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Al escuchar los golpes en la puerta seguidos de la voz del de cresta automáticamente dejé de llorar, secando mis lágrimas y quedándome en silencio.

-Viktor Volkov sé que estás ahí, abre la puerta no seas así.- Pude notar un tono algo más decaído esta vez, por lo que suspiré y me levanté de la cama para ir hacia la puerta y abrir esta.

-¿Qué necesitas Horacio?- Dije fingiendo a la perfección estar bien.

-Quiero hablar contigo, pero primero, ¿que haces aquí que no estás con los demás bailando?- Entró a la habitación tambaleando bastante.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda y mordí el interior de mis mejillas, disimulando el escalofrío y cerré la puerta, yéndome a sentar sobre la cama.

No iba a decirle que me había ido después de haber visto como bailaba con Cláudio tan... pegados... No tendría ningún sentido que me fuese por eso, ya que "le había superado y me importaba una mierda lo que hiciese con su vida". Estaba precioso, como siempre, y bailaba muy bien. Pero no lo hacía conmigo. Se sentó a mi lado y yo suspiré levemente.

-Me cansé de bailar y vine aquí para estar tranquilo y en silencio, ¿por qué preguntas?-

-Por nada, por nada.- Se quedó unos segundos en silencio hasta que volvió a hablar. -Oye si quieres me voy, no quería molestarte.- Dijo algo apenado para después levantarse, haciendo el amago de irse, a lo que yo instintivamente tomé su muñeca para tirar de él, haciendo que se sentase de nuevo. Él me miraba.

-No me molestas, Horacio. ¿De qué quieres hablar, es importante?-

Nuevamente se quedó en silencio, desviando la mirada hacia otro lado.

-No creo que sea algo importante para ti, la verdad.-

-¿Por qué tardaste en venir?- Pregunté yo esta vez. -¿Y por qué me ignoraste casi toda la noche y ahora vienes a hablar? No entiendo nada.-

-Y-yo- A la primera pregunta, estaba mentalizándome y la segunda, cosas mías. Quería hablar de... nosotros. ¿Entiendes? De nosotros...-

-Cómo nosotros, a que te refieres Horacio.- Creo que se me notó bastante el pánico cuando dijo eso.

-¡Joder a nuestra relación! ¿Que nos ha pasado? Ya ni siquiera nos hablamos, ni siquiera somos amigos. ¿Por qué me evitas tanto? ¿Por qué me odias?-

Notaba como trataba de ocultar la rabia en sus palabras, pero le conocía demasiado bien como para no notar que estaba a punto de desmoronarse, cosa que me daba ganas de abrazarlo. Abrazarlo y decirle que todo está bien. Que no le odio. Que siempre le amé y que nunca dejé de hacerlo. Y, después de todo eso, besarlo. Besar sus labios una vez más, y recuperar nuestra relación amorosa de entre las cenizas. Pero me era completamente imposible. O no tanto...

-Yo no te odio Horacio. Sab- -

-No digas nada. Yo... Aún con el tiempo no logro deshacerme del amor que siento por ti pero no te preocupes, dejaré de sentirlo y podrás seguir con tu vida sin tener que preocuparte por que vaya a ir detrás de ti todo el tiempo.- Se levantó de nuevo y estaba abriendo la puerta de la habitación.

Me negaba a dejarle ir sin poder hablar, así que volví a tomar su muñeca, haciendo que se sentase de nuevo. Al hacerlo, pude ver que habían lágrimas retenidas en sus ojos que comenzaban a enrojecer. Esto me creó un fuerte dolor en el pecho, como si hubiesen tomado mi corazón y lo hubiesen estrujado muy fuerte. ¿Yo había provocado esas lágrimas? ¿El amor de mi vida lloraba por mi culpa? Sentí también las ganas de llorar, pero no iba a hacerlo. No otra vez, y no enfrente de él.

Decidí que, por hoy, dejaría mi fachada atrás. Al fin y al cabo, quien tenía delante ya sabía como yo era en realidad. No tenía por qué fingir con él, ni ocultarle mis sentimientos. Y, después de todo, si no iba bien, pondría de excusa el alcohol.

-Déjame hablar. Yo no te odio, y joder Horacio. Sabes que te amé muchísimo. Y...- Dejé un breve espacio entre mis palabras. -Todavía lo hago. Mierda, y tanto que lo hago. No hay día que no me arrepienta de haberte dejado solo, no hay día que no llore recordando nuestros mejores y peores momentos. Me paso los días pensando en qué podría hacer para recuperar nuestra relación. Y siempre, siempre estoy culpándome por incumplir mi promesa. De verdad, yo sé que, como todo el mundo, te habrás creído todo eso de que no me afectó nuestra ruptura, pero no es así. Lo estoy pasando peor de lo que te piensas.- Dejé que las palabras saliesen de mi boca, sin siquiera pensármelo dos veces.

-¡No! No, solo quieres... Solo quieres manipularme. Todo el mundo lo hace, y ya estoy harto.- Veía como las lágrimas resbalaban por sus mejillas y yo no podía hacer nada. O sí...

-¿Por qué querría manipularte? Espera... Gustabo te dijo eso, ¿verdad?- Coloqué una de mis manos en su mejilla, secando las lágrimas que bajaban por esta. Él después de unos segundos en silencio asintió levemente. -Quiere vernos separados. Literalmente, Greco le mandó a invitarme a esta fiesta y no lo hizo, inventando que yo no quería venir. Solo para que no me encontrase aquí contigo. No le hagas caso en eso... Yo sé que le quieres mucho pero miente, Horacio. Y tú lo sabes, yo nunca te haría nada de eso.-

Él solo se cubrió los oídos con las manos y se giró, dándome la espalda.

Ya no sabía si es que de verdad no quería escucharme o lo que no quería era escuchar a su conciencia.

Posé una de mis manos en su hombro. -Cálmate Horacio...- Finalmente, tomé sus manos quitándolas de sus oídos y le hice girarse nuevamente, rodeándolo con mis brazos en un abrazo. Este apoyó su cabeza en mi pecho y continuó llorando, estaba temblando, me dolía demasiado verle así. -Escúchame, te lo dije, siempre estuve, estoy y estaré para tí, ¿vale? Tranquilo... Me parte el corazón verte así por mi culpa, solo porque soy un inseguro de mierda. Pensé... que estarías mejor sin mí, total, soy completamente reemplazable y fácil de superar. Jamás llegué a pensar que tú lo fueses a pasar tan mal por alguien como yo, ¿vale? Te mereces algo mejor que yo y por eso te dejé, para que buscases algo que fuese mejor y vailese más la pena que un ruso gilipollas que no sabe expresarse bien y que le da vergüenza admitir sus sentimientos.-

Tras mis palabras, hubo un breve espacio de tiempo en silencio. Hasta que bastante después, el de cresta habló.

-Pero, es que yo no quiero algo mejor...- Murmuró entre sollozos. -Yo quiero a mi ruso gilipollas, que no sabe expresarse bien, y que le da vergüenza admitir sus sentimientos. Viktor, yo te quiero a ti, así como eres. Eso es lo que no entiendes.- Se alejó de mí. Me miraba con los ojos llenos de lágrimas y joder que era difícil no llorar también. Ahora si, se fue de la habitación, dejándome allí... solo de nuevo.

ʟǟʊɢɦɨռɢ օռ ȶɦɛ օʊȶֆɨɖɛ, ƈʀʏɨռɢ օռ ȶɦɛ ɨռֆɨɖɛ. - ʋօʟӄǟƈɨօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora