Capítulo diecisiete: el ship.

196 24 17
                                    

Siento como mi mente va despertando. Un punzante dolor de cabeza se hace presente haciéndome apretar los ojos antes de abrirlos.

Con esfuerzo me levanto de la cama, cada músculo de mi cuerpo duele, como si hubiese recibido la peor de las golpizas.

Entro al baño, y luego de despojarme de mi pijama, me meto en la ducha. El agua fría empieza a caer por mi cuerpo espabilandome por completo. Mi mirada, fija en la nada. Me encuentro en un estado impasible, incapaz de sentir alguna emoción.

Anoche, lloré como hace mucho no lo hacía. Lloré hasta tal punto, que mis ojos eran dos pequeñas rendijas por las cuales apenas y podía ver. Mi rostro rojo, e hinchado, y mi cabeza palpitando de dolor.

En realidad, creo que aproveché la oportunidad para desahogarme, soltar todo y llorar por todo aquello que he retenido.

En cierto punto me quedé dormida, con mi mejor amiga al lado susurrandome palabras de aliento.

Drene con llanto, todo sentimiento que tuviese. Y ahora, solo me siento vacía.

No tengo ganas de llorar, ni de gritar, no quiero hablar de mis sentimientos, no quiero hacer nada. Simplemente quiero estar con la mirada perdida, pensado en nada.

Me pregunto en que momento terminé así. ¿Cuándo dejé de resguardar mis sentimientos en un baúl? ¿Cómo fue que me dejé llevar, sabiendo que eso nunca me ha traído nada bueno?

¿Por qué fui tan ilusa?

Estoy decepcionada de mí. Yo no debí dejarme llevar por sentimientos, no teniendo conocimiento de que en cualquier momento iba a terminar así.

No debí dejarle ver mi interior, ni darle el poder de desestabilizarme.

Siento que he cometido un error tras otro.

Sin embargo, un sensación amarga se hace presente en mi pecho al repasar en mi mente cada momento vivido a su lado.

¿Cómo en tan poco tiempo logró significar tanto para mí?

Me duele que yo no significaba lo mismo para él. De la manera en que terminó todo, parecía más una excusa.

Pareció que tomó el malentendido con Liam, como una excusa para deshacerse de mí.

¿No se sentía él de la misma forma que yo?

Deshecho esos pensamientos, ya de nada me vale darle más vueltas al asunto. Está finalizado.

Lo que había entre Luka y yo se acabó, debo aceptarlo y superarlo.

Minutos más tarde, una vez aseada y vestida. Bajo a paso perezoso las escaleras, y arrastro los pies hasta la sala, donde visualizo a Juliet sentada en un sofá individual, con el celular pegado a su oreja y una sonrisa bobalicona.

—Hablamos más tarde ¿vale? —dice a la persona al otro lado de la línea cuando me ve-. Sí, adiós -sonríe y cuelga la llamada.

—No sé si quiero preguntar con quien hablabas —comento, mientras me siento en el sofá frente a ella—. Aunque ya me hago una idea de quien puede ser —subo los pies sobre el sofá, y coloco un cojín en mis piernas cubiertas por un mono holgado.

—¿Qué tal dormiste? —pregunta, medio preocupada, medio desviando el tema.

—Bien, aunque cuando desperté sentí como si me hubiese pasado un tractor por encima —me masajeo la sien.

—Pediré una pizza. Es hora de almuerzo, lo mejor sería comer algo más nutritivo. Pero no queremos intoxicarnos con lo que cocino —toma su celular y supongo que está haciendo el pedido—. Y ni se te ocurra decir que no tienes hambre —advierte, sin apartar la vista de su móvil.

No sé en que momento me enamoré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora