CaMeRa / wonkwan

02

Seungkwan

La playa siempre ha sido mi lugar favorito de toda la isla; con las olas colisionando entre ellas, la arena hirviente a causa del sol, la vista despejada que incita a naufragar en el atardecer; y con aquel chico moreno que apareció un día de verano con una cámara fotográfica entre sus manos.

Por eso es que mi cafetería favorita tiene una vista directo a la orilla, hacia el agua cristalina y limpia. Una vista tan bonita que jamás me perdería... que jamás me perdería a menos de tener a Wonwoo, que parece tener tres dioptrías más, robándose toda mi atención.

"Eres muy obvio", dice Joshua y Seokmin asiente en concordancia.

"Soy tan discreto como una mantis, camuflándose en su entorno sin que su presa siquiera la note", contradigo yo.

"Las mantis me dan miedo. Son tenebrosas", comenta Seokmin entrecerrando los ojos. "Con sus ojos saltones y su cuerpo de palito..."

Me río del mayor y, mientras sigue hablando de insectos, divago un segundo encontrado la mirada del azabache puesta en mi. Wonwoo ya ha perdido el interés por las páginas percudidas del libro que lee cuando echa un vistazo a la mesa donde estoy yo. Le sostengo la mirada antes de que pierda su atención una vez más en palabras flotantes y, aunque no alcanza a ver, le dedico una sonrisa pequeña.

"... y comiéndose entre ellas fomentando el canibalismo".

"No creo que hayas visto una mantis en tu vida", interrumpe Joshua.

"¡Las he visto en documéntales!"

"Lo documéntales no cuentan, hacen tomas tan detalladas que tú terminarías temiéndole hasta a una mariquita".

Una vez más mis ojos regresan hasta la mesa de Wonwoo sin poder evitarlo y me sorprendo cuando la encuentro vacía, con la cámara fotográfica como su única compañía.

Mientras Joshua y Seokmin están demasiado perdidos discutiendo entre ellos como para notarme, me levanto de mi asiento y me hago con la cámara que Wonwoo no me ha prestado la primera vez que le hablé. Salgo de la cafetería con prisa y busco con la mirada en los alrededores a aquel chico que ya no es un extraño.

La arena se pega a mis zapatillas blancas y la corriente fría impacta contra mis mejillas.

Decepcionado de no haber encontrado nada más que la obscuridad de la noche me doy media vuelta para volver.

La atmósfera cálida me envuelve de inmediato dentro del local. Las series de luces pegadas a las paredes tintinean cada que Joshua y Seokmin ríen y, en una de las esquinas del mostrador, encuentro a Wonwoo esperando con los brazos cruzados y manteniendo una mirada acusatoria que no tarda en dedicarme.

Se acerca tan silencioso como un felino y me señala la cámara entre mis manos.

"Creo que eso es mío", dice.

Muerdo mi labio mientras siento mis mejillas calentarse y me concentro en las juntas del suelo, demasiado apenado como para subir la mirada. "Creí que te habías ido y la habías olvidado", admito, "sólo trataba de devolvértela".

Sonríe a medias y suelta un suspiro sutil que no habría escuchado de no haber estado tan cerca.

"Gracias, Seungkwan", murmura. Pasa sus manos por mis cabellos y trago seco cuando la caricia, tan lenta y dulce, termina sobre mi mejilla que ahora arde ante su sutil tacto. "No tendrías que haberte molestado".

Toma su cámara, igual de ligero como una pluma, que no soy capaz ni de sentir cuando ya no la sostengo.

"Te veré después", dice entonces y desaparece por la puerta sin mirar atrás.