Preludio

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Día 14 de abril del año 1940 D.C.;  Me propongo demostrar honestidad con los lectores. Surge en mí una gran dificultad para estructurar esta particular historia de una manera interesante, pues yo no soy un escritor profesional aun a pesar de mis largos años leyendo cantidades inmensas de libros. Por ende he de comenzar con una imagen, la más fresca y última sobre él, marcada en mi mente.

Fue en mitad de una noche tormentosa, hacía un frio intenso y una lluvia torrencial caía de igual manera que si el cielo hubiese adquirido peso para derrumbarse sobre la tierra; allí aquel hombre quien había admirado inmensamente se encontraba llorando, gritando desde lo más profundo de su interior, un grito potente capaz de traspasar valles y montañas. Frente a él  yacía de nuevo un paisaje desgarrador, su preciado pueblo en llamas. Las calles por las que a diario recorría no eran más  que caminos repletos de escombros y grandes nubes de humo… Esa noche lo vi. Distinguí a este intrépido sujeto en el risco de la montaña observando la vasta tierra de Luction desde lo alto. Los rayos que arremetían provenientes de las nubes durante la tormenta permitían ilustrar su silueta en la lejanía, su imagen decaída y anclada en la tristeza más profunda, sumida en la angustia. Ver a alguien tan fuerte en tal estado me demostraba lo humano que era a pesar de todo. Esto que he de escribir a continuación no es la vida de un hombre cualquiera, sino la de un valiente quien se entregó en cuerpo y alma por su gente.

Nuestro rey Wil Reh Son, destacado siempre como una buena persona inigualable, posee ese carisma que resalta tanto entre la multitud. Desafortunadamente no faltan quienes lo critiquen, quienes lo llamen cobarde, e incluso,  quienes lo vislumbraron en aquella noche, le otorgaron el sobrenombre de demonio. Aislado de su gente durante ya cerca de 20 años, nuestro actual rey no ha salido ni para tomar aire. Mis dudas han sido disipadas con los inviernos pasados y, después del extenso tiempo transcurrido, solo puedo conservar la confianza de que lo hace por un bien mayor. Así pues, para que la imagen de Wil hijo de Ulfr y heredero de la familia Son sea bien recordada,  he tomado la decisión de escribir estos libros  basándome en los datos que recolecté a lo largo de los años referentes a él y, con esta sencilla manera, lograr recordarlo como lo que ciertamente fue, un individuo ejemplar, alguien a quien se le puede llamar rey.

Durante el tiempo que va corriendo  desde mi inicio escribiendo el presente libro hasta su conclusión, adquirí una costumbre de salir reiteradas veces a recorrer las calles. Comprendo que las cosas ya no sean iguales a los años previos a su encierro, pero haciendo uso otra vez de la sinceridad me pesa decir que esta vista es deprimente. Wil fue quien mantenía un ambiente agradable, su ausencia no tardó en hacerse notar. En apenas un par de décadas la ciudad se llenó de corrupción y carencias causadas por las grandes pérdidas materiales ocurridas en el incidente de hace 20 años. Hay relatos los cuales creo darían vida e inspirarían al pueblo a volver a confiar en él. Las historias acerca de sus días como General de los Brodyr en las fronteras, acerca de su viaje a tierras de los Guayaki y sobre su hospedaje con Suil, cada uno son fragmentos de su vida que no han narrado todavía con el detalle que deberían. Los registros suelen recurrir a un formato carente de conversaciones o acciones que no parezcan ser de “relevancia”, por obvias razones, aun así conseguí recopilar casi al completo los variados sucesos acontecidos en estos lapsos de tiempo; situaciones en las que puedo dar pruebas de que nuestro rey no era un hipócrita, ni tampoco quien trajo consigo la desgracia durante esa noche (como muchos demuestran estar completamente convencidos).

Al mantener mi mano sobre el mecanismo de escritura… me mantengo a la vez pensativo; tantas ideas y el conocimiento desordenado en mi cabeza… desordenado no sería la palabra exacta, sino que siendo honesto como de costumbre, no sabría cómo contar esta compleja historia. Mera opinión del escritor novato. Sin embargo me he decidido firmemente a escribir este libro, o estos libros dependiendo de los meses que me tome. Más que nada me surge este sentimiento debido a que poseo excesivos recuerdos muy gratos de aquel al que hago constante mención. Y  ojalá lo que ahora es retorne a ser lo que fue, cuando él caminaba por la ciudad de Drasian con alegría dando seguridad y esperanza a los habitantes, o al menos a aquellos que conocían al Wil escondido tras ese sobrenombre de Hijo del rey. Deseo que salga pronto de su encierro, pues fue el mismo quien transportaba en épocas de tristeza la más brillante de todas las luces. Disipando cualquier secretismo, Wil fue el que transportaba en sí… La Luz. Das Licht.

Licht : El Hijo Del Rey Y El SicarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora