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Esa melodía

sigue en mi cabeza,

y se repite

una y otra vez

de una manera constante.

Ya me la sé,

hace tanto tiempo

que la escucho

que acabé por aprendérmela.

Y la bailo

en mi pequeña habitación,

sosteniéndome a algo

siempre antes de empezar, 

para no rendirme

y bailarla sin parar.

poemas sin sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora