Prólogo

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Los recuerdos o más bien la falta de estos, era lo único que reinaba en esos momentos en su cabeza. Solo recordaba que estaba en su habitación de pie, pero no recordaba con exactitud qué hora era o la fecha. En esos momentos sentía como un calor abrazante cubría su cuerpo. Sin embargo, eso no era lo único que percibía.

Podía oler la sal en el aire, sentía como algo debajo de ella oscilaba de forma casi arrulladora. Puso sus manos contra lo que creyó que era un piso de madera y aún con los ojos cerrados trató de sentarse de forma lenta, lo último que necesitaba en esos momentos era sufrir un ACV. Respiró profundamente y volvió a sentir con mayor intensidad la sal en el aire. A medida que iba recobrando la conciencia, escuchaba murmullos y el sonido de agua chocar con algo.

- ¡Apártense! – escuchó gritar a una voz lejana. Lo único que quería en esos momentos era poder abrir los ojos y ver en dónde estaba, porque en su habitación, estaba completamente segura, de que no se encontraba. Cuando intentó abrir sus pesados parpados, lo único que pudo ver fueron una manchas negras que la rodeaban y detrás de ella una luz tan cegadora que cerró los ojos fuertemente. - ¡Llamen al Capitán! - << ¿Capitán?>> se preguntó ella, pero de inmediato se preocupó por tratar de abrir los ojos. Y así fue. Cuando finalmente los abrió y se acostumbraron un poco a la luz pudo ver cómo estaba siendo rodeada por un grupo de hombres. << ¡A la mierda con el ACV!>> se levantó casi dando un brinco y se alejó del grupo de hombres.

- ¿D-d-d-d-d-d-dónde estoy? - tartamudeo con una voz que de no ser porque brotaba de sus labios quemados y secos por la exposición al sol, hubiera creído que era de otra persona- ¿Q-q-q-q-q-q-quiénes son ustedes? - preguntaba desesperada. Miró hacia su alrededor e identificó que no estaba en su casa, y mucho menos en tierra firme.

Se encontraba en un barco lleno de hombres, los cuales la miraban con recelo y curiosidad.

-Se encuentra en un barco – respondió un hombre de baja estatura y con aspecto de no haberse duchado en toda su vida – y nosotros somos piratas – La mujer no reaccionó en el momento, simplemente se quedó plantada en el lugar en donde estaba de pie. Era imposible que estuviera en un barco y lleno de piratas menos

- ¡¿Esto es una puta broma?! – había pasado del estado de estupefacción al estado de histeria- ¡¿Estoy acaso en una Jodida película de Piratas del Caribe o qué?! ¡¿Dónde están las cámaras escondidas?! ¡¿Y Johnny Depp?!- su cuerpo entero estaba temblando de forma incontrolable. ¿Qué estaba sucediendo? - ¡¿Por qué mierdas nadie me responde?! – de un momento a otro se escucharon unos pasos pesados y estos venían acompañados de un hombre de más o menos metro noventa, sin camisa, tez bronceada debido a la constante exposición del sol, un torso musculoso y esto era acompañado por una cabellera negra que le llegaba más o menos hasta los hombros. En esos momentos cuando el hombre se acercó hacia la mujer desorientada, ella se percató de lo bajita que era, <<Parezco un llavero>> pensó ella, sin embargo, el estado atónito que la había poseído en esos momentos por la presencia de aquel hombre se vio mitigado por el terror de no saber dónde estaba, así que reaccionó y miró al hombre con el ceño fruncido. -Escúcheme señor, espero que usted si me sepa responder – agarró una caja que había visto a su lado, se subió en ella para quedar un poco a su altura y colocar sus pequeñas manos en los gigantescos hombros del hombre - ¿Dónde estoy? - sus ojos miraban fijamente a los de él, los cuales no podían esconder la curiosidad y la desconfianza que sentía de verla en el barco.

Solo un mes entre mis brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora