CHAPTER 30

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Definitivamente podía vivir en un barco y pasar sus días en el océano pero había perdido la costumbre de pasar tanto tiempo en el agua.

Hongjoong llevaba unos días viajando en su forma de origen y se dio cuenta de que había olvidado muchas cosas: desde sentir la reconfortante sensación del agua salada todo el tiempo hasta ver las profundidades del océano y todas las otras criaturas marinas con las que interactuaba siempre.

Por suerte aún recordaba cómo orientarse. El único problema que se le presentó en el camino (además de tener que ser cuidadoso con los depredadores) fue el alimentarse; ya se había acostumbrado a tener la comida en sus manos lista, comida de humano y además había perdido la práctica de cazar para poder alimentarse.

Así que los primeros días de su viaje fueron un martirio, vaya que pasó hambre; los peces que acechaba se le escapaban de las manos con gran facilidad y se alejaban agitando su cola casi con burla.

No fue hasta que estaba apunto de darse por vencido y declararse muerto de hambre que tuvo éxito.

Escondido detrás de una gran roca, observó a un pez salir de su coral, indefenso y completamente solo, sin sospechar que alguien lo acechaba.

Hongjoong esperó el momento exacto para salir de su escondite, siendo lo más sigiloso posible. Cuando creyó que estaba a una distancia prudente, se lanzó de lleno al pobre pez que no pudo escapar.

Teniéndolo ahí en sus manos, retorciéndose para ser liberado, la sirena sintió verdadera lástima por el pobre animal. Pero se estaba muriendo de hambre y no creía poder soportarlo por mucho más.

Así que con sus afilados dientes, se devoró a su presa.

Había olvidado la sensación de la carne gelatinosa y cruda en su boca y también del intenso sabor a sangre.

Definitivamente no cambiaba la comida humana por nada del mundo.

La historia se repitió (no muchas veces pues aún era algo inexperto en lo que cazar respectaba) hasta que, calculando, una semana y media después, llegó a su destino.

Se sintió bastante extraño volver a nadar por esas aguas tan familiares pero a la vez tan desconocidas pues ya no las sentía como su hogar.

Reconoció mucho del entorno, desde los arrecifes de coral hasta esa extraña cueva de rocas que dirigía directamente a su comunidad.

Tuvo que hacer una pausa antes de ingresar en ese socavón y ser tragado por la oscuridad.

¿En qué estaba pensando?¿En qué momento había decidido que hacer esto era una buena idea?

De verdad estuvo apunto de darse la vuelta y volver por donde había venido. Pero la fuerza del pasado fue más fuerte.

Él no era ningún cobarde.

Creyó que encontrar la brújula era lo que le ayudaría a pasar capítulo, sin embargo se dio cuenta de que siempre había sido una excusa.

La única manera de soltarse del pasado era enfrentarlo de frente. Y por eso estaba aquí.

Así que armándose de valor, emprendió su camino con la melancolía sofocándolo. Los recuerdos inundaban su cabeza, mareándolo.

Y el sentimiento sofocante se hizo cada vez peor cuando llegó al otro lado y vio que todo seguía igual a como lo recordaba.

Los enormes corales de todos colores; sus hogares. Una comunidad.

Pero algo se sentía diferente; un aura algo lúgubre cubría todo. No había niños nadando por doquier, ni personas celebrando día y noche tal como recordaba.

TREASURE | ATEEZ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora