Capítulo 7

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3 de mayo


En el camino a casa, me percaté de que alguien estaba esperándome en una esquina. No podía creer que se tratara de él, luego de tanto tiempo de haber abandonado a Los Cabecillas.


—¿Qué quieres, Axel? —inquirí con voz grave.


—¿No vas a saludar a tu viejo amigo? —cuestionó con una sonrisa ladina.


—Nunca fuimos amigos, no olvides que yo solía ser tu líder —le recordé.


—Por supuesto que no se me olvida. Tú tampoco deberías olvidar que, de no ser por mí, no habrías entrado a Los Cabecillas. Fue por tu fuerza e inteligencia que lograste convertirte en el jefe.


Todos los miembros se habían admirado de la rapidez con que lo logreé, y Axel no fue la excepción.


—Ve al grano, Axel. ¿Para qué viniste? —Me recargué en la pared.


—El jefe te llama. Mencionó que quería hablar contigo sobre un trato en el que acordaba que sólo nosotros podíamos dominar ese colegio.


Yo había escuchado aquellos rumores: gente de otro distrito estaba tomando el control del colegio.


—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? Hace tiempo salí de Los Cabecillas y fui claro al decir que no volvería a ayudarles en lo más mínimo. Si ellos están tratando de controlar el colegio, no es asunto mío, sino de ustedes. Y dile al jefe si quiere hablar conmigo, que venga él y no mande un simple bufón para dar su encargo.


—Qué gracioso eres, en verdad. ¿Acaso no quieres proteger a Yaiza? ¿Quieres que le ocurra algo a ella? —mencionó soltando una carcajada.


—Axel, voy a ser claro contigo. Ella no me interesa en lo absoluto. Ya tengo un acuerdo con el jefe sobre Vanessa, así que no tengo porque hacerle los mandados. No creo que estés interesado en saber por qué me pusieron ese apodo.


—¿Te refieres a El chico de signo escorpio? Ese apodo te lo ganaste por respeto que te teníamos.


—En efecto. Lo recibí por mi frialdad y la destreza que tenía al realizar los trabajos que me encargaban, así como el miedo que logré provocarle a todo el mundo. Así fue como el jefe llegó a respetarme, yo solía ser el más fuerte y hábil del colegio. Supongo que no quieren pelear conmigo, sabiendo lo que soy capaz de hacer.


—No buscamos pelea —aseguró—. Pero él fue claro: ayudas al jefe o puede que le ocurra algo a Yaiza.


Me preguntaba como sabían acerca de ella. Fue precisamente por esto que intenté alejarme.


—Está bien. Acepto. Me encargaré de los que los que están tratando de tomar el control en el colegio y se los llevaré al jefe, con la condición que no metan a Yaiza en este problema —le advertí.

Cicatriz EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora