Capítulo IV

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Los ojos verdes del menor se iluminaron ante esas palabras. Realmente no esperaba esto, pero no importaba, sentía su corazón saltar por una mezcla de emoción, nervios e incertidumbre.

-Tim... Entonces ¿tu...?

-Mira, Ted, no creo que sea momento de esto. No puedo. -explico Tim mirando una hoja moviéndose por la corriente de agua, dejándose llevar. Que envidia le causaba.

Ted estaba en silencio, escuchando atento cada palabra. Se juro a si mismo que si el castaño le pedía una oportunidad, dejaría de una maldita vez ese carácter idiota que había tenido hasta ahora con él y buscaría la forma de recuperar ese tiempo que absurdamente perdió intentando alejarse.

Se giró para quedar en frente del castaño, sin preocuparse de que el agua mojara sus zapatos y sus pantalones.

-De que hablas, Tim. -dijo impaciente.

El castaño le observo con cierta tristeza, para luego desviar su mirada hacia el suelo.

-Te adoro, Ted, pero no hay nada que pueda decir de esto. Espero que me entiendas.

-Tim...- la voz del rubio salió en susurro. Se sentía estúpido. No sabía si ya se estaba volviendo loco o el mayor evitaba decirle que sentía algo por él. Su corazón parecía que saldría de si por lo acelerado que estaba. Si realmente Tim correspondía, se castigaría a si mismo por tratarlo tan fríamente dúrate tanto tiempo.

En la universidad, siempre le enseñaron que en los negocios debía prestar atención tanto a lo que decía, como a lo que transmitía su lenguaje corporal. Cada mínimo detalle o palabra mal dicha podría terminar en un caos empresarial, así como también podría significar el éxito y el ascenso a los mejores puestos. ¿Por qué demonios no le habían enseñado que sentimentalmente era igual? ¿Que si decía o transmitía algo a la persona que amaba, podría significar la destrucción o el avance hacia algo espectacular?

Estuvo a punto de destruir su relación con Tim.

-Lo siento... -Susurro casi inaudible el mayor sin dejar de mirar el agua.

Hasta ese punto no se habían percatado que el sol estaba perdiéndose en el horizonte, oscureciendo cada vez más el lugar.

El silencio se hizo presente. La corriente de agua hacia suaves melodías que parecían conectar con la de los insectos.

-Deberíamos volver a la tienda. -dijo Tim levantándose. -Se está oscureciendo y tú te mojaste todo.

-Pero, Tim. -protesto el menor deteniéndolo del suéter. Lo miro suplicante; si realmente sentía algo por él, quería saberlo, si no, también. El problema es que ahora sentía esperanzas, la actitud de Tim no lo dejaba tirar sus ilusiones a la basura. ¿Para qué le hizo ponerse en esa situación "hipotética" de que le pudiese corresponder?

-Te vas a resfriar. -añadió Tim sin querer prestar atención.

Con algo de frío, ambos caminaron de vuelta, en esta ocasión Ted tomo la iniciativa, sujetándose a la mano de Tim esperando que lo guiase como antes, una ligera sonrisa le compartió el mayor y avanzaron.

Así se sentía con Tim, sería capaz de dejar todo en sus manos, confiando ciegamente en él. Sería al único en la vida a quien le podría entregar por completo su corazón y confianza. El único que podría romper con esa soledad que a él le gustaba tener.

Llegaron hasta la tienda y ambos estaban mojados. Tim encendió rápidamente el fuego y busco entre sus cosas, ropa para cambiarse.

-Esto es lo único que puedo pasarte. -dijo Tim entregándole una manta y calcetas. -No hay nada mío que te quede bien. Ponte eso y yo dejaré secando tus cosas.

El rubio refunfuño un rato, pero obedeció. No tenía alternativa, era eso o quedarse con su ropa empapada. No quería ganarse un resfriado así que se sacó los pantalones y envolvió en su cintura la gruesa manta que le entrego el castaño, luego se puso sus calcetas. Era reconfortante envolverse en esa tela, estaba suave y rápidamente se sintió entrar en calor. Vio como Tim acomodaba unas ramas y ponía sus ropas a secar cerca del fuego, luego de eso se le acercó y entrego un chocolate caliente.

Ambos miraban el fuego mientras bebían; la noche si bien era algo helada, estaba estrellada y la luna brillaba con fuerza, eso les permitía no estar completamente a oscuras.

Tim pensaba las cosas, no podía evitarlo, sentía que tenía una gran decisión que tomar. Todo cayó sobre él porque veía que Ted estaba más que dispuesto a tener algo. La piedra de tropiezo en esto era su propia indecisión y miedos.

Se quedo mirando el fuego y las chispas que saltaban como si su vida dependiera de ello.

-Voy a echar más leña a la fogata para que se seque tu ropa y podamos comer algo. – dijo saliendo de su trance.

El rubio se quedó inmóvil en su sitio, con una mezcla de enojo y tristeza.

Después de comer, Tim soltó un bostezo y se dirigió a la tienda, pestañeo repetidas veces al ver al rubio acurrucándose en la manta sin moverse de su lugar.

-Ven a dormir, Ted. Podemos compartir la tienda y el saco de dormir. Te vas a congelar ahí.

Algo nervioso, se levantó y, siguiendo al castaño, entro en la tienda.

Con el saco improvisaron un poco para poder ambos acostarse. Theodore en ningún momento se deshizo de la manta en la que estaba envuelto, ya que si lo hacía quedaría completamente desnudo de la cintura para abajo.

El castaño se acomodó y acostó junto a él. Quedaron algo apretados el uno junto al otro, sintiendo una nueva y extraña tensión. El solo hecho de que sus brazos se rozaran, asfixiaba de cierta forma indescriptible el ambiente.

Sin poder dormir, Ted ladeó la cabeza y miró por unos instantes el rostro adormilado del castaño. Recorrió con su vista sus cabellos, sus ojos, delineó el relieve de la nariz y se detuvo en su boca, donde le miro con paciencia sintiendo que su pecho subía y bajaba, agitado, pensando en cómo sería probar esos labios rosados.

Estuvo así por largos minutos, apreciando como el castaño dormía relajadamente. El calor que desprendía su cuerpo le reconfortaba y pese a que, la noche estuviese fría, que estaba acostado en el piso de una tienda (después de dormir a diario en la mejor cama king que el dinero podía comprar) y medio desnudo (porque su ropa se había empapado), se sentía más cómodo y lleno que nunca.

No podía pegar ojo, tenía que hacer algo. Quería sentir a Tim más cerca de él.

No importa lo que le costara.

Ahora o nunca / Jefe en pañales (TimxTed)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora