Take

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¿Dónde esta? ¿Dónde estamos? ¿Cómo resolver todo el desastre? Rick Sánchez prefería resolver algún acertijo extremadamente sacado de la ciencia ficción, donde su vida esté en juego, sobre enfrentar sus sentimientos. Tener que expresar amor, odio, ira, impulsividad. Rick no sabía cómo resolver esas sensaciones que dominaban su cuerpo y desgastaban su cabeza, esa cabeza que le gritaba lo idiota que era.

—Bastardo... Bastardo... ¡Dime la maldita verdad! Pedazo de mierda...—Ahí se encontraba, el escenario que no deseaba ver, lo había imaginado eso era cierto, pero no quería vivirlo, no quería ejecutar el plan que tenía para dicha situación, sabía que su mente le dictaba salvar su pellejo rápidamente con una respuesta minuciosamente planificada, pero su corazón se quebraba al ver a aquel Morty llorar nuevamente ante sus pies. Sus labios se tensaban más, mientras los minutos se hacían horas, el ocaso comenzaba a posarse y aún había silencio. Smith solo respiraba con dificultad tratando de mantener su mirada puesta en su abuelo, a pesar de que las lágrimas le nublaban la vista cada vez más.

—Habla... dime la verdad aunque me duela Rick... ¿Dónde está tu Morty? ¿Por qué estás en mi dimensión? ¿Dónde mi-mierda está mi Rick?—la lucha se mantenía en la cabeza de aquel ser humano con IQ sobre los 230. Lo siento mucho, Morty.

Me-mereces saber la verdad... lo sé, pero no es lo que crees...
—¿Qué es lo que creo Rick? Que abandonaste a tu familia solo para seguir con tu rutina con otra familia... yo soy cómplice de ello... los congelaste y me hiciste borrarles la... ¡maldita memoria! Y esa Beth... esa Beth sabía la verdad y la ¡mataste por eso! ¿Ella era tu hija? ¡Pudiste matar a tu propia hija! Yo... no valgo nada... nunca lo hice... si ni ella lo vale...
—Sabes que siempre... siempre te preferí sobre ella...
—No, Rick... no me vengas con esa mierda... tu me querías a mi porque no te quedaba otra opción...—Morty estaba rompiéndose y sacando toda esa esencia agria que cubría a todo pariente de Sánchez— Y-y-y yo te amé... te dije lo que sentía... pero eso no importaba ¿verdad?—si alguien podría escribir el desarrollo mental y emocional de los Mortys, podría nutrir su teoría con aquel momento. Morty sentía esa ira, ese dolor, tan profundo que lo corrompía y quebraba.

—No importa lo que yo sea, soy uno más de los mil Mortys que podrías conseguir... y tienes el valor para decirme que me amas... que me amabas...—Morty no podía continuar su discurso, no podía seguir vomitando todo ese odio frente a Sánchez.

Rick había utilizado esa arma, que destrozaba a cada Morty con el que se había topado. Porque aunque el mundo quería negarlo, aunque Morty estaría evolucionando, no dejaba de ser un débil y hormonal Morty Smith.

Rick besaba con pasión esos inexpertos labios, el menor quería alejarse de aquel embriagante tacto pero las manos del más alto sujetaban fuertemente su rostro y próximamente fue su cuerpo. Aquel delicado cuerpo que moría por ese contacto, un contacto que le dijera que todo era una mentira y que ese Rick Sánchez , si lo amaba, si lo apreciaba.

El vaivén de ambos labios se unía en una sincronía que hacía responder todas las preguntas de Morty y si así no era, sabía que no interesaba, ya nada le interesaba. Te amo Rick, solo te amo. Rick subía aquel pequeño y virginal cuerpo sobre el mismo, haciendo que los pequeños brazos de Morty se aferren a la nuca del contrario.

Nada en aquel mundo importaba, ni el hecho de tener media tumba abierta, ni todo el drama del menor, mucho menos la moralidad. Rick caminaba lentamente a aquella cabaña que adornaba el lugar casi vacío. Rick había follado con demasiadas especies, tanto humanas como alienígenas y pocas veces sentía aquella electricidad rodeando su cuerpo, aquel delicioso sentimiento. Solo Morty podía hacerle sentir eso, su Morty.

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