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Wonwoo

Escucho el click de mi cámara después de tomar la fotografía y me permito cerrar los ojos por un instante, perdiéndome bajo el cálido sol del verano que abrasa en mi piel.

En cuanto abro los ojos de nuevo un chico me observa a lo lejos. O eso imagino, porque mis lentes descansan sobre la arena y no soy capaz de mirar más allá de medio metro sin que las formas se disipen en la lejanía.

Cuando coloco los cristales sobre mi rostro, el chico ha desaparecido y lo único que resta es la vista de las olas que colisionan entre ellas dando paso a la euritmia.

Apunto mi cámara una vez más, esta vez dirigiendo el lente hacia los clastos en la arena que pican contra mis piernas desnudas. Pero antes de volver a encontrarme escuchando el click, un par de pies descalzos entran a mi toma y a su paso quiebran la armonía de mi composición.

Levanto la cámara y la apunto hacia arriba, directo al intruso. El chico ladea la cabeza y me sonríe con las mejillas abultadas y la cara sonrojada por el calor.

Cuando baja la cámara con ayuda de su mano y sus dedos rozan los míos soy capaz de escuchar el golpeteo violento de mi corazón contra mi pecho. Se acuclilla frente a mi y me pregunto si la arena no quemará contra las plantas de sus pies.

"¿Me prestas tu cámara?", pregunta y lo miro incrédulo.

"¿Por qué le prestaría mi cámara a un extraño?", le cuestiono yo.

La brisa revuelve sus cabellos que parecen cobrizos bajo los tenues rayos del sol y sus ojos obscuros reflejan la luz que choca en la arena pálida.

"Porque los extraños se ayudan entre ellos".

Alzo una de mis cejas pero me ahorro la mueca de incomprensión. "Me llamo Wonwoo", le digo. "Si sabes mi nombre ya no soy un extraño".

Sus dientes perlados se asoman en una sonrisa preciosa y suelta un risilla calmada. "Soy Seungkwan". Me pierdo en su nombre por segundos antes de que se incorpore y me ofrezca la mano. Dudo unos instantes pero termino aceptando la ayuda y me levanto para quedar a su costado. "Mira, ahí", señala hacia la orilla, lejos, donde un par de florecitas rosadas se mecen en parsimonia con la brisa. "Creo que sería un buena foto".

Lo observo unos segundos, parece inmerso en la imagen que ha señalado. Su perfil resalta su nariz de botón sonrosada y esos tres lunares pintados con delicadeza junto a su oreja. Sus ojos, delatando el cansancio a través de las ojeras, me invitan a preguntarme qué habrá estado haciendo antes de venir. Sus pestañas aletean con cada parpadeo que da y por un momento me veo tentado a comprobar si sus mejillas son tan tersas como parecen.

"Sí", respondo por fin. "Sería una buena foto".

CaMeRa / wonkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora