“Licia”
Podríamos mentirle al mundo, engañar a todos, jugar a ser quienes no somos y murmurar cosas que ni sentimos, sonar tan convincentes y reales; pero es imposible mentirle a la razón, y la razón está dentro de nosotros.No es el sonido de las teclas, ni el de los autos pasando a toda velocidad, los ladridos ni mucho menos la conversación ausente de Felicia y Ryan a mi espalda. Es ella, Alexandra Cooper, ella es esta desconcentración, este bloqueo inquebrantable del cual estoy padeciendo y el recuerdo insano que es recurrente en mi mente.
Escribo, modifico, borro y regreso al inicio. Mis dedos están cansados y los rasguños en mis manos arden. Desde que llegué del colegio no he avanzado ni siquiera una línea de la continuación del capítulo final de “Tierras de sal y cristal” y aunque detesto darle créditos, ella es la causa.
Siempre es lo mismo, aunque evito encontrarme con Alexandra por los pasillos, la secundaria no es más que un pañuelo que en cualquier sacudida nos vuelve a cruzar, aunque a veces pasan semanas que no sé de su existencia hay días en los que parece figurita repetida, en todos lados la veo. Y son esos días cuando me enfermo de los recuerdos y el rencor.
Ella es una enfermedad que sin tener conciencia me ataca.
Guardo el capítulo sin ningún cambio y salgo de la página. Sé que forzar la escritura no lleva a ningún lado, así escriba mil cosas ahora esas palabras no dirían nada, sería como leer oraciones que carecen de sentido pues los párrafos estarían vacíos.
—Bueno, creo que a la final el final tardará en llegar —murmuro en forma de chiste, volteando mi asiento hacía ellos. Felicia une las cejas, Ryan metido en mi celular ni me presta atención—. No tienes porque entender el chiste, Licia, es interno.
Sí, la llamo Licia y todo aquel que no quisiera despertar su furia debería hacerlo, creo que prefiere un insulto a que la llamen Felicia. La comisura de sus labios color tul se ensancha en una sonrisa, ella está sentada en la orilla de mi cama disfrutando de una chupeta (la tomó “prestada” de ésas que guarda mi madre en la alacena para los niños que llevan a su consultorio), mientras mi amigo se encuentra prácticamente acostado, naturalmente vienen a mi casa después de clase. Y no es por echarle peste pero hacen un desmadre, Felicia no me hace caso y Ryan, bueno... no lo culpo, su mamá es tan estricta que si lo encuentra siquiera masturbándose en su recamara es capaz de cortarle el pene, aquí se siente libre.
—Así que era un chiste y uno interno—la chica abre los ojos con fingida sorpresa, cruza las piernas y se me es imposible no observar uno de sus muslos que la falda colegial ha dejado al descubierto ¡Mierda, éso está rico!—. Si no me dices júralo que ni me entero, Chad.
La forma retadora en las que salen sus palabras, el juego sensual y atractivo de los movimientos que ejerce en la chupeta que trae entre sus dedos, su mirada como si deseara verme el alma... ¡Joder! es todo un reto tenerla como amiga cuando se me es tan apetecible.
Aunque el deseo me consume no quisiera engañarme, no está en mis planes joder nuestra relación por un desliz o una estúpida confusión. Esta amistad de tres ha sido lo mejor que me ha pasado en la secundaria y no pienso echarlo a perder.
Ella y yo sólo somos amigos, pero le tengo ganas. Éso no puedo negarlo.
—¿Te quedaste mudo o qué? —cuestiona, llevando la chupeta a su boca con una sonrisita de esas que me vuelven loco. Sin duda para olvidarme de Alexandra sólo me basta con quedarme aquí, quieto, mirándola a ella.
Me acomodo en el asiento, sin darle mucho interés a su pregunta. Mi cuarto parece un horno, tuviera el aire acondicionado encendido pero a Ryan le dió un ataque de ahorro energético y me contradijo hasta el cansancio; al final terminó ganando e iluminó y supuestamente enfrió la habitación abriendo la ventana.
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Final alternativo [Wattstories I]
Teen Fiction"Dicen por allí que cada quien es protagonista en su propia historia, si querés yo te puedo hacer protagonista de todas mis historias". Él escribe historias para salir de la monotonía de su existencia y ella las lee para descubrir quién se esconde d...