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Desde el inicio de los tiempos, los cuatro elementos de la naturaleza han sido los encargados de mantener el equilibrio en la madre tierra. Ese ha sido el propósito de su existencia desde el principio.

Juntos han coexistido en el bosque elemental por milenios en una tregua silenciosa y aparentemente pacífica que muy pocas veces se ha visto comprometida.

Es una vez al año, de acuerdo a la estación correspondiente, donde este bosque místico cambia por completo su apariencia; y ocurre uno de los eventos más significativos para todos los elementos.

En la zona de cada elemento, nuevas vidas nacen en un evento esperado y emocionante.

Es aquí donde el comienzo de esta historia se remonta; el solsticio de verano, estación de fuego.

Reunidos en el árbol madre, justo en el centro de su territorio, los miembros de fuego esperaban por la llegada de sus neófitos.

Todo se encontraba en un silencio solemne, casi expectante. Cada pareja joven esperaba ansiosa en su lugar designado a que su elegido brotara, arrodillados en la tierra y acariciándola con sus manos.

Como la tradición lo dictaba, media hora antes del comienzo, toda fuente de luz se extinguió; solamente la luna y las estrellas iluminaban esa noche especial.

Poco a poco, cuando la luna alcanzó el punto exacto, fue que la luz comenzó a hacerse de nueva cuenta.

De la tierra sagrada, flamantes llamas de fuego surgieron una a una.

Todos los elementos nacían en su verdadera naturaleza y así permanecían sus primeros años de vida; hasta que aprendían a adoptar una forma humana.

Y Seonghwa no fue la excepción.

Nacido como una llama ardiente, fue acogido por una pareja que le enseñó todo lo que debía saber. Ellos no eran sus padres; su progenitora era la madre naturaleza.; pero él los quería como a unos.

Cómo todo elemento, tuvo que aprender las funciones y tradiciones de su naturaleza.

No fue hasta que cumplió tres años que logró adoptar una forma humana.

Siendo eso sorprendente pues nunca nadie lo había logrado antes de los 4 años.

Todos creían con firmeza que Seonghwa era especial; incluso desde muy temprana edad comenzaron a considerar que podría ser el próximo líder de fuego.

Siempre demostró tener increíbles habilidades; sobresaliendo en todo campo; ya sea en estudios o entrenamiento.

Sin embargo, Seonghwa como todo fuego, siempre tuvo un carácter algo complicado. Era testarudo y mal humorado pero también decidido y fuerte.

Fue en sus seis años de vida, cuando debían comenzar la reclusión en su zona por la llegada del invierno, qué le conoció.

Cuando esa época del año llegaba, Seonghwa odiaba tener que esconderse. Los mayores no los dejaban andar libremente por el bosque pues con los cambios de temperatura, era muy peligroso para ellos.

Además sus relaciones con los dueños de la estación no eran las mejores.

Aún así, antes de que la mujer que lo cuidaba fuera capaz de atraparlo y llevarlo a rastras a la casa, el pequeño fuego se escabulló entre los demás y echó a andar por el bosque.

Los árboles ya no tenían sus hojas marrones y anaranjadas por el otoño ni corría la brisa típica de la temporada; la estación del aire había llegado a su fin.

En cambio, ahora las hojas secas fueron reemplazadas con árboles blancos, gracias a la nieve que caía del cielo con suavidad y provocaba que la temperatura del bosque disminuyera progresivamente.

Pero eso no detuvo al pequeño fuego.

Caminó por entre los árboles, siseando al sentir algunos copos de nieve aterrizar en su piel ardiente. Aunque estaba bien; era muy poco como para extinguir su llama interior.

Y tampoco planeaba quedarse mucho tiempo fuera, solo planeaba observar un poco y volver antes de que todos entraran en pánico.

El río que se extendía por el interior del bosque corría con parsimonia (aún no se congelaba aunque pronto lo haría) y una ardilla pasó corriendo por entre los árboles, preparándose para el crudo invierno. Al verla, como todo curioso niño, Seonghwa comenzó a seguirla a pesar del frío que le impedía moverse correctamente.

El animal se movía con agilidad de rama en rama, mientras el pequeño fuego intentaba alcanzarla con sus manos, aún cuando era imposible.

Estaba tan concentrado que, cuando la ardilla saltó al otro lado del río, Seonghwa ni siquiera lo pensó mucho antes de seguirla.

Grave error si piensas que el río estaba lleno de agua.

Cuando reparó en ese hecho, ya era demasiado tarde y estaba cayendo directamente al caudal.

Pero no alcanzó a hacerlo cuando una sección de agua se extendió, empujándolo de vuelta a tierra como si fuera una mano que lo salvó de la perdición.

Se quejó al sentir el frío directamente en su cuerpo y la llama en su interior perdiendo algo de fuerza. Tuvo que agacharse y sostener su pecho concentrando su fuerza para que dejara de doler.

Confundido por lo que acababa de pasar, levantó la mirada. Y se quedó congelado al ver al otro lado del río.

Un niño con el cabello azul y piel pálida, bajito y vestido completamente de blanco tenía sus manitos extendidas en su dirección y lo miraba con preocupación.

Se quedaron ahí, completamente ensimismados con los ojos sobre el otro, conteniendo la respiración sin saber qué hacer.

El niño al otro lado del río abría y cerraba la boca como si quisiera decirle algo al pelirrojo frente a él. Pero no se atrevía a expresar lo que quería: "¿estás bien?".

Cuando creyó armarse de valor para hacerlo, tuvo que esconderse detrás del árbol a su derecha al ver a otra persona llegar.

La mujer corría hacia el pequeño fuego en extremo preocupada al verlo en el piso, completamente pálido y agarrándose el pecho con fuerza.

-¡Seonghwa! ¿Qué crees que estás haciendo aquí?¿Estás bien?- preguntó arrodillándose a su lado.

El niño solo le dio un corto asentimiento, buscando con su mirada al otro niño que se escondió en un instante y con una rapidez increíble.

-¡Vamos! Tenemos que calentarte- la mujer lo tomó de los hombros, levantándolo para llevarlo de vuelta a su zona.

Seonghwa la siguió, casi como un títere. No volteó la cabeza del otro lado hasta que vio al niño asomarse levemente desde el tronco del árbol.

-Debes tener más cuidado, ese río es el límite con el territorio de agua. No queremos problemas con ellos o de lo contrario...

La mujer decidió no seguir, dándose cuenta de que tenían que apresurarse pues Seonghwa estaba perdiendo su calor poco a poco.

Y tenían que arreglarlo antes de que fuera demasiado tarde.

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No me pude aguartar ksksks. Solo espero que les vaya gustando 👀

BURN OUT | SEONGJOONGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora