Cuando al día siguiente salí de casa rumbo a la escuela, Marlon, el chico de la tarde anterior, estaba en la esquina como si esperara a alguien. Ignorándolo deliberadamente seguí de largo, quería saber si era yo a quién esperaba. Y en efecto, poco después lo sentí correr hasta alcanzarme.
-Buenos días, ¿puedo… acompañarte?
Lentamente quité los audífonos de mis orejas y le dije:
-Como quieras, pero no soy de hablar mucho. Normalmente voy en bici, así que tuviste suerte que amaneciera ponchada.
Él asintió y luego de prometer no molestarme seguimos nuestro camino. Pensándolo bien, esta era la primera vez que alguien me acompañaba a la escuela, además era también la primera vez que había estado tan cerca de un muchacho de mi edad, y…
-Diablos, ya son demasiadas ‘primeras veces’ con él.
No era de esas chicas que creen en el destino ciegamente, ni en la tontería esa de la media naranja predestinada, pero algo dentro de mí comenzó a verlo de otra manera. Y quizás por eso el camino esa mañana se me hizo inmensamente largo.
En la puerta del instituto Marlon volvió a besarme en la mejilla como si fuera una costumbre de toda la vida y sorprendentemente lo acepté así. El chico no tenía malas intenciones, era la verdad. De hecho no le importó que lo vieran hacerlo y a mí me gustaba ese atrevimiento suyo.
Con esa rutina pasaron los días. Poco a poco nuestra relación fue acercándonos, él limaba mi carácter reacio y seco con sus maneras amables y sencillas. A veces me percaté que mis formas de expresarme no eran las mejores pero a Marlon no le importaba. Y lo mejor era que nunca preguntó sobre mí, sobre mi pasado o cualquier otra cosa demasiado personal. No me cansaré de decirlo, era demasiado lindo estar a su lado. ¡Casi logró que olvidara a Reinier!
Sin embargo la vida color de rosas no existe. Pronto me di cuenta que ‘eso’ que intentaba ocultar estaba enraizado dentro de mí y era imposible escapar de su influencia.
Una mañana, luego de llegar al instituto, Marlon me propuso ir a una fiesta, que habría esa noche en casa de uno de sus amigos de aula. Era la primera vez que me invitaba a algo serio, así que no quise negarme, aunque la idea en realidad no me entusiasmaba demasiado.
En el aula Amanda me atormentó otra vez con sus letanías.
-¿Ustedes son novios por fin o no?
Fue lo último que preguntó, antes de arrojarle la mirada más asesina que pude poner. Ella no es mala chica, sin embargo su curiosidad a veces resulta demasiado obsesiva.Al llegar a casa y decirle a mamá que iba a salir esa noche se alegró bastante, ella siempre quiso que socializara un poco más. Y yo también me alegré, pero de que ya no mencionara más a Reinier.
Sobre las 8 de la noche Marlon pasó por mí, y nos fuimos a casa de su amigo, que por cierto no era demasiado lejos. Cuando llegamos todos se quedaron mirándonos, en especial un muchacho rubio que estaba en una esquina de la sala. No sé si era por la ropa que llevaba o por mi cuerpo, pero sus ojos eran extraños, se sentía como si me estuviera devorando con la mirada. No le presté demasiada atención, pero me mantuvo alerta todo el tiempo.
Marlon me presento a todos, obviamente eran estudiantes y amigos cercanos a él que yo no conocía, y luego nos sentamos un poco alejados, cerca de la ventana.
-Miranda, ¿por qué siempre estás tan sola? –preguntó de repente.
-Nunca he sido amante de los grupos. No es que no me guste, es solo que… prefiero la tranquilidad de estar sola.
-¿Entonces por qué aceptaste salir conmigo?
-Hm… Me caes bien, esa es la verdad.
Era evidente que buscaba otra respuesta pero sonrió satisfecho.
-Iré por algo de beber, ¿qué quieres?
-Algo que no tenga demasiado alcohol.
Apenas Marlon se alejó, mis sospechas se hicieron realidad. El chico rubio imperceptiblemente, sin decir absolutamente nada puso media servilleta ante mí y se marchó. A simple vista supe que había algo escrito en ella, por lo que con calma la desdoblé.
-Te espero en el puente viejo a las 12.00 am. Ven sola, o todos se enterarán mañana de quién eres en realidad.
El terror estremeció mis entrañas cuando a mi mente regresó el recuerdo de Reinier ardiendo ante mí, sin embargo inmediatamente me convencí de que era imposible que alguien supiera sobre lo sucedido ese día. Fue tan rápido que mi expresión facial no cambió en lo absoluto.
Al ver a Marlon regresar con dos vasos llenos de cola hice una pequeña bola con el pedazo de servilleta y la oculté bajo la mesa, mostrándole una sonrisa espléndida.
Nuestra charla tranquila continuó hasta cerca de las 11.30; cuando me puse de pie y le dije que quería marcharme enseguida quiso acompañarme pero me negué. Sabía que iba a ser difícil convencerlo, por lo que puse la mirada más tierna que pude y le prometí una explicación otro día. Con pesar él asintió no sin antes hacerme jurar que me cuidaría.
Finalmente sola, caminé hasta el viejo puente en donde me esperaba el rubio. Y finalmente me percaté que la mirada que tenía en sus ojos la primera vez que lo vi era similar a la de Reinier cuando se disponía a violarme.
-¿Qué querías?
-Besar esa boquita de p*** que tienes –respondió haciendo una mueca lasciva con los labios. -Y por lo que veo tú también lo quieres, porque te deshiciste muy rápido del imbécil de Marlon ¿o me equivoco?
Finalmente la bestia que dormía dentro de mí recobró la consciencia. Sonreí de la misma forma que lo hice con Reinier y de manera seductora me le acerqué.
-Está bien, pero no aquí. Vayamos bajo el puente.
Como un perfecto idiota mordió la carnada. Incluso comenzó a desabotonarse la camisa antes de llegar al lugar. Al entrar a la zona sin iluminación no le di tiempo a nada, saqué mi arma y lo golpeé en plena cabeza con todas mis fuerzas. ¡El pobre diablo ni se enteró de lo qué pasó!
-¿En verdad creías que yo caería con semejante amenaza? –le dije al cuerpo completamente flácido que yacía en el suelo. En el pedazo de tubería, que había recogido por el camino y oculté entre mis ropas, brillaba un líquido espeso.
Y justo cuando pensaba cómo deshacerme de él apareció Marlon.
-No tenía otra opción, Viviana. Tuve que contarle la verdad. Mi pasado, la muerte de Laura, los años de violaciones y humillaciones, el terror que viví a diario dentro de mi propia casa, cómo planeé asesinar a Reinier… al final no pude terminar la historia, él no me dejó.
Abrazándome con todas sus fuerzas me dijo:
-Si quieres terminar con esto, tengo el lugar perfecto. Espera aquí, solo tardaré unos minutos.
Era lo último que quería, que se involucrara conmigo en un asesinato. No tenía nada que ver con él. Me lo repetí una y mil veces mientras esperaba.
Pero cuando regresó montado en el auto de su padre supe que ya era demasiado tarde para lamentarme. Él me aceptó con virtudes y defectos. No podía echarme para atrás ahora.
Entre ambos subimos a Mario, así se llamaba el rubio, y nos dirigimos al sur, a una cabaña alejada muy cercana a unos campos de arbustos abandonados.
-¿Cómo conseguiste que tu padre te prestara su auto? –pregunté antes de bajarme.
-Le dije que lo necesita para recoger a mi… _ -respiró hondo y asintió. –A mi novia.Porque mi padre no está.
Lo miré llena de incredulidad. No era algo que me sorprendiera, estaba segura que en cualquier momento me lo pediría. Pero… vaya, el momento y las circunstancias estaban muy lejos de ser lo que imaginaba.
Sonreí y sin darle una respuesta me bajé del auto.
-¿Qué hacemos ahora?
-Esta cabaña es mi antiguo escondite, de niño venía mucho aquí… -la rodeó e increíblemente después de algunos segundos la puerta del frente se abrió. –Hay muchas herramientas, con una pala resolveremos el problema, ¿cierto?
Yo asentí y entre ambos cavamos un hoyo en pleno campo de varios metros de profundidad. Allí colocamos a Mario. Cuando lo depositaba en el agujero me percaté que el muy malnacido aún estaba vivo. Eso me llenó de ira, sin embargo una idea iluminó mi mente.
-Marlon, ¿podrías alcanzarme mi cartera?
-Claro.
No preguntó nada más. Simplemente me la dio y se alejó.
Y agradecí no tener que darle explicaciones, porque si preguntaba no sería capaz de responder algo que ni yo misma entendía.
Saqué la navaja que había guardado para cuestiones de emergencias y sin pensarlo dos veces le corté el pene.
Limpiamente, ni siquiera una gota de sangre cayó en mis manos cuando lo envolví en un pañuelo y lo guardé.-Marlon… -murmuré más tarde en el auto de regreso pero él no me dejó terminar.
-Iremos a mi casa. Así, si el cadáver es descubierto tendrás una coartada.
Asentí con la cabeza.
Y silenciosamente me deslicé hasta apoyarme en él.
-Gracias.
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Reflejo
RandomPerdi lo mejor de mi , perdi mi mejor y unica amiga , perdi mi dignidad y en respuesta a eso decidi robarle su vida , decidi combrar cada año de sufrimiento ,cada instante sin paz , la muerte de ella y sin pensarlo me empezo a gustar y empese a pe...