"cuando el sol se pone, las sombras acechan, pero cuando amanece; la luz las destierra"
Me encuentro flotando en un mar cálido de oscuridad, miro a mi alrededor y solo veo una infinita oscuridad. De repente frente a mí se enciende una chispa de luz. Esta empezó a brillar con más intensidad, disipando la oscuridad a su alrededor. A la vez que engullía las sombras y se hacía cada vez más grande. Esta se distorsiono cambiando de varias formas. Hasta convertirse en una esfera resplandeciente de fuego. La esfera empezó a aumentar de tamaño hasta hacerse descomunal y a emitir una calidez atrayente; como la del cálido fuego de una chimenea en invierno. Que era hipnótico y embriagador a su vez, la cual te embrujaba por completo y te atraía hacia ella con una enorme fuerza gravitacional hasta absorberte. Al entrar en la esfera de fuego note una enorme descarga de energía avanzar por todo mi cuerpo. Tocando cada átomo de mi cuerpo y provocando que cada uno se enciendan. Para luego comenzar a arder por si solos con gran intensidad por todo mi ser. Conforme me sumergía más a dentro de la esfera podía notar con más fuerza la calidez y como mi cuerpo se llenaba de ella hasta hacernos solo uno. Entonces al llegar a su núcleo vi una pequeña esfera dorada que resplandecía como el mismísimo sol. Esta emanaba una poderosa energía de su interior y a la vez que refulgía intensamente. Esta parecía estar reaccionando a mi presencia, ya que conforme me acercaba más luz emanaba de su interior. Yo acerque mis manos a esta y al tocarla brillo con más intensidad para luego explotar entre mis manos y convertirse en millones de copos llameantes con el interior dorado. Al explotar sentí como los copos de fuego y luz de su interior era absorbido por mis manos; sintiendo como aquella enorme masa de energía recorría mi cuerpo y luego un enorme destello cegador. Al abrir los ojos me encontrabas a las puertas de un enorme templo dorado que brillaba como una enorme joya descomunal. En ambos lados de la puerta había dos estatuas de leones con grandes alas a sus espaldas, vestidos con piezas de armaduras y un par de enormes cuernos en la cabeza. Entre medio de estas había una mujer delante de las puertas vestida con un quitón elegante de color dorado con bordeados en morado y rojo. Esta tenía la cara borrosa y no podía identificarla bien, pero al verla un fuerte sentimiento de tristeza y alegría atravesó mi corazón. Esta pareció reconocerme también ya que, aunque su cara estaba borrosa pude distinguir una sonrisa de calidez, pero cuando quise acercarme esta abrió las enormes puertas del templo y entro. Yo seguí a la mujer pasillo tras pasillo con gran desesperación para que se detuviera. Hasta que esta se detuvo delante de unas puertas y las abrió entrando en su interior. Yo la seguí y al entrar pude ver una enorme sala llena de figuras tapadas con sábanas y a la mujer parada frente a una de ellas. Cuando me acerque a la mujer señalo la sabana frente a ella, queriendo que quitase la sabana. Yo obedecí y al quitarla pude ver que debajo de esta había una gran estatua de mármol. Esta era un joven de cabello corto con un hermoso gato dorado a sus pies. El joven tenía una expresión llena de tristeza y dolor. Que de tan solo verla pude sentí una leve punzada en mi corazón. Al examinarla con detenimiento supe quién era el joven de aquella estatua. Un fuerte escalofrío me recorrió el cuerpo. Empezando desde mis piernas hasta llegar a mi cabeza. Espantado baje la mirada al pie de esta donde estaba grabado el nombre de este con letras doradas. Cuando vi el nombre grabado no pude dar crédito de lo que veían mis ojos. Con pánico volví a mirar la estatua sin creerme lo que estaba viendo, para ver que esta ahora había cambiado. Esta tenía ahora los ojos cerrados y de ellos escapaban dos lagrimas doradas. Las cuales al deslizarse por su fino y blanquecino rostro dejaban una línea dorada. Después de estas salieron más y más formándose en su rostro una corriente liquida de oro. Que al caer en el pie de la estatua se solidificaban. Como las gotas de cera de una vela derretida por el calor de una flama, que al derramarse por el borde deja un rastro tras de sí, para luego acabar endureciéndose al alejarse del calor que emite el fuego de la mecha. Yo me acerque aún más a la estatua asombrado por lo que estaba viendo mis ojos y poder tocarla. Justamente cuando toque el pie de la estatua esta abrió los ojos y empezó a mirarme de frente. Los ojos del joven desprendían una fuerte luz centelleante tanto que tuve que entrecerrar los ojos por lo mucho que refulgía. Luego el refulgir fue más fuerte tanto que era cegador. La luz empezó a absorber todo lo de mi alrededor y acabo tragándome, sumergiéndome en un torbellino de luz y fuego.

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El Sol Poniente
Novela Juvenil"El me miró y sonrió, acerco sus labios junto a los míos, sintiendo su aliento junto al mío y el aroma de su piel. Al unir nuestros labios sentí una chispa eléctrica encender mis nervios, el movía lentamente su boca consiguiendo que la mía siguiera...