Capítulo 3

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Noto como me besan la cara. 

Lo más increíble de todo, es que aunque estemos apunto de dejar nuestro pueblo debido a una guerra, él mantiene la calma y me trata con cariño.  

- Vamos, Eva. Tenemos que levantarnos. - dice él después de dejar varios besos en mi frente, mejillas y nariz. Yo abro los ojos. -

- Hola. - digo acariciando su cara por las mejillas. - Nos tenemos que ir ya, ¿no? - 

- Me temo que sí. Antes de que salga el sol es lo más seguro. Además, tenemos que ir a por tu hermana. - explica. - 

- Está bien. - digo incorporándome. -

- ¿Cómo estáis? - dice mirando a mi vientre. Yo sonrío y hago lo mismo. - 

- Estamos bien. - contesto. - Deseando ir a un lugar seguro.

Él sonríe y pega su frente con la mía.

- Lo haremos. No te preocupes. - acaba la frase dándome un beso donde antes tenía su frente apoyada. - Vamos. - me tiende la mano y yo se la cojo. -

Desayunamos algo ligero y rápido, y en menos de 30 minutos salimos de casa con todas nuestras cosas más importantes y nos dirigimos a la casa de mis padres.

- Hola. ¿Está lista? - pregunto cuando me abren la puerta. - 

- Sí. ¡Danna, cariño, baja ya! - dice mi madre desde dentro. - 

Hugo coge mi mano y la aprieta fuertemente. Le miro y hago lo mismo. 

- ¡Ya bajo! - se oye en la distancia. - 

No pasan apenas quince segundos y mi hermana ya está caminando hacia nosotros.

Me despido de mis padres con la esperanza de verles de nuevo en Polonia, nuestro destino.

- Vamos, Danna. - digo cogiéndola de la mano cuando nos hemos despedido. - No debemos llegar tarde. - 

Por suerte, la estación está a pocos metros de la casa de mis padres y llegamos a los escasos diez minutos.

- Amor, ¿a qué hora sale el tren? - pregunto a Hugo una vez nos sentamos en el banco. - 

- A las 6:30. Quedan treinta minutos. - informa él. - 

- Tata, ¿segura que vamos a volver a ver a papá y a mamá? - pregunta la pequeña de 16 años aferrada a mi brazo izquierdo. - 

- Danna, ¿tú confías en nosotros? -  digo mientras le toco la cabeza. Ella asiente. - 

- Pues entonces créeme, ¿vale? Van a estar bien, lo que pasa es que ellos tienes que coger un tren distinto por que no quedan asientos en el nuestro. - explico. - 

- ¡Eva! - escucho a mi izquierda. Mi amiga Ana Julieta y su pareja están también en la estación. -

- ¡Anaju! - digo de forma cariñosa. Me levanto del banco y la abrazo. -

- Hola. ¿En que vagón estáis? - pregunta ella. -

- En el tres. ¿Y vosotros? - digo agarrando sus manos. Ella suspira. -

- En el cinco. - yo repito su gesto. - Pero Maialen y Bruno están en el cuatro. Supongo que nos podremos ver de vez en cuando. - explica. La pareja vive a las afueras del pueblo, pero siguen contando como ciudadanos. -

- Mi hermana y Flavio van en el seis con los ingleses. - explica ahora Hugo. - Pero no os preocupéis, nos veremos de nuevo allí. - dice levantándose y colocando su brazo sobre mis hombros. Yo le miro, sonrío y agarro la mano que reposa en mi hombro derecho. -

Pasamos el resto de la espera conversando y esperando a los demás, que llegan a los pocos minutos de que salga el tren.

- Perdonadnos, teníamos que asegurarnos que lo llevábamos todo. - dice Samantha. -

- Sí. Bruno y yo lo hemos dejado todo al último momento, como siempre. - explica Maialen. -

- Atención, les informamos que el tren ya está disponible para embarcar. Saldrá en 2 minutos. - suena desde la megafonía escacharrada y oxidada. -

- Vamos. - dice Hugo. Cogemos todas nuestras cosas, cojo la mano de mi hermana y nos ponemos a la cola. -

Pensaban que todo iba a salir como lo habían planeado, pero algo inesperado y trágico les impedirá entrar en su vagón. Algo de lo que todo el mundo huía. Los soldados Nazis.

- ¡Alto! - se escuchó a nuestras espaldas. Era alemán, no entendíamos nada de lo que decía, pero los gritos de los pasajeros y las escopetas colgadas de sus cuerpos nos hicieron saber que no podía ser nada bueno. -

Mi hermana se puso detrás mía y Hugo delante para protegernos. Los soldados no paraban de gritar y acercarse cada vez más a nosotros con armas. Hasta que llegó un momento en que empezaron a llevarse personas.

Gritaban y lloraban, pero no había resultado.

Observé que uno de ellos tenía una lista entre sus manos. Los soldados se le arencaban, miraban el papel y cogían personas. Se las llevaban a una furgoneta con barras, y lo peor, les separaban según su género.

Hombres por un lado, mujeres por otro.

- Hugo. - dije al ver que un soldado miraba a la lista y nos buscaba con la mirada, que después se quedó fija en mis ojos y se acercaba. Él respiraba fuerte y rápidamente. - Hugo... - el soldado estaba a muy pocos metros de nosotros. Y finalmente, estuvo. -

Agarró a Hugo por los brazos y tiró de él alejándolo de mi.

- ¡Hugo! - grité histérica. - corrí hacia ellos y agarré su cara. - No me dejes, por favor. - decía mientras lloraba. -

- Iré a buscarte, te lo prometo. Voy a encontrarte. - apoyó su frente en la mía, y selló su promesa con un beso. Y entonces ocurrió. Ese roce que por mucho tiempo pensé que iba a ser el último. El lento despegue de nuestras manos. El roce. 

Y se fue. Se lo llevaron. -

Y yo gritaba, y lloraba.

Y después, me llevaron a mi. Y a Danna. Y a Samantha. Y a Maialen. Y a Anaju y a Anne. A todas las judías que íbamos a viajar en ese tren. 

- ¡No! ¡Flavio!

- ¡Rafa! 

Se escuchaba.

***

La furgoneta era pequeña. Las mujeres se apelotonaban en las barras para echarles un último vistazo a sus maridos y parejas. No les iban a ver en mucho tiempo.

Los mayores y niños pequeños de 14 años iban en una furgoneta diferente. 

Morirán, todos y cada uno de ellos morirán. Intoxicados por un gas mortal. Siendo engañados, pensando que de esa sala saldrá el tren que les llevará a casa. Pero de esa sala solo saldrá gas. 

- Ven, ven aquí. - le digo a mi hermana mientras ambas lloramos. Se acurruca en mi pecho como lo hago yo con Hugo y le acaricio la cabeza. - Vamos a estar bien, ¿vale? - le beso la cabeza. -

- Todas vamos a estar bien. - dice Samantha a mi lado. También llora. Todas lo hacemos. Apoya su cabeza en mi hombro y yo en la suya. -

Poco a poco, nos alejamos. De la estación; del pueblo; de nuestras familias.

Y yo que solo esperaba que mi bebé naciera en un lugar seguro,

no va a ser posible.

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Holaaaa

He vuelto.

Dramaaaaa. Como nos gusta a todos eh ;)

Nos vemos dentro de poquito que os he prometido maratón <3






Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora