Cerré la puerta con llave tan rápido como me dijo. Poniendo la oreja en la puerta, y escuché para asegurarme que Max había hecho lo mismo con la suya. Volví corriendo hacia mi cama, me tiré en ella llorando. No podía parar. ¡Habia sido una im.becil! Otra vez había hecho que mi padre lastimará a mi hermano. Y probablemente a mi madre también, por los sonidos de los ruidos del salón.
De repente, se produjo un rasguño, un ruido golpeando mi ventana. Abrí mis ojos de golpe, para ver a Ross a fuera, mirándome con trizteza. Corrí hacia mi ventana y la deslice hacia arriba silenciosamente, preguntándome ¿que demonios hacia él aquí?. Debería de estar en su casa.
—¡Ross, ¿que haces aquí?, tienes que irte, ahora! —grité susurrando, girando mi cabeza con fuerza, pero el chico es.tupido sólo trepo a la habitación desde la ventana, cerrándola silenciosamente detrás de él.
Con tuve la respiración con los ojos más que abiertos viendo la puerta. Si mi padre lo encontraba aquí se iba a volver loco, no le gustaba que Ross vieniera la casa, siempre decía que era un ruidoso.
–¡Ross, sal!— susurré, desesperadamente intentando empujarlo nuevamente por la ventana. Me estremeci, preguntándome que haría mi padre, si hubiera escuchado abrirse la ventana y que está Ross aquí. Ross no se movió, él sólo envolvió sus brazos alrededor mió, trate de empujarlo pero me abrazó más fuerte.
—Esta bien —Susurró, acariciandome el pelo. Empecé a llorar en su pecho; pensamientos de Max herido pasaron por mi mente.
Ross era alto para su edad, tenia 10 años igual que Max, Ellos eran mejores amigos y lo siguen siendo desde hace cuatros años que nos mudamos aquí. Tenía el pelo castaño/rubio con cuál siempre ponía gel, ojos mieles claros, que eran como ventanas hacia su alma. Cuando mirabas a Ross sentías como si pudieras volar. Era muy lindo, todas mis amigas estaban locas por él por alguna razón. Sin embargo, Ross y yo, no nos llevábamos del todo bien. Él se burlaba de mi todo el tiempo, me pone el pie para que yo tropezara, me jala el pelo, y tenía esa maldita costumbre de llamarme "Angel" por alguna razón me llamó así desde el momento en el que me conoció y realmente me pone furiosa.
¿Que demonios estaba haciendo aquí a hora? ¿ Y por que estaba abrazandome? Tal ves pensó que era la habitación de Max, y se acercó a la ventana equivocada—pero no podía estar en lo cierto ya que la habitación de Max se encontraba del otro lado de la casa.
Me eché hacia tras para mirarlo, por alguna razón el se veía triste; tenía lágrimas en sus ojos mientras se limitaba a seguir abrazandome. Él sabia lo de mi padre, Max había sido golpeado varias veces por él, y le soltó la verdad.
Max y yo le rogamos que no dijera nada, sin embargo, nunca lo ha hecho.— ¿Qué éstas haciendo aquí, Ross? –susurré, limpiandome la cara, pero las lágrimas siguieron cayendo.
Me tiró sobre la cama, meciendome suavemente, igual que Max cuando lloraba. Miré su pecho y me di cuenta de que estaba usando la camiseta y shorts de los Power Rangers. Frunci el ceño, un poco confundida, ya que hacía frío afuera, cuando me di cuenta de que estaba usando su pijama. Miré el reloj para ver que eran casi las ocho y media, había llorado durante una hora entera.
—Te vi a través de la ventana. Sólo quería venir y asegurarme de que estabas bien —susurró a su vez, todavía abrazandome con fuerza.
Miré hacia la ventana. La habitación de Ross estaba directamente enfrente de la mía, y podía ver en su habitación, lo que significaba que él podía ver en la mía. Me mordi el labio, oh Dios me había visto llorando, tengo que verme tan débil para él. Las únicas personas que me habían visto llorar eran mi madre y Max.
—Estoy bien, tienes que irte —susurré, empujándolo otra ves, tratando de sacarlo de la cama.
Se limitó a negar con la cabeza.
— No me voy hasta que dejes de llorar —declaró, empujandome nuevamente en la cama, de manera de que estábamos acostados en mi cama, uno frente de otro. Tenía sus brazos envueltos alrededor mío tan fuerte que ni siquiera podía retocerme. Me sentí segura. Me deslice suavemente, presionando todo mi cuerpo con el suyo, y solloze en su pecho.
Me desperté en la mañana, todavía envuelta fuertemente en sus brazos; di un grito ahogado y miré el reloj 6:20 am.
—¡Ross!—Susurré, sacudiendolo.
—Ahh, ¿que, mamá? —dijo con los ojo cerrados.
—¡Shh! —siseé, rápidamente cubriendo su boca antes de que hablara otra vez.No puedo creer que nos quedamos dormido, esto esta mal, muy mal.
Sus ojos se abrieron de golpe y me miró, sorprendido, y luego miró alrededor de mi habitación.
—Oh no ¿Me quede dormido? —susurró, sentándose y pasandose la mano por su pelo, que estaba levantado por todas partes pero en realidad se veía mejor así, que cuando tenía ese asqueroso gel en él.
—Tienes que ir a casa, Ross. ¡Rápido! —sisee, empujándolo hacia la ventana. La abrió y empezó a trepar fuera pero agarre su mano haciendo que se detuviera. Levantó la vista hacia mí, con una expresión confundida en su cara.
—Gracias — susurré, sonriendole agradecidamente. Realmente necesitaba ese abrazo la otra noche, ese fue probablemente la cosa más bonita que alguna ves Ross ha hecho por mí. Él me devolvió la sonrisa.
—De nada, Ángel — respondió, sonriendo y saliendo.
Vi como pasaba por el agujero en la valla y volvió a subir a su propia ventana. La cerró y me saludó, le devolví el saludo, y fui a vestirme. El pensamiento de Ross viniendo a escondidas aquí y estando en la casa sin permiso, hizo que mi estómago doliera. Tuvimos mucha suerte de no ser atrapados. Me aterraba pensar que habría sucedido si sus padres hubieran ido a su habitación en la noche y hubieran visto su cama vacía, o que habría pasado si no me hubiera levantado temprano. Me estremeci al pensar que mi padre haría si hubiera entrado aquí para encontrar a Ross en la casa durante la noche.
Yessica.