—Dudo que en tu escuela acepten monstruos marinos, ¿no es así? —preguntó curioso mientras se atravesaba entre Luca y Giuila.
—Que chiste tan raro Alberto —dijo Luca entre dientes, mientras se esforzaba en desviar el tema dirigiéndole una mirada molesta.
—Sí lo sé, nadie se lo espera, así que déjame mostrarle
Alberto corrió hasta la orilla del mar y se sumergió en esta mientras ignoraba la voz de Luca quien le pedía desesperadamente que no lo hiciera, pero su enojo, que era alimentado por el amargo sentimiento de celos y sentirse ajeno a aquella amistad fue lo que le impulsó a lanzarse al agua sin temor alguno.
Giulia por su parte no entendía lo que estaba pasando y porqué Luca estaba tan alterado; por un momento pensó que tal vez se debía a que Alberto pudiera ahogarse por la rabieta que estaba haciendo, por lo que no tuvo más opción que ir tras el chico para obligarlo a salir y tratar de arreglar aquella ridícula pelea, pero en cuanto se aferró a uno de sus brazos no tardó en notar como unas escamas de colores llamativos aparecían de repente por todo el brazo del chico e inmediatamente lo soltó asustada.
La niña trató de alejarse torpemente, mientras observaba cómo del agua se erguía una cola llena de escamas y a su vez, aquel chico de apariencia monstruosa se levantaba lentamente con una mirada y postura amenazante.
El pobre Luca se quedó en silencio, observando a Alberto que también le dirigió una mirada llena de enojo pues a fin de cuentas tenía razón, ambos serían rechazados si se daban a conocer ante el resto del mundo.
—¡Aléjate! —gritó la niña aterrada mientras corría de vuelta junto a Luca.
—¿Lo ves? ¡Te dije que esto pasaría! —protestó Alberto pero fue interrumpido por otro grito de rechazo que lo dejó boquiabierto.
—¡Monstruo marino! —gritó Luca señalando insintivamente a Alberto para después cubrir su boca con nerviosismo por lo que acaba de hacer.
—¿Qué...? —la expresión de Alberto cambió a una de confusión y su voz estuvo al borde de quebrarse—. ¿L-Luca? ¿Vas a dejarme solo? -frunció el ceño esperando una respuesta hasta que volvió a insistir—. ¿La vas a eligir a ella por encima de mi?
Ambos amigos intercambiaron miradas, pero Luca no supo qué decir por lo que simplemente le dirigió una mirada de lástima. No había sido su intención haberse puesto del lado de Giuila, pero él temía por el rechazo de su amiga y que ésta los delatara con las demás personas del pueblo, y el arrepentimiento no tardó en invadir su pecho.
Giuila prosiguió a tomar una pequeña rama que se encontraba cerca y con ella intentó intimidar a Alberto para alejarlo de ellos, pero eso no fue lo que repercutió en el chico pez, sino la presencia de una desagradable persona que había estado acechado desde hacía un rato y quien lanzó un veloz arpón que fue a parar en su pierna derecha, lo que le hizo perder el equilibrio y le arrancara un alarido de dolor.
Luca miró rápidamente por encima de su hombro en busca del lugar donde provenía el arpón, para así encontrarse con Ercole junto con sus dos "amigos" quienes también llevaban arpones cada uno, listos para ir contra el monstruo marino que se hallaba ante ellos.
—¡Le dí! ¡Es mío!
Gritó Ercole triunfante, y bajó de un salto de la gran roca sin darles tiempo a Luca y a Giuila de detenerlo, pero Alberto había conseguido desenterrar el gran arpón de su pierna, de la que no paraba de hermanar demasiada sangre de un color cian con otros ligeros tonos que pronto se disolvían en las frías aguas, y con ella apuntó directamente hacia Ercole para tratar de mantenerlo a distancia, aunque también estaba dispuesto a lastimarlo si se atrevía a acercarse demasiado.
—Tú vendrás conmigo, ¡me harás aún más millonario y seré el primer ser humano en la tierra en capturar a un monstruo! —dijo Ercole acercándose a pasos ligeros y con las manos extendidas hacia adelante tratando de hallar una forma de arrebatarle el arpón de madera.
—Aléjate de mi —advirtió Alberto, tratando de no darle importancia al insoportable dolor de su herida a la vez que mostraba sus afilados dientes en señal de amenaza.
Ciccio y Guido empuñaron sus arpones para lanzarlos al mismo tiempo, pero Giuila lanzó la rama que sostenía hacia la cara de uno de ellos, causando así que éste cayera aturdido y empujando a su compañero en el proceso, mientras que Luca reunió el valor suficiente y jaló de la camiseta de Ercole para distraerlo lo cual funcionó y éste se volvió hacia el menor para gritarle furiosamente que lo soltara.
El chico de escamas aprovechó el momento y se deshizo del arma tirandola con desagrado a un costado, y corrió a refugiarse apresuradamente al mar lo más lejos que pudo, sin mirar hacia atrás, por más que quiso hacerlo, pero lo que más le dolía era no poder regresar y proteger a su amigo como lo había hecho antes en el aquel callejón, sin embargo estaba claro de qué lado se encontraba él, y no pudo retener unas cuantas lágrimas las cuales flotaron como pequeñas burbujas que iba dejado en su camino.
Ercole se dio cuenta de su escape y apartó de un empujón a Luca, para después ordenarle a sus acompañantes en ir tras la criatura a bordo de un barco, y se fueron deprisa, dejando ahí a los niños que miraban al mar sin decir ninguna palabra.
—Alberto... —dijo Luca en un susurro y sus ojos se cristalizaron.
Giuila se acercó lentamente hacia el chico y, aúnque seguía confundida, no quizo cuestionarlo en ese momento, porque le preocupaba hostigarlo con demasiadas preguntas por lo que optó por consolarlo abrazándolo fuertemente, siendo correspondida casi al instante.
Sintió cómo su hombro se humedecida por las lágrimas del otro y cómo su respiración se agitaba ligeramente tratando de ahogar sus sollozos.—Tengo que ir a buscarlo, Giuila —dijo Luca una vez que se tranquilizó—. No puedo dejarlo solo si está herido
—Sí, vayamos a mi casa por un botiquín de primeros auxilios y podrás ir con mi padre en su barco a buscarlo
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Una tarde dolorosa [Alberca]
FanfictionAlberto había estado sintiéndose celoso por el tiempo que Luca pasaba con Giuila, pero en aquella tarde las cosas tomaron un rumbo distinto que los separaría.