1: « Jeff The Killer »

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Su cabello largo y negro apenas y se distinguía en la sombra, sus ojos bordados con negro, abiertos más grande de lo normal de una manera que causaba escalofríos, su piel pura y pálida, y su sonrisa, tal vez lo más escalofriante y bizarro de él: sus mejillas atravesadas que formaban una sonrisa más grande y torcida, sin duda era lo que más lo caracterizaba.

Observó una vez más la casa que estaba frente a su vista, sonrió y se dirigió a ella.

No tardo mucho en arreglárselas para entrar, era un asesino y había hecho ese tipo de cosas cientos de veces.

Lo primero que hizo fue analizar el interior de la casa, se tomó su tiempo para ver todo, incluso se detuvo más de una vez tomando alguna que otra fotografía familiar en sus manos.

Se paró frente a las escaleras tratando de ver a través de la densa obscuridad, y así es como empezó el juego.

Subió las escaleras con sumo cuidado de no hacer ruido, su paso era tranquilo, parecía como si estuviera dando una caminata normal, no se preocupaba por ver donde pisaba, simplemente lo hacía, el silencio ya era como una parte de él. Se adentró en la primera habitación que visualizó. Adentro, descansaba una joven, ¡Que bien!, le encantaba cuando sus víctimas eran así, tenia más formas de jugar con ellas. Hizo una sonrisa digna de un asesino y empuñó su cuchillo con fuerza mientras se acercaba a la cama donde la joven descansaba.

Si la apuñalaba múltiples veces ahí mismo, seria demasiado fácil, moriría en algunos minutos. No le resultaba divertida esa forma, así que decidió darle ventaja.

Había una pequeña lámpara en la mesita de noche junto a la cama, la tomó sin cuidado y la dejo caer haciendo un fuerte ruido al impactar contra el suelo. En seguida la joven se despertó exaltada de la cama, pudo distinguir la silueta junto a su cama, pero aún no veía su rostro gracias a que el cuarto estaba sumido en obscuridad.

-¿Madre?, te he dicho que cuando vengas me... ¡Ah! - Soltó un quejido de dolor.

No terminó de hablar, el asesino la había tomado del cabello con fuerza causándole dolor al instante.

-Te doy 5 segundos para correr lo más que puedas - Su voz era gruesa, grave y a la vez rasposa, era algo intimidante.

Sin pensarlo dos veces la joven salió de la habitación corriendo lo más rápido posible pero el asesino había terminado de contar y ya le estaba pisando los talones. Como pudo la tomó del brazo y jaló hacia sí, proporcionándole la primera apuñalada.

La joven solto un horrible grito y vio como el líquido carmesí empezaba a brotar de la herida, si bien esto ya era doloroso, el asesino giró el cuchillo provocándole más dolor aún. Volvió a chillar de dolor, las lágrimas salían de sus ojos mientras le rogaba al asesino que se detuviera, ¡Ja!, como si las palabras pudieran hacerlo.

-Hagamos algo más interesante - Dijo el asesino quien volvió a tomarla del cabello para arrastrar a la joven a la cocina.

Ella soltaba gritos guturales y tiraba golpes al aire, la desesperación y miedo estaban por encima de todo.

Él soltaba risas estruendosas al escuchar el sufrimiento de ella.

Lo que a una persona cuerda le podría resultar un acto repugnante y grotesco, a él le resultaba placentero.

-Veamos que tienes aquí-Tomó uno de los cuchillos de cocina y sin fijar el blanco lo hundió en el brazo de la joven.

-Umh... No... ¿Qué tal éste? - Preguntó como si fuera lo más normal del mundo mientras tomaba otro cuchillo más grande y hacia la misma acción de antes.

La joven negaba con la cabeza y seguía haciendo movimientos inútiles pero fue detenida cuando se golpeó abruptamente con la orilla de una mesa.

-¡Cállate!, ¡¿Por qué todos son ruidosos e idiotas?!-Gritó el asesino con tono de desesperación, y quien había causado el golpe.

Siguió hurgando en el cajón hasta que encontró algo de su gusto. Ancho su sonrisa.

-¡Mira que hay aquí!, ¿Qué tal si lo probamos contigo?, ¡Jajajaja! - Soltó una risa desquiciada.

Los ojos de la chica se agrandaron al ver que en su mano tenia una pequeña hacha para cortar carne.

Empezó a retroceder y gritar.

El asesino tomo con fuerza el mango de la pequeña hacha y lo estampó un par de veces contra un costado de la cara, al parecer había atravesado la mejilla y destrozado parte de la cara.

-¡Cariño, estas hermosa! - Gritó mientras reía como maniático.

Con el rostro desfigurado y ya casi inconsciente siguió arrastrándose lo más que pudo. Aunque quisiera pedir ayudar, era tarde, sus gritos ya no eran audibles, al parecer la hacha había cortado parte de la lengua, ahora solo eran sonidos cortos y bajos sin sentido alguno.

-Ya me aburrí, ¿y tú?. Espera aquí, iré a buscar algo - Dijo el asesino mientras empezaba a revisar las puertas a su alrededor.

El solía hacer comentarios sarcásticos a sus víctimas, le encantaba jugar con ellas, eran sus juguetes preferidos. Si, estaba loco, aunque a decir verdad, la palabra «Loco» le quedaba corta, era más que eso, tal vez dirigirse a él como un «humano» era un insulto, ¿Cómo le podrías decir así a una persona a la cual le daba placer ver a gente morir?, y no morir de maneras sencillas, si no morir de una forma grotesca y sádica.

La joven se quedo tirada en el suelo soltando sonidos incoherentes, quejidos de dolor entre ellos, era imposible salir con vida de ésta, no tenia posibilidad alguna, pero quedarse tirada viendo como una persona la torturaba tampoco le parecía algo bueno. A pesar del dolor y condiciones en que estaba, se arrastró hasta el teléfono más cercano, lo descolgó y marcó el número de la policía, aunque sus palabras no fueran claras, captarían que necesitaba ayuda de inmediato. Con desesperación trataba de pedir ayuda a través del teléfono sin darse cuenta que el asesino estaba detrás de ella.

-¡Pero si aún no termina la diversión! - Soltó el asesino con un tono de tristeza, claramente fingido.

La empujó lejos del teléfono, y se acercó a el, y oprimió el botón de alta voz, la voz de la operadora, que sonaba al otro lado de la línea, estaba llena de angustia y preocupación, y aunque trataba de detenerlo con amenazas, todo era inútil.

Por último el asesino tomo los tanques de gasolina que había sacado de la cochera, los rocío alrededor, volvió al teléfono y pronunció casi en un susurro: "Go To Sleep". Si le resultaba grandioso ver el sufrimiento de una persona, ahora se sumaba la operadora que estaba al otro lado de la línea, iba a ser su público, no faltaba ver, con el simple hecho de escuchar era suficiente. El ambiente estaba lleno de gritos por parte de la joven, hasta que se escucho un golpe seco, como cuando algún objeto impacta contra el pavimento, y los gritos cesaron; el asesino había proporcionado tremenda patada en la cabeza. La joven se desplomó en el suelo de inmediato, probablemente le había roto el cráneo y causado una muerte al instante.

Del teléfono salió un ruido lleno de angustia y después otro sonido agudo y largo, había colgado.

Por ultimó encendió un cigarrillo y después de unas cuantas caladas mientras contemplaba lo que había hecho, lo tiro en un pequeño charco de gasolina junto con un cerillo para estar más seguro.

Salió de la casa como si fuera lo más normal del mundo y antes de ir se, dio una última mirada a la casa que empezaba a arder en llamas, tomó su cuchillo y lo contempló por unos segundos, nada le gustaba más que versé a si mismo lleno de sangre "inocente" de otros. Sonrió con satisfacción y se adentró en la densa obscuridad del bosque

Creepypastas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora