Los humanos al nacer reciben la protección o acompañamiento de seres divinos, seres que solo ellos son capaces de ver, estos influyen en cada decisión que tomamos, sirviendo de guías a lo largo de nuestra vida, influyendo en nuestra conducta, cada buen o mala acción era aconsejada por estos.
Un niño que siempre quiso guiarse por la bondad a su corta edad de 7 años vivió bajo la influencia de figuras que retorcieron su mente la punto donde la vida era insignificante, las matanzas eran parte de su rutina, pero un día llegó aquello que fue su "salvación", aquel adolescente de hermosa sonrisa y ojos brillantes como esmeralda, aquel que le propuso huir juntos antes de la emboscada que preparaban los oficiales, aquel que le mintió y lo dejó abandonado en el lugar de encuentro donde la policía lo encontró y o mandó a un orfanato, lugar en el que cada vez dejó de escuchar a su ángel y tomó mayor importancia al otro ser, aquel que a sus 12 años lo incitó a asesinar a un guardia, dándole así la oportunidad de escapar y volver al lugar donde nació, por que era lo único que conocía.
Una esperanza vacía es lo que recibió al confiar, pero no se debe jugar con lo sentimientos de un niño, mucho menos con aquellos que han visto tales atrocidades a su temprana edad.
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Cenizas y escombros caer de un edificio en destrucción mientras una persona reía de manera insana, su ojos rojizos brillaban con intensidad al presenciar su gran obra, la caída de la policía, a sus espaldas una gran sombra se podía notar, orgullosa de las acciones del joven, fue sabía la decisión de acompañar en esta vida a ese humano, tenía un potencial excepcional de que al morir este pudiera existir en el infierno como un demonio más, uno al que entrenaría bastante bien.
El joven Tomura a pesar de su corta edad se hizo con el control de la mafia que estuvo a punto ser absorbida por otra nación, bajo su liderazgo logró posicionarse como uno de los cabecillas más reconocidos a nivel mundial.
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Poco fueron aquellos que lo retaron durante y después de su ascenso y quienes lo intentaron terminaron en una fosa, salvo aquel oficial bendecido por ángel tan imponente como su propio demonio, aquel que se parecía tanto a quien años atrás lo traicionó. Pero esas pecas que adornaban sus mejillas lo llevó a saber que no eran la misma persona, pero eso no lo hacia mejor, se volvió una piedra en su zapato, demasiado molesta como para ignorar.
Pero cada encuentro lo llevaba a una fijación por él, cosa que lo molestaba a el y a su maestro.
Poco después comenzó a vigilar sus movimientos, buscando el momento para acabar con el y aun así momento que se retrasaba cada vez, mientras mas lo observaba más intrigado estaba por el sujeto y sabia que el oficial de nombre Izuku ya había notado su presencia, pero no modifico sus rutas ni su comportamiento, salvo una noche en la que al terminar su turno entablaron una conversación, ninguno estuvo acompañado de sus guardianes.
Esta noche finalizo de manera tranquila por ambas partes, algunas semanas después se volvió parte de su día a día, buscaban entender y convencer, uno buscaba sanar y el otro corromper.
𝕷𝖆 𝖈𝖆𝖑𝖒𝖆 𝖆𝖓𝖙𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖙𝖔𝖗𝖒𝖊𝖓𝖙𝖆
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Las cosas pasaron demasiado rápido para ambos, sin darse cuenta entraron en una guerra de la que no podían escapar, el rastro de sangre que goteaba de sus manos era la clara muestra de que no se rindieron con sus ideales, sus metas siguieron fijas hasta el final, el cual tendría lugar en un edificio en ruinas, no retrocedieron ni una sola vez en el pasado, no lo harían en esta ocasión, sabiendo que sería el último día de alguno de ellos, desataron un lucha sin igual, dos corazones en conflicto, pero poniendo su deber antes que así mismos.
Está pelea al finalizar la noche trajo consigo un claro ganador, perforando de manera limpia el corazón de aquel oficial algunos años mayor, que aún con esa herida y las múltiples lesiones repartidas por todo su cuerpo, nunca lo miró con odio ni desprecio, aquel que aún ante su inminente muerte le dedicó un última sonrisa, llena de dolor y cariño.
Esta sonrisa fue la que lo hizo comprender, el nunca peleó para matarlo... Lo hizo para detenerlo y este entendimiento terminó por romper la poca cordura que le quedaba...
La masacre que sucedió después no tuvo distinción, aliados y enemigos, inocentes y pecadores, su sangre fue utilizada para dirigir la locura que se terminó de manifestar esa mañana.
Todo esto observado por aquel ser perteneciente al infierno que no dejaba de sonreír, su pupilo estaba listo y todo se lo debía a ese engendro bendecido por los ángeles.
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