Capítulo veintiocho: el impacto.

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—Vinieron por mí, ya me voy —anuncio desde la puerta.

—Regresen temprano, y dile a Luka que cene con nosotros —grita mamá desde la estancia.

Le devuelvo un “ok”, y me encamino fuera de casa. Luka me espera recostado de la puerta de su auto, en una pose muy peliculera que me hace soltar una risotada.

—¿Qué te hace tanta gracia? —pregunta cuando llego hasta él, y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.

—Tu pose es muy de películas romántica de los tiempos de mi mamá. Nada más te falta una chaqueta de cuero y el cabello con un peinado ochentero —comento. Él sonríe divertido antes de plantar un beso sobre mis labios.

Me suelta para abrir la puerta de copiloto para mí, una vez que subo al auto, él da la vuelta y sube también.

—La reunión es en casa de George —informa, cuando el auto ya está en marcha.

—Pensé que sería en casa de Jacob, siempre son allá —respondo distraída, mientras miro mi celular.

—Sí, pero, cito las palabras de Corine: hoy es un precioso día y la casa de Georgie tiene un jardín hermoso donde disfrutar el espectacular sol —hace el intento de una voz aguda, y yo suelto una carcajada.

—Sí eso suena mucho como Corine.

El móvil de Luka vibra, avisando una llamada.

—¿Quién es? —inquiere sin despegar la vista del frente.

Tomo el celular y me encojo de hombros al mirar la pantalla.

—Número desconocido —informo.

Él toma el celular, y en cuanto responde la llamada, todo el color abandona su cuerpo. Frunce el ceño, pero aún así su rostro refleja una mezcla de emociones que justo ahora no logro descifrar.

—Hey, ¿todo bien? —inquiero, preocupada. Dejo mi mano sobre su hombro, pero él no me escucha.

—¿Qué quieres? —dice a la persona al otro lado de la línea. La frialdad en su voz me desencaja, y preocupa en partes iguales.

La llamada parece disgustarle más de lo que le sorprende. Sin embargo cada músculo de su cuerpo está tenso y sostiene el volante con más fuerza de la necesaria con una mano, mientras que con la otra sostiene el celular contra su oreja.

—¿Quién es? —cuestiono con mayor insistencia.

—No necesito que me digas nada, no…
Se corta a mitad de la frase, quedando totalmente estático. Su mirada fija en el frente, pero sin mirar en realidad.

Mi preocupación pasa a pavor al darme cuenta de aquello. Él no se mueve, no hace absolutamente nada. Simplemente se queda estático mientras su respiración se vuelve un desastre.

—¡Luka! —grito, pero ya es muy tarde.

Justo en ese momento el auto impacta contra una superficie que no logro identificar, porque luego de un punzante dolor, todo se vuelve borroso antes de desaparecer.

Juliet.

Con el corazón resonando en mis oídos, corro como si mi vida dependiese de ello, cruzo otro pasillo, y siento que voy a vomitar. No sé si es porque odio los hospitales, por el color blancuzco de las paredes, o por la situación.

En cuanto veo a Linda sentada con las manos cubriendo su rostro mientras su cuerpo se sacude con fuertes sollozos, y a Kevin caminando de un lado a otro por el pasillo pasando las manos repetidamente por su cabello con clara desesperación, siento como el alma me abandona el cuerpo.

No sé en que momento me enamoré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora