echo un vistazo a los taxis dispuestos en fila.
—¿Qué quieres, Emilio?
—Ya sabes lo que quiero.
—Tengo novio.
—Y ya te he dicho qué hacer al respecto.
—No es tan sencillo.
—Sí lo es. Dame su número y te ahorraré el trabajo.
Sonrío por lo descarado que es.
—No me pone nada lo arrogante que eres.
Qué mentira más gorda; nada más lejos de la realidad.
—Tú, en cambio, me pones un montón. Me he pasado el día empalmado. ¿Qué tal si vienes y acabas con mi sufrimiento?
Oigo los latidos de mi corazón. ¿Esto va en serio?
Un par de borrachos pasan por mi lado tambaleándose y me tengo que apartar para que no choquen conmigo.
—Perdona —gritan.
—Mañana me voy a California —confieso.
—¿A verlo?
—Sí.
—¿No ha venido contigo?
Arrugó la frente. Mierda. ¿Para qué habré dicho nada?
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The Scale [Emiliaco]
أدب الهواةBienvenido a bordo del mejor viaje de tu vida, Joaquin. Agárrate, vienen turbulencias. El champán y el servicio fueron impecables. Y el hombre sentado a mi lado fue incluso mejor. Íbamos a Nueva York e hicimos escala en Boston. Disfrutamos de una no...