Capitulo 6.

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Él sólo se reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la tienda, finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada, para comprobar si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos mechones sueltos detrás de su oreja, sus dedos demorándose en mi mejilla. Golpeé su mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.

-¡Eso fue tan vergonzoso! -siseé.

-¿Cuál es el problema? A la mayoría de las chicas les encantaría que les hiciese eso. - replicó, encogiéndose de hombros y yendo hacia las revistas.

Pisoteé con el pie, luego me ruboricé por que había pisoteado como una niña pequeña; por suerte, Ross no miraba de lo contrario nunca hubiese oído el final de esto. Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al mostrador para pagar.

Estaba felizmente hojeando la revista cuando dos chicos se acercaron a mí. Me puse tensa.

-Bueno, hola aquí. - ronroneó uno de ellos. Asentí con la cabeza en reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de Ross.

- Hey, ¿a dónde vas? - preguntó el otro, agarrando mi mano.

Mi corazón empezó a acelerarse mientras miraba alrededor frenéticamente.

-Estoy buscando a mi novio. -le mentí, tratando de sonar segura.

-¿Novio? No veo ningún novio. - dijo el otro, burlándose de mí. - ¿Que tal si vamos a alguna parte y nos conocemos mejor? -ofreció el chico que estaba sujetando mi mano, tirandome hacia él lentamente.

Me sentí enferma. Oh Dios, Ross, ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente a gente que no conozco.

-Hey, Ángel. - dijo Ross, arrojando su brazo alrededor mío y mirando a los dos chicos, que de inmediato soltaron mi mano y dieron un paso atrás. Me acerqué al lado de Ross y me presioné contra él tan fuerte que dolía. -Espero que no estuvieran molestando a mi chica.- dijo casualmente, pero podía oír el enfado en su tono de voz.

Ross siempre ha sido protector conmigo; una vez un chico me empujó a un charco cuando tenía siete, y Ross fue directamente a la casa del muchacho y le dio un fuerte golpe en la cara.

-De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo. - El chico mintió, y levantó las manos inocentemente.

-Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa. - dijo Ross, guiandome hacia la puerta. Una ves fuera, se giró para mirarme. - ¿Estás bien? -preguntó, revisandome preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir de mi pecho tan pronto como oí su voz.

Asentí y sonreí gratamente.

-Gracias. -murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré hacia abajo a la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír. - Gracias, Ross. - él siempre hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lastima que fuese un idio.ta, de lo contrario sería un buen chico.

Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. Ross se cernía detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras miraba mi cuerpo.

-Por el amor de Dios, Ross, ¡mis ojos están aquí!- dije airadamente, señalándome la cara. Se rió.

-Wow, estas verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? - bromeó, sonriendo.

- Sí, lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me he visto y sentido como una idio.ta todo el día. - dije con acritud.

-Creo que te has visto sexy todo el día. - respondió, encogiéndose de hombros.

-Ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No me tienes de buen humor, Ross. - Tiré la comida en el horno y me puse a preparar un poco de ensalada.

-Bien, como quieras. - Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado, ayudandome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir su calor que irradiaba de su cuerpo, al mío, era extrañamente calmante.

-Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media; imagino que te quedas a cenar. -dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No estoy segura de que Max le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba afuera, pero Ross lo hacía siempre de todos modos.

-Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. - sonrió.

-No estaba preguntando. - gruñí sarcásticamente mientras me giraba para alejarme.

Me agarró la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca de mí que mi pecho chocaba con el suyo, podía sentir su aliento soplandome en la cara.

- Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de ser tan mala conmigo. -Dijo en voz baja.

Respiré hondo y suspiré.

-Esta bien, si, lo siento también. Supongo que he sido algo dura contigo. -admití, tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos miel caramelo que se sentía como si estuviera viendo mi alma.

- Así que, ¿estoy perdonando? - preguntó, sonriendo.

Me gustaba este Ross, él que me cuidaba, él que era diferente cuando estábamos por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir que no, y sentí mi voluntad de odiarlo desmoronarse.

Me reí y puse los ojos en blanco.

-Lo que sea. Voy a ir a ser los deberes antes de cenar.-me empuje de su retención y me alejé rápidamente de él.

Continuará...

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Yessica.

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