Se nos ocurrió nadar lejos. Tú y yo solos, S, solos. El agua acariciaba mi rostro mientras reías.
Oh, tu risa, el mejor sonido que han escuchado mis oídos. Y de pronto dejé de oírla. Solo había silencio.
Me di la vuelta y no estabas. Estába[mos] muy al fondo. Y no te veía.
Grité. Chillé tu nombre muy alto. Tu nombre. Otra vez. Y otra.
Y otra.
Y no respondías.
Una lágrima amenazó con escaparse, y susurré dos palabras.
"Por favor".
Como si fueran un hechizo, apareciste.
